Teniendo la percepción que todos los seres vivos somos depredadores, porque si no fuese así, no existirían las malas hierbas, ni grandes árboles que le quitan la energía solar a los de menor tamaño, animales feroces y hasta venenosos, que son devoradores de los más indefensos y los últimos, y a veces creo que hasta más dañinos, estamos los seres humanos. Tratando de explicarme, en el deber y el derecho que deberíamos ejercer los seres racionales, de preservar el ambiente, a sabiendas que pretendemos sobrevivir en un mundo al revés, donde muchos sólo persiguen satisfacer intereses personales, destruyendo la posibilidad de perpetuar la vida, en el único planeta donde se conoce de su existencia, invoco algunos conceptos de “CONCIENCIA” …
La conciencia es el conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios. Sentido moral o ético propios de una persona.
La conciencia, en términos generales, puede definirse como esa capacidad que tiene el ser humano de “darse cuenta de… algo”. Aquello de lo que un ser humano puede darse cuenta, constituye el contenido de su conciencia o de sus estados conscientes.
“Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios”.
“Se dice que una persona tiene conciencia cuando tiene conocimientos de algo o se da cuenta de ello, especialmente de los propios actos y sus consecuencias”.
La conciencia se centra en la percepción del presente y la experiencia inmediata, mientras que la consciencia abarca una perspectiva más amplia, considerando nuestras creencias, valores y metas a largo plazo.
“Es la que juzga la acción en conformidad con los principios objetivos de la moralidad”.
En este particular hago un llamado especial al artículo 2 del “Código Civil” vigente en el “Estamento Legal de la República”
Cito:
“La ignorancia de la Ley no excusa de su cumplimiento”.
No puede, ni debe aceptarse la devastación que viene ocurriendo en los reservorios de fuentes de agua dulce, que dan vida a la vida, las zonas de mayor fragilidad ecológica, como lo es la montaña aledaña al caserío Santa Marta, parroquia Hilario Luna Luna, del Municipio Morán de este estado Lara; bosque nublado hábitat de más de 32 especies de animales que están en peligro de extinción y proveedora del agua al caserío, porque allí se encuentra la naciente de la quebrada “el Humo”, que surte del vital líquido a sus habitantes y están siendo devastadas por delincuentes, invasores de oficio, en búsqueda de la satisfacción del lucro avaro, con cuya actitud y acciones violan 3 artículos de la Constitución Nacional y más de 7 leyes protectoras del ambiente que parten de la “Ley Penal del Ambiente.”
Necesario es unificar esfuerzos para lograr parar una depredación que atenta contra nuestra descendencia y la de todos los seres vivos, con un llamado muy especial, a las autoridades que aceptaron la responsabilidad de preservar el ambiente en el país que es el séptimo reservorio de agua dulce del mundo, motivo por el cual continúo transcribiendo las palabras del doctor Juan Carlos Sánchez en el prólogo de la obra del doctor Rafael Javier Rodríguez Rodríguez…
“EL CAMBIO CLIMÁTICO: UNA RESPUESTA FÍSICA AL COMPORTAMIENTO HUMANO.”
… Un mundo en el que la humanidad está explotando a los ecosistemas hasta el límite de su capacidad de tolerancia, llevando a un número cada vez mayor de especies al peligro de extinción, en el que la degradación de los suelos y la desertificación avanza, la cobertura boscosa disminuye, la contaminación de los océanos aumenta, y la generación de desechos excede la capacidad de absorción de estos por el planeta, es un mundo que debe ser concebido de una manera diferente a como lo hemos hecho hasta hoy.
Quedarnos de brazos cruzados solo puede conducir a un crecimiento acelerado de la pobreza y la miseria a escalas sin precedentes, y a un retroceso generalizado de la calidad de vida.
En el desarrollo de las ciencias, al igual que en el desarrollo económico y social siempre ha habido desacuerdos y controversias cuando la sociedad se ve confrontada con la necesidad de realizar cambios profundos. Ahora nos encontramos en tal situación y se necesita tener la visión, la confianza, el compromiso y la solidaridad que permita aunar los esfuerzos para enfrentar la crisis ambiental. Es necesario que aprendamos a apreciar y valorar los beneficios derivados de mantener una actitud más responsable y respetuosa en nuestras interacciones con los medios naturales.
Este libro es una contribución a tal propósito.
Maximiliano Pérez Apóstol