Todos los seres humanos guardamos en el baúl del corazón los más bellos y hermosos recuerdos que algún día fueron la fuente de la felicidad y dejaron momentos inolvidables que el tiempo no borrará jamás ni el viento podrá arrastrarlos para sepultarlos en el olvido.
El arroyo de un amor es la incidencia de una versatilidad que proporciona la sabiduría para poder escribir un relato, una estabilidad para lograr el equilibrio de las emociones sentidas en los pasos de la vida que hemos vivido. El arroyo de un amor lleva navegando un barco cargado de emociones, alegría y felicidad buscando un mundo incierto para descansar. El arroyo de un amor deja ver a través de la transparencia de sus aguas cristalinas un momento único llamado amor que desata una tormentosa lluvia de sentires que luego se convierten en una tormenta de ilusiones y una tempestad de adversidades que ocasionan momentos de tristeza que tenemos que vencer. El amor va navegando para buscar un cauce para reposar en la arena y desbordar ese arroyo con palabras hermosas que limpian el agua de los sentimientos. El arroyo del amor sentirá la fuerza de la lluvia de los sueños y el afecto de una compañía que llene el vacío que dejó la ausencia del agua del sonreír. El arroyo del amor buscará la montaña para sentirse libre y buscar en los matorrales la paz para respirar..
El arroyo del amor esconderá en su corriente la ruta que va a transitar para buscar en sus carencias los motivos para luchar. El amor se sumergirá en las profundidades de este arroyo para ahogar sus penas y luego emergerá para gritar que nunca morirá y que por siempre renacerá en el caudal de los sentimientos. El arroyo del amor dejará la humedad del corazón y la palpitación del sentimiento que demostrará el deseo de amar para toda la eternidad porque el amor es el astro dorado universal que ilumina los corazones llenándolos de alegría y optimismo hasta convertir las esperanzas en brillante y eterna aurora. El amor es tan sublime que comienza no se como se siente no se donde y termina no se cuando. Finalmente digo que Yo nunca he renunciado ni renunciaré jamás al amor y a lo único que si Yo renuncié y para siempre fué a la persona que no me supo amar.
Profesor José Luis Mogollón