Trabajo de www.talcualdigital.com
Dos migrantes salen de unas dunas y algunos matorrales con las manos esposadas hacia atrás en el sector Santa Teresa de El Paso, Texas, luego de que la tecnología de la que hace uso la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) los identificara y enviara una alerta a los funcionarios que los detuvieron.
Son poco más de las 8:00 a.m. del lunes 7 de octubre. Caminan lento, guiados por los funcionarios, son requisados y sus pertenencias –que les serán devueltas al ser deportados– se guardan en una bolsa plástica. Los uniformados les liberan una mano mientras les preguntan de dónde son, cuánto tiempo llevan migrando, les dan agua y les piden que no vayan a correr.
Rafael Neri es uno de los cientos de migrantes que aún cruza a Estados Unidos de manera ilegal por El Paso, con la idea de burlar a las autoridades y alcanzar el supuesto sueño americano. Su cara denota cansancio, su piel está curtida por el sol, su jean y chemise están bastante sucios y las uñas de sus manos almacenan gran cantidad de tierra. Son algunos de los estragos físicos de hacer la ruta migratoria.
Neri es un joven mexicano de apenas 26 años de edad, originario de Chilpancingo, estado de Guerrero. Es la segunda vez que pisa suelo estadounidense, la segunda que es detenido y también será la segunda deportación.
Solo trae consigo su identificación, un teléfono, audífonos, cargador y algunos cigarrillos.
Rafael Neri salió de su casa 15 días antes de su detención, dice que llegó a la frontera por medio de «un amigo» y que estuvo seis días «guardado en una bodega» (secuestrado) en el estado Chihuahua. «Me alimentaban bien», comenta.
No se atreve a afirmar que quienes lo guiaron por el camino son integrantes de organizaciones que trafican migrantes. «No sé nada de eso», sostiene, pero no es necesario indagar mucho más para que sus mismas palabras den señas: «Estuve tres días esperando pasar, ellos me daban instrucciones de por dónde pasar, pero me mandaron sin guía, me aventaban y ya; nunca los conocí, me daban instrucciones por mensajes», detalla.
El mexicano cuenta que no estaba motivado a migrar a los EEUU, pero que su hermana, que tiene 15 años viviendo ahí, le insistió: «Yo en principio le dije que no porque estoy viviendo con mi familia y me vine casi a fuerza. Ella pagó todo y la neta no sé cuánto pagó«.
«Traficar con personas se ha convertido en un negocio multimillonario: son organizaciones despiadadas que les cobran en promedio desde 7.000 hasta 15.000 dólares a los migrantes, dependiendo del país de dónde vengan», explica a TalCual Claudio Herrera, funcionario de la Patrulla Fronteriza.
Rafael será deportado en los próximos días a su México natal y volverá a trabajar en el campo sembrando maíz. «Esta es la última vez (que intenta ir a Estados Unidos)», asevera.
Con el mexicano viene otro migrante que no pronuncia palabra y tapa su rostro. También es subido a la patrulla y será deportado lo más pronto posible.
Antes de las 7:00 a.m. del lunes 7 de octubre dos migrantes más son capturados tras ingresar por la zona de Anapra. Ambos hombres, el primer apresado por los funcionarios de la Patrulla Fronteriza tiene unos 25 años de edad. El segundo se escondió entre los pastizales desérticos de poca altura, pero inmediatamente se desplegaron los agentes a caballos y lo localizaron para procesarlo.
Aunque la cifra de migrantes que cruza desde México a Estados Unidos ha disminuido considerablemente desde que el presidente Joe Biden emitiera el pasado mes de junio la orden que restringe la entrada, el asilo de indocumentados y acelera las deportaciones, aún son miles de migrantes los que se atreven a tomar esta peligrosa alternativa para ingresar a Norteamérica por alguna de las fronteras.
«Hemos registrado más de 243 mil detenciones en lo que va del año fiscal 2024 (octubre 2023-septiembre 2024). En esta estación (Santa Teresa en Nuevo México) es donde más detenciones ha habido en comparación con otras zonas de El Paso, acá es donde hay más encuentros con migrantes que quieren evadir la detención de los agentes; son migrantes que corren y no están pidiendo asilo político», explica el funcionario Herrera.
Añade que la mayoría de estos migrantes llegan a EEUU tras ser engañados por traficantes de personas, pues estas organizaciones criminales «les prometen traerlos de manera fácil, que solo cruzan la frontera y piden asilo», pero enfatiza que esta acción lo que hace es afectar a los inmigrantes y su posibilidad de permanecer en ese país.
Ingresar ilegalmente a los EEUU es un delito porque es una violación a las leyes migratorias de esta nación, pues el acto de cruzar la frontera sin pasar por los puntos de entrada oficiales o sin la debida autorización contraviene el Título 8 del Código de los Estados Unidos, que regula la migración y naturalización.
El cruce irregular en un primer intento está clasificado como una falta menor, pero puede escalar a delito grave si el migrante es reincidente; además, el acceso ilegal conlleva sanciones como las deportaciones inmediatas, multas y restricciones a futuro para el ingreso legal a Norteamérica.
Orlando Marrero Rubio, un agente supervisor de la Patrulla Fronteriza, añade que cruzar ilegalmente «hace inelegibles (a los migrantes) a obtener residencia, se les prohíbe cualquier trámite legal e incluso pueden ir a prisión». También se les impone una prohibición especial de cinco años para acceder al país por cada vez que ingresen de manera irregular.
Diariamente en El Paso, en 2023, cruzaban más de 2.600 personas y en la actualidad se contabilizan un poco más de 400 por día. El llamado de las autoridades a la comunidad migrante es que «sea consciente de las consecuencias y los peligros de cruzar de manera ilegal o de pagar; piénselo dos veces o lo que sea necesario, pero no lo haga, hay muchos riesgos», insiste Herrera al recomendar hacer uso de vías legales para mudarse a EEUU como el CBP One, parole humanitario o movilidad segura; planes especiales para migrantes y refugiados de Centroamérica y Suramérica.
Un sinfín de peligros al acecho
La ruta migratoria está minada de peligros para todas las personas, sean de la nacionalidad que sean, para los que viajan de Centroamérica, Suramérica, África, Europa, Asia o de cualquier rincón del mundo, con la intención de llegar a Estados Unidos para establecerse y buscar un futuro mejor.
Los riesgos pueden provenir de la naturaleza o, peor aún, de los humanos por medio de organizaciones criminales, que lo menos que le importan son las vidas de los migrantes, ya que es un negocio que les deja miles o hasta millones de dólares.
Landon Hutchens, oficial de relaciones públicas de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, subraya que son las organizaciones criminales las que controlan el cruce desde México a Estados Unidos, es decir, ningún migrante puede burlar ese dominio.
Los grupos irregulares identificados por los EEUU son en su mayoría de México: «Hay tres grandes carteles: La Empresa, La Línea y Sinaloa», precisa Hutchens, quien agrega que «el Tren de Aragua es un nuevo grupo en nuestra región» que ya se ha inmiscuido en el tráfico de personas.
«A veces, La Línea y Sinaloa tienen una guerra y entre ellos matan a los migrantes de los otros carteles porque no obtuvieron nada de dinero de ese migrante», especifica Landon Hutchens.
Además del tráfico de personas, estas bandas se dedican al tráfico de drogas a Estados Unidos.
El funcionario Marrero Rubio describe que entre los peligros destacan caídas de entre siete y nueve metros de altura en el cerro Cristo Rey, frontera natural entre México y EEUU que no tiene muro fronterizo ni cerco metálico, una ruta que toman cientos de migrantes tras recibir orientaciones de carteles. Es un terreno bastante rocoso donde se dan muchos rescates, muertes y lesiones como fracturas, que incluso afectan a los agentes durante la captura de migrantes.
Antes de que levante el sol tras el cerro Cristo Rey, desde uno de los helicópteros patrulleros pueden divisarse al menos unos 12 migrantes escondidos que hacen señas con las manos. Están distribuidos en tres grupos y se distingue que una de las personas es un adolescente. Esperan en el peligroso terreno el momento «ideal» o la indicación de algún coyote para cruzar la línea a Estados Unidos; sin embargo, ya están en el radar de los agentes y su detención es segura.
Otro hombre robusto está en el tope del muro fronterizo para lanzarse a suelo estadounidense. Aún no amanece, pero al percatarse del sobrevuelo del helicóptero echa marcha atrás. Son muchos los que se atreven a saltar la muralla que mide entre tres y nueve metros de altura y terminan con lesiones en el cuerpo.
Numerosos caminantes que desean llegar a EEUU son abandonados por los coyotes en el desierto abierto, sin agua, y quedan expuestos a altas temperaturas que pueden sobrepasar los 42º centígrados; estas condiciones extremas han conllevado que muchos lleguen deshidratados, enfermos o fallezcan en el intento.
Algunos migrantes ingresan a Estados Unidos por el desierto y pasan semanas caminando sin encontrar nada hasta que fallecen. Pasado el tiempo, los funcionarios han encontrado huesos, cráneos y otros restos humanos.
En lo que va de año se han registrado más de 170 muertes de migrantes intentando llegar ilegalmente a Estados Unidos. Solo en el cruce por El Paso la cifra de fallecidos supera los 66.
A estos peligros se suman la presencia de animales como serpientes cascabeles, gatos monteses, escorpiones, arañas y otras especies ponzoñosas que atacan a los migrantes.
Pero estas no son todas las amenazas a la que se exponen los caminantes, pues existen las llamadas «casas de seguridad», que son otro problema que las autoridades tratan de enfrentar. En el último año han desmantelado unas 278 propiedades de este tipo, donde los coyotes secuestran a las personas y las mantienen para extorsionar a sus familiares por más dinero. La Patrulla Fronteriza ha rescatado y arrestado más de 2.700 personas de distintas nacionalidades de estas viviendas.
Los migrantes en estas casas reciben poca comida, son tratados mal, carecen de servicios públicos y hasta pueden llegar a ser víctimas de trata de personas. «Hemos identificado que estas casas de seguridad también se han utilizado para albergar armas y narcóticos», afirma el funcionario Claudio Herrera.
Ningún migrante que entra de manera irregular a Estados Unidos pasa desapercibido de los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, pues cuentan con novedosas tecnologías que por medio de cámaras identifican el ingreso de una persona, la monitorea y envía señales a las estaciones de control hasta que se detiene.
Algunos de los dispositivos utilizados para la detección de migrantes son torres con cámaras de gran alcance, globos aerostáticos y helicópteros que monitorean día y noche, funcionarios con vehículos todoterreno, perros k9 (policías) y hasta agentes a caballos para vigilar la frontera entre México y Estados Unidos.
La Patrulla Fronteriza contabilizó más de 55.000 detenciones el pasado mes de septiembre de migrantes que ingresaron de forma irregular por las distintas fronteras; las principales nacionalidades que llegan a EEUU son de Venezuela, México, Colombia, Honduras y Guatemala, pero han ingresado personas de más de 160 países.