Si, al estilo de los antiguos griegos, entendemos por filosofía la búsqueda de la sabiduría, entonces el humanista barquisimetano Alberto Castillo Arráez encaja en esa definición. Pues toda la vida estuvo a la búsqueda insaciable del conocimiento para lo cual se capacita con 3 títulos universitarios, entre estos un doctorado en filosofía más su ejercicio docente aunado a su superior pensamiento.
Se trata de un intelectual polifacético de dimensión universal por las actividades que desarrolló. La filosofía es uno de sus quehaceres no conocido en amplitud.
Ciertamente, Castillo Arráez cultiva la ciencia social madre de lo general desde la cátedra en la Universidad Central de Venezuela, más la lúcida reflexión, análisis, investigación y la escritura de 2 libros. Es decir, que no fue un simple dador de clases sobre esta disciplina.
No podía ser de otra manera, dado que este barquisimetano supo empinarse como pensador de su tiempo en la Venezuela tradicional antes de ascender a una sociedad de masas moderna.
En ese campo es también un pionero con sus aportes a esta disciplina. Una ciencia considerada por algunos como inútil por sus planteamientos teoricistas alejados de la cotidiana actividad del hombre que siempre espera resultados tangibles de lo que hace.
En este ámbito destaca como pedagogo en la educación superior del país. Por lo que primero lo avala su condición de fundador de la Facultad de Educación y Humanidades de la UCV en 1946 donde imparte la materia de filosofía. También su labor docente en el Instituto Pedagógico Nacional.
Castillo Arráez es un cultivador de la filosofía del espiritualismo cuyo exponente máximo es el francés Bergson. Para Bergson el mundo está conformado por cosas quietas a las que se compone y recompone como lo hace el hombre en la vida diaria.
La misma consiste en la aceptación del espíritu como ente dominante del pensamiento humano. Es el mundo subjetivo de la conciencia social contrario al ser social de lo material.
No lo confundamos con el espiritismo, una manifestación de la magia negra del mundo de los brujos con sus sesiones, en las cuales se registran estados de trance para la comunicación con el más allá de los muertos. Filosofía que en la Venezuela del siglo XIX tuvo en Fermín Toro a un decidido seguidor.
Toda la vida destaca como un inquieto pensador, investigador y escritor de esta ciencia. Su contribución a la filosofía está representada por los libros: El espiritualismo bergsoniano y Metodología de la historia. José Hernán Albornoz lo incluye en su libro Diccionario filosófico.
Un hombre forjado en un hogar católico, cuyo paisaje demográfico es una ciudad bucólica, abraza este sistema filosófico, que describe la esencia de la existencia humana desde la subjetividad del pensamiento opuesto radicalmente al materialismo. El más indicado para su cosmovisión del mundo. Su manera de encontrarle sentido a la vida por medio de la filosofía.
Por ende, Castillo Arráez suscribe la metafísica como explicación del mundo, contrario a la dialéctica del griego Heráclito, célebre por su afirmación de que nunca nos bañamos dos veces en el mismo río. Pero el hecho de adherirse a esta corriente de la filosofía no significa que sea opuesto al cambio en el cual creía firmemente por negar la misma el movimiento.
La vertiente del filósofo Alberto Castillo Arráez la recordamos al cumplirse en este mes de agosto 42 años de su fallecimiento. Es de los pocos en el mundo del conocimiento en destacar en este ámbito en el estado Lara. Con razón su hijo Alberto Castillo Vicci lo ha llamado “hombre de varios mundos”, morador de una añeja casa en la calle 23 frente a la iglesia San Francisco.
Freddy Torrealba Z.