Voces importantes de la comunidad política latinoamericana reclaman con fuerza una posición más enérgica y contundente de la OEA en defensa del sistema democrático. Y no obstante la Organización de Estados Americanos se pronuncia con determinación y sin medias tintas a favor de la Democracia, simplemente no puede hacer más, ya que su máxima penalización contra países que infrinjan los principios básicos de esta forma de gobierno es la exclusión de la organización y al parecer ello no es nada que preocupe a los indiciados.
La OEA fue creada en 1948 y a diferencia del TIAR, tratado anterior, no tiene mecanismos de fuerza para enmendar situaciones irregulares donde alguna democracia de nuestro continente se vea amenazada por influencia de otro país extraño a la mancomunidad americana.
Sobre esta debilidad se pronunció Rómulo Betancourt en su momento cuando predijo que nuestros países con democracias incipientes y vulnerables requerían de un apoyo firme de todas las naciones miembros de la OEA, incluida sus fuerzas militares, ya que mediante la manipulación del voto podría instalarse una dictadura que diera al traste con la libertad y alternabilidad democrática.
Betancourt durante su periodo presidencial fue la gran trinchera defensiva ante el avance del comunismo en Sudamérica luego de la llegada al poder de Fidel Castro en cuba, el cual se convirtió en una inspiración revolucionaria que deslumbró a buena parte de la clase política que luchaba contra la pobreza anidada en inmensas capas indígenas y campesinas de nuestra región. Rómulo que ya tenía conocimiento preciso de los resultados de la ilusión comunista que luego se decantaba en tiranía, se erigió en barrera de contención ante esta arremetida abrumadora del comunismo, el cual vestido de romanticismo amenazaba con apoderarse de naciones incautas.
En 1962 logra expulsar a CUBA de la OEA, luego que durante ocho meses el embajador ante ella hiciera trámites con el gobierno cubano para que realizara elecciones, ofrecimientos que nunca cumplió y que obligaron a que Venezuela solicitara su expulsión. No fue un capricho, ni una decisión apresurada, fueron largos meses de espera para que se estableciera la democracia sin tener ningún resultado positivo.
Cuando John F. Kennedy visitó Venezuela Betancourt le dijo que su gran error fue que la incursión en Bahía de Cochinos fue una iniciativa aislada y débil, que la solución hubiera sido una defensa multilateral de la Democracia, no un intento mercenario sin ninguna base de sustentación política.
Todos estos testimonios con su respectiva documentación se pueden leer en el libro de Luis José Oropeza: La Doctrina Betancourt. Una Solución Democrática Para América, libro que se puede adquirir por Amazon y que tiene el valor de la oportunidad histórica y la seriedad que abona una larga amistad, estrecha y cotidiana entre Rómulo Betancourt y el autor del libro.
Según Luis José Oropeza el distanciamiento entre Rómulo y Carlos Andrés Pérez se produjo cuando este último invitó a Fidel Castro a Venezuela y promovió intercambios con Cuba que abrieron las puertas para la entrada de la subversión comunista en nuestro país.
Jorge Euclides Ramírez