La devastación causada por la tala y la quema es indetenible en las montañas de Lara, colindantes con las de Portuguesa, denuncia Maximiliano Pérez, quien no cesa en clamar a través de los medios para que los organismos oficiales tomen cartas en el asunto.
Nadie parece darse cuenta del daño que se le está causando al ambiente y, por supuesto, a las nuevas generaciones, dice el productor y dirigente nacional de los caficultores.
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Ya el doctor Radamés Urtiaga, quien estudió gran parte de los suelos del estado Lara cuando cumplía labores para la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, advirtió que el daño causado por la quema y la tala era irreparable.
El observó, muy preocupado, lo que venía ocurriendo —y sigue ocurriendo— en la montaña de Santa Marta y en el cerro Mundo Nuevo, donde están los nacimientos de los ríos Portuguesa, Morador y Yacambú.
Aún resuenan sus palabras para sembrar conciencia en torno al daño que se le ocasiona al suelo cuando se destruye la capa vegetal, la cual es vital no sólo para el hábitat sino para la propia gente porque esa cubierta genera vida.
Está compuesta, decía el científico, por plantas, musgos y líquenes, pero en ella se asientan las raíces de los árboles para que éstos queden sujetos firmemente al suelo.
Las plantas cumplen una función muy importante como reguladoras del clima y el ciclo del agua, ya que mediante la transpiración liberan vapor de agua a la atmósfera, que contribuye a la formación de nubes y, por supuesto, a las lluvias. Al ver los daños de tala y quema expresaba que sus consecuencias eran inevitables para la población, ya que se necesitaban 500 años para recuperar apenas dos centímetros de vegetación.
Mi denuncia, pues bien, está sustentada en criterio de quienes han venido trabajando por el ambiente y esta no es tarea nada más que de científicos, sino de todos nosotros, incluyendo a las autoridades que deben velar por los suelos y por el agua, máxime cuando el preciado líquido escasea cada vez más en nuestro estado, donde hay comunidades que se desesperan porque no tienen agua, se quejó Maximino Pérez.
