Abrazar la causa de la cultura y el arte como forma de liberación de la humanidad es obra de la exigua pléyade de hombres sensibles y lucidos integrantes de la inmensa minoría.
A esa singular minoría pertenece Argimiro Briceño León, un intelectual de variadas siluetas nacido el 11 de septiembre de 1931 en el caserío San Juan de la Cruz, municipio Rafael Rangel del estado Trujillo. Un hombre de cosmopolita cultura con conciencia de lo nacional y universal que fusiona certeramente en sus variados quehaceres.
Por lo que es un espectador y activista cultural con criterio y formación necesarios para asumir una obra de arte. Se trata de alguien en quien confluyen el humanista que acumula dilatados conocimientos, similar a lo ocurrido en el periodo histórico del Renacimiento
Su intento por hacerse de un título de abogado en la UCV no fructifica precisamente por su pasión por los asuntos del arte los cuales lo absorben en lo que tal vez constituye una forma de vida bohemia. Entonces, cierra filas en la educación no formal del autodidactismo que ha pulido con esmero dado su variada formación humanística. Es el típico intelectual orgánico a que se refiriera el pensador italiano Antonio Gramsci.
En esos inquietos andares su vida ha sido una fascinante aventura por faenas de: la literatura, música, artes plásticas, fotografía, teatro, arquitectura, cine, gerencia cultural y todo lo que signifique estética en este mundo de los humanos.
Encaja justamente en la definición de los viajes como forma de cultura. Precisamente lo que ha sido su existencia de trotamundo y asimilador de la cultura de otros países, en algunos como viajero y otros en funciones diplomáticas.
Así lo registra su permanencia en Argentina, en la década de 1960, como funcionario cultural de la embajada de Venezuela. Recorre varios países europeos como parte del necesario placer con fines siempre civilizatorios.
En la condición de creador literario se trata de un narrador de cuentos con algunas publicaciones sueltas en varios medios culturales del país. Su amigo el poeta y periodista Ramón Rivasáez lo perfila como un cuentista inédito.
Su sólida capacitación cultural se la debe a las constantes lecturas de la mejor literatura nutriéndose, entre otros autores, de: Rubén Darío, Santa Teresa de Jesús, Góngora, Calderón de la Barca, Miguel Ángel Asturias y Jorge Luis Borges.
La música siempre lo ha seducido formando parte en los años de estudiante de derecho del Orfeón Universitario de la UCV. En este ámbito oscila entre lo folclórico, popular y académico que conoce a fondo como buen melómano. Cantó tangos, boleros y rancheras en tascas de Roma y Madrid.
También comparte escenario con el célebre cantor español Paco Ibáñez en Barcelona, España durante la entrega del Premio Internacional de Novela Seix Barral a su primo Adriano González León. Además es un apasionado seguidor de la música salsa que escucha y baila con conocimiento de causa.
El trabajador cultural no podía faltar como activista de varios grupos literarios en los años 60 junto a su primo Adriano González León. En consecuencia, es un activista de la República del Este que reunió a lo más selecto de la intelectualidad del país.
Hacedor de aventuras y enriquecedores hechos hizo amistad con el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien le obsequió la máquina con la cual escribió la novela La Casa Verde con la que ganó el Premio Literario Rómulo Gallegos en 1967.
No es indiferente a la situación político social del país. Motivado por esa inquietud en la década de 1960 se vincula a la izquierda insurrecta que, como lo dejar Marx, intenta tomar el cielo por asalto y fracasa.
También fue testigo excepcional de la polémica pública en Buenos Aires entre Jorge Luis Borges y su primo Adriano González, quien cuestionó aspectos de la obra del célebre escritor argentino.
Todo lo que signifique estética es acogido por su persona desde que tiene uso de la razón. Y lo sigue haciendo hasta la actualidad cuando arriba a los 93 años de provechosa existencia.
Con esa indetenible búsqueda de la belleza, como constante descubrimiento, le ha avituallado sentido a la esta efímera vida para no perecer temprano y al alcance de la mano.
Hechos salvadores que lo han convertido en un hombre dedicado a estas libertarias tareas del intelecto contrarias al horror, tragedia y miedo de los regímenes totalitarios. La consumación de la vida como: fiesta, aventura, placer, buen gusto, amor, alegría, felicidad, viajes y el alentador arte para realizarse como hombre de bien que es.
Freddy Torrealba Z.