Hasta los veinte años de mi vida disfruté haber convivido con mi tía Casta, refiere la doctora en medicina laboral Josefa Elena Arocha. Con ella también estuvo mi hermano mayor Silvio, pianista y profesor de música.
—Nos consitió en su casa de la calle 29, entre las carreras 17 y 18, de Barquisimeto —refiere al ser entrevistada para El Impulso.—Esa vivienda estaba al lado del Garage Moderno, que hoy está invadida. Allí jugábamos, salíamos a correr en bicicleta, sitio donde crecimos, no sólo mi hermano y yo, sino también mis primos. Estábamos bajo la tutela de mi abuela Josefa, que era la hermana de mi tìa Casta. Y mi tía Casta se ocupaba de sí íbamos al colegio, si teníamos que hacer una tarea, y nos recomendaba consultar los libros que habían en la biblioteca de la casa.
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Hasta los veinte años conviví en la casa de mi tía Casta, porque ella quería compartir momentos con sus sobrinos. Aprendimos mucho porque nos entusiamaba a estudiar. Nos llevaba a exposiciones y a conciertos. Frecuentábamos el teatro Juares.
Cualquier cosa que nos sirviera para aprender, allí nos metía, prosigue. Y me parecía muy natural las frecuentes visitas de personalidades de la ciudad y fuera de la misma. Veíamos al doctor Méndez Llamozas, Argimiro Bracamonte y de otros profesionales. Pero, como gente joven, no sabíamos la relevancia de esas personas.
Mi tía estaba metida en muchas actividades y tenía reuniones en la Liga Antituberculosa, en la Sociedad de Amigos de Barquisimeto y los domingos, entre las 8 y las 9 de la mañana, tenía su programa Panorama Cultural Venezolano en Radio Barquisimeto. Yo, de chiquita, la acompañaba a esa emisora. Y me parecía como naural todo lo que hacía.
Lo que si nos llamó la atención fue cuando en el año 1.968 fue electa Mujer de Venezuela, porque, indudablemente, nos percatamos de la importancia que tenía y la proyección que había alcanzado en todo el país, por cuanto su escogencia indicaba claramente que se trataba de una figura muy grande en el país.
Esa distinción había sido concedida a la primera pediatra de Venezuela, la doctora Lya Imber y también fue escogida la señora Menca de Leoni por haber creado la Fundación del Niño. A mi tía se le reconocian méritos diversos como educadora, promotora de cultura, periodista, defensora de los derechos de la mujer y, en fin, como una mujer extraordinaria.
Y yo asistí con ella a diversos actos, como a los aniversarios de la batalla de Carabobo, la batalla del Lago de Maracaibo, entre otros, porque ella nos decía que todas esas cosas teníamos que verlas para saber de historia.
Al conmemorarse los cincuenta años de su fallecimiento, me siento muy orgullosa porque los familiares de una persona tan brillante para el país, no nos damos cuenta de su importancia porque hemos compartido momentos de su vida con toda naturalidad.
Revela la doctora Josefa Elena Arocha que el primero de julio de 1.910, el día que nació Casta Joaquina Riera en Churuguara, estado Falcón, murió su progenitora, Joaquina. Su padre fue Solón Riera, telegrafista, quien trabajó como tal en varias partes de Urdaneta. La cría de la niña estuvo a cargo de su abuela, Emilia Castellanos. Y su maestra fue Dorotea Esser, recibiendo la mayor influencia de Mosquera Suárez.