Después de cometer una doble falta que lo dejó dos sets a cero —un déficit que nunca ha superado— en la segunda ronda del Abierto de Estados Unidos el jueves por la noche, Carlos Alcaraz se colgó la bolsa de su equipo al hombro y caminó con dificultad hacia el vestuario.
Mirando en dirección a su entrenador, el campeón del Abierto de Francia de 2003 Juan Carlos Ferrero, Alcaraz señaló su sien con su dedo índice derecho y luego movió el dedo, como si dijera: «No estoy pensando con claridad».
Se le podría haber disculpado por estar confundido por lo que estaba sucediendo bajo el techo retráctil cerrado en el Arthur Ashe Stadium en una noche fría, y un set después, la racha invicta de 15 partidos de Alcaraz en Grand Slam terminó con una descuidada derrota por 6-1, 7-5, 6-4 ante Botic van de Zandschulp, 74º en el ranking.
“Durante el partido, luché contra mí mismo, en mi mente. En el tenis, juegas contra alguien que quiere lo mismo que tú: ganar el partido, y tienes que estar lo más tranquilo posible, pensar mejor en el partido e intentar hacer cosas buenas”, dijo Alcaraz. “Hoy estaba jugando contra el oponente y estaba jugando contra mí mismo, en mi mente. Había muchas emociones que no podía controlar”.
Racha de victorias de Alcaraz
El resultado eliminó al favorito masculino previo al torneo y ciertamente era difícil de predecir de antemano, dada la posición de Alcaraz, cabeza de serie número 3, en el juego, su excelencia últimamente y el currículum mucho menor de su oponente.
Ganó el Abierto de Francia en junio y Wimbledon en julio para elevar su total de carrera a cuatro campeonatos importantes, incluido el título en Flushing Meadows en 2022. Luego, a principios de agosto, Alcaraz ganó una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París, perdiendo ante Novak Djokovic en la final.
Tal vez, reconoció Alcaraz, un calendario tenístico que calificó de “tan apretado” lo agotó demasiado.
“Probablemente llegué aquí sin tanta energía como pensé que iba a tener”, dijo. “Pero no quiero poner eso como excusa”.
