Sudamérica atraviesa una de las peores crisis ambientales de su historia reciente. Los incendios forestales se han descontrolado en la región, alcanzando niveles récord en lo que va de 2024. Según datos del Instituto Brasileño de Investigaciones Espaciales (INPE), se han registrado más de 350.000 focos de calor, superando las cifras de los últimos 15 años.
Brasil y Bolivia son los países más afectados, concentrando la mayor parte de los incendios. La Amazonía, el pulmón del planeta, se encuentra en grave peligro, con millones de hectáreas reducidas a cenizas. El humo generado por estos incendios ha afectado la calidad del aire en gran parte de Sudamérica, causando problemas respiratorios en la población y obligando a suspender vuelos en varias ciudades.
La combinación de factores como la sequía histórica, la deforestación y las prácticas agrícolas inadecuadas ha creado las condiciones perfectas para la propagación de los incendios. Expertos advierten que esta situación no solo pone en riesgo la biodiversidad de la región, sino que también tiene graves consecuencias para el clima global.
El Gobierno brasileño ha reconocido la gravedad de la situación y ha desplegado equipos de bomberos para combatir las llamas. Sin embargo, las críticas a su gestión ambiental no se han hecho esperar, ya que muchos consideran que las políticas de Bolsonaro han favorecido la deforestación y los incendios.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la crisis ambiental en Sudamérica y ha ofrecido ayuda a los países afectados. Sin embargo, los expertos advierten que se necesitan medidas urgentes y coordinadas a nivel global para enfrentar este desafío.
La situación en Sudamérica es alarmante y requiere una acción inmediata y decidida por parte de los gobiernos de la región y de la comunidad internacional. La protección de los bosques y la lucha contra el cambio climático son desafíos que deben abordarse de manera conjunta y urgente.