Cada 18 de noviembre, la fervorosa devoción de los zulianos se desborda en una celebración que trasciende fronteras: el Día de la Virgen de Chiquinquirá, cariñosamente conocida como La Chinita.
La leyenda de La Chinita es tan rica como la fe que inspira. Cuentan que en 1749, una humilde lavandera encontró una tabla con la imagen de la Virgen flotando en las aguas del Lago de Maracaibo. Este hallazgo milagroso desencadenó una devoción que ha perdurado por siglos. La casa donde ocurrió el suceso se convirtió en un santuario y hoy alberga una majestuosa basílica.
La tradición zuliana en honor a La Chinita es una explosión de color, música y fervor religioso. La bajada de la Virgen, el último sábado de octubre, marca el inicio de una serie de eventos que culminan con la gran celebración del 18 de noviembre. Desfiles, conciertos, ferias y procesiones llenan las calles de Maracaibo, creando una atmósfera de júbilo y espiritualidad.
Uno de los momentos más emotivos es la Serenata a la Virgen, donde gaiteros y devotos entonan hermosas melodías a las puertas de la basílica. El 18 de noviembre, día central de la celebración, se oficia una misa solemne seguida de una procesión lacustre que recorre los principales puertos de la ciudad.
La Chinita es mucho más que una imagen religiosa; es un símbolo de identidad y unidad para los zulianos. Su legado trasciende las fronteras de Venezuela, convirtiéndola en un referente de fe y esperanza para millones de devotos en todo el mundo.
