«No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás, es tierra santa.» Éxodo 3:5.
Cada primero de Noviembre en el mundo de la cristiandad católica se celebra el Día de los Santos. Es por ello que en el artículo de esta semana nos referiremos especialmente a este tema. Obviamente nuestra intención no es confrontar y menos descalificar las opiniones de aquellos que han cultivado sus creencias ancestrales venidas más que todo por tradiciones, las influencias sociales y sobre todo familiares. Pero sentimos la necesidad de ayudar a aclarar conceptos que por siglos han sido mal interpretados. Es por ello, que seguimos escudriñando las Escrituras como el mismo Dios lo recomienda. Si, Dios nos insta a “Escudriñad las escrituras…” Juan 5:39. Quiere decir ahondar en su estudio, así nuestra firmeza espiritual y fe crecerán día a día.
El sentido y la significación exacta del término santo se consiguieron en la traducción de varios sinónimos griegos y hebreos que se refieren a lo que es santo. Y el término tiene, sin dar lugar a dudas, una definición muy clara. Santo es lo “sagrado y separado de lo común”. Es el alejamiento, el retiro de todo lo que contamina la relación con el Altísimo. El diccionario de la Lengua Española es concisa y precisa en cuanto a la definición. “La palabra hebrea para santo es “qadash”, que significa ser santificado, consagrado y dedicado a las cosas de Dios, o sea, estar separado del mundo y de las cosas mundanas”. Y obviamente se le aplica al pueblo de Dios. Santo, es la dedicación de algo o alguien a un uso religioso o sagrado, tomando como base la Biblia misma. “En algunos pasajes se expresa el concepto de santo con «apartado» (heb. Sûr) «apartarse», «retirarse»; gr. ekklíno, «desviarse de», «esquivar», «evitar». “Significa «abstenerse [apartarse] de»; traduce «huir [escapar] asustado de algo”. Refiere el D.B.A.
Es evidente entonces, que el concepto y su aplicación en las Sagradas Escrituras, no se refiere al hombre o mujer que fue muy bueno, que murió y supuestamente está en el cielo. Es claro que se refiere a aquel individuo o aquella cosa, que se aparta para Dios en vida. Peeero, la santidad no la da el hombre, una iglesia, una congregación o un concilio. No la decreta el hombre. ¡La norma que señala la santidad está en la boca de Dios a través de su Santa Palabra! ¡No es un canon un dogma! Es lo que se consagra a Dios, el uso que damos a nuestra vida, utensilios o tiempo en función de servirle indefectiblemente. En pocas palabras es «apartar» (heb. Sûr) «apartarse», «retirarse»; gr. ekklíno, «desviarse de», «esquivar», «evitar». «abstenerse de»; «huir [escapar] asustado de algo” de todo aquello que nos aleja del DIOS verdadero y de la verdad verdadera.
PREGUNTO. ¿Quién acuñó la definición de lo que es santo, que luego, en el futuro, se guardó en las enciclopedias y diccionarios de la lengua? Pues fue ÉL. El mismo DIOS. Cuando Moisés se acercó a la Zarza que no se apagaba en el monte. Dios le dijo: «No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás, es tierra santa.» Éxodo 3:5. Dios le estaba dejando claro que es ÉL quien decide lo que es apartado para su adoración. Que donde está su presencia es sagrado. Exclusivo para su adoración. Es propicio comentar y aclarar que el lugar donde estaba parado Moisés no era santo porque fuera un antiguo santuario. No. Era santo por causa de la presencia de Dios. Y las sandalias, Dios le ordena quitárselas por cuanto ellas representaban y podemos decir, siguen representando, lo malo, lo pecaminoso, las desviaciones conscientes que llevamos en nuestra vida, en la mente y en nuestro corazón. Si no nos las quitamos no vamos a poder colocarnos ante la presencia de DIOS. SEGUIREMOS sobre el tema.
¡Hasta el próximo artículo Dios mediante!
William Amaro Gutiérrez