El Wombat, científicamente conocido como Vombatus ursinus, es uno de los animales más singulares y menos conocidos de Australia. A menudo eclipsado por criaturas icónicas como los canguros y koalas.
Su cuerpo es compacto y está adaptado para excavar: cuentan con patas cortas y fuertes con garras potentes, lo que les permite cavar elaborados sistemas de madrigueras subterráneas. Su piel gruesa y huesos sólidos, especialmente en la región de la pelvis, actúan como una armadura natural para protegerse de los depredadores mientras están en sus túneles.
Poseen un rasgo sorprendente: la capacidad de producir heces en forma de cubo. Esto se debe a la anatomía única de su tracto digestivo, que comprime los excrementos en estas formas para evitar que rueden y se dispersen, marcando así su territorio de manera efectiva.
Los wombats habitan en las zonas boscosas y montañosas de Australia, donde cavan extensas redes de túneles y madrigueras. Estas estructuras subterráneas no solo les proporcionan un refugio seguro, sino que también desempeñan un papel crucial en el equilibrio del suelo del ecosistema, contribuyendo a la aireación del terreno y facilitando el crecimiento de las plantas.
A pesar de ser principalmente solitarios y nocturnos, los wombats pueden compartir sus madrigueras con otros de su especie en épocas de escasez o cuando las condiciones climáticas son adversas.
Debido a su metabolismo extremadamente lento, pueden tardar hasta 14 días en digerir por completo su comida. Este rasgo les permite extraer la mayor cantidad de nutrientes posible de una dieta relativamente pobre y les ayuda a sobrevivir en áreas donde otros herbívoros no lo lograrían.
En el folclore aborigen austral a menudo se asocia al wombat con la tenacidad, la perseverancia y la conexión con la tierra debido a su habilidad para excavar madrigueras profundas. Se le considera un «ingeniero natural» asociado con la idea de construir y proteger su hogar.