Lo primero que hizo Dios al crear los universos fue ampliarlos más, para que todos cupiéramos en ellos y fuéramos felices, con todas las libertades abiertas.
“Si crees que eres pobre, ponle precio a tus manos, comprenderás lo afortunado que eres”
(Diego Rivera)
Cada hombre carga con su cruz a cuestas, de la misma manera que cada uno es dueño de sus actos, sus pensamientos y se fija sus propias normas internas, manteniendo en la mente la firme convicción de que logrará llegar a cada meta propuesta.
Las realidades de la vida nos empujan a insistir y avanzar retirando los estorbos del camino. Unos tienen éxito, otros van atrás tratando de alcanzar los suyos propios. En la lucha se aprende más del fracaso que del triunfo; el fracaso proporciona fortaleza moral. Es desde abajo en las duras pruebas donde mejor se mide la altura de un hombre corajudo y verdadero. Cuando se está abajo, la dura vida enseña lo que puede el esfuerzo y el empeño.
Las barreras de la comodidad encierran al hombre en su temor de perder y de vivir aferrado a sus cosas materiales, esas que un día serán de otros. Las barreras materiales impiden al espíritu disfrutar y celebrar la magnífica alegría de lo que es la tranquilidad de vivir en armonía con los demás y consigo mismo. A lo largo de la vida encontramos un sinfín de heroísmos, de cobardías, de buenas obras, de glorias, de aciertos y fracasos. Irónicamente las lecciones que recibimos a diario, demuestran que no siempre es exitoso el más fuerte, sino el que nunca se cansa de luchar.
“El amor destruye murallas, los desengaños las levantan más altas dejando siempre abierta una pequeña puerta: la esperanza”.
(D. Rivera)
Las pruebas por las que tiene que pasar el ser humano lo hacen más sensible y dispuesto a seguir forjando sus ideas, fortaleciendo su personalidad y su carácter, a la vez dando gracias a todo aquello que le da la oportunidad de seguir, aprender, superarse y avanzar. La historia conserva hechos heroicos de hombres y mujeres atrevidos que salieron adelante y triunfaron, revelando su espíritu vencedor.
Nuestra sociedad está orientada hacia objetivos que buscan obtener solución inmediata a cada problema. Nos abastecemos de aparatos para no esperar, vivimos a una velocidad vertiginosa, pretendemos sin lucha ni esfuerzo alcanzar el éxito.
La vida es un viaje interminable de aprendizaje y de prácticas. La autorrealización no es gratis. Es necesario darse tiempo para vivir, soñar y aprender igual que para triunfar. Todo tiene su tiempo y a este debemos atenernos: Hay tiempo para disfrutar y tiempo para descansar, tiempo para avanzar y tiempo para detenerse. Poco a poco la misma vida nos va mostrando la ruta a seguir, siendo un privilegio haberla vivido y compartido con otros los momentos duros y también los más felices.
Nadie puede ser feliz viviendo solo para sí mismo. El éxito no se mide por lo que se ha logrado, se mide por la lucha y sacrificios que representa llegar hasta él, más honroso lo es cuando quien llega a la cima es un hombre que lleva encima muchos inviernos. El triunfo no siempre llega vestido de gala ni de juventud…
Siga su estrella y hágale con ánimo a la tarea de vivir. Avance, no permitan que le obstruyan la luz de su sol, de su libertad y de sus alegrías.
Amanda Niño P.