#OPINIÓN El mérito de un regalo #28Ago

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No hay mérito en regalar,
lo que no queremos o no nos gusta.
Colette.

Truman Capote visita a Colette.- En sus últimos años de vida Colette la famosa artista francesa por homenaje del pueblo galo, le fue concedido como habitación hasta su muerte el Palais Royal. Allí Colette se ataviaba para disimular su demacrada salud y lucia resplandeciente, acompañada de sus gatos a los cuales amaba y al lado de su cama exhibía orgullosa una colección de Pisapapeles. Aconteció que Truman Capote uno de los escritores más icónicos del siglo XX, quien tenía admiración por Colette por ser ella además novelista, periodista, guionista, libretista y artista de revistas y cabaré; decidió visitarla e hizo en barco la travesía desde New York a París por el atlántico. Al llegar a París, Truman Capote se encontró con Colette y esas dos almas artísticas compartieron por algunos días anécdotas, experiencias y narrativas de sus vidas como escritores a la vez de personales. Se sintieron mutuamente agradados y complacidos el uno con el otro en las visitas diarias que le daban aliento a Colette en esos tiempos de enfermedad. El último día de visita cuando Truman Capote se despedía, Colette tomó de entre sus pisapapeles el más espléndido, el más bonito, el más llamativo, el que ella más quería, el cual aprisionaba dentro de sí una hermosa rosa y con grande emoción y desprendimiento se lo puso en las manos a Truman Capote como obsequio por haberla ido a visitar desde tan lejos. Ante este gesto, Truman Capote le dijo a Colette. No puedo aceptar tu obsequio porque es el pisapapeles que más quieres, es el pisapapeles que más te gusta. A lo que Colette le respondió: ¡Qué sentido tiene regalar lo que no nos gusta, o lo que no queremos!. El mérito está en desprendernos de lo que más queremos, de lo que nos gusta y no de lo que no sirve o de lo que carece de importancia o de valor para nosotros.

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La galleta mordida.- Cierta ocasión un señor pidió a su vecina un bocado ante una famélica crisis que estaba experimentando. Y aconteció que la vecina destapó en su cara un envoltorio o paquete de 15 galletas de guayaba y sacó únicamente una galleta la cual previamente mordió a la mitad y le obsequió al vecino la otra mitad. Hay que mencionar que este vecino era particularmente generoso ayudando a su vecina cuando ésta lo requería y que los aportes que él hacía la familia vecina eran verdaderos actos de desprendimientos. Pero al llegar el momento de la vecina de mostrar de qué estaba hecho su corazón, pudo el vecino calibrar que su agradecimiento era tan menguado como una galleta mordida. No quería ni quiso la vecina reducir su paquete de galletas y se tuvo que cerciorar de comerse la mitad de la galleta que estaba obsequiando. No podía permitir que su vecino se comiera la galleta entera y por eso se la mordió. Para quien todo el tiempo había sido su auxiliador solo se comiera 10 gramos de galleta en vez de los 20 gramos que pesaba la unidad. Quienes así proceden en la vida, para el momento de quererse lucir de que vean que están haciendo algo por otros, son de aquellos que regalan objetos rotos, comida podrida o hacen desplantes a quienes de alguna manera les sirvieron en la vida y en vez de lucirse terminan desluciéndose. Pilas, que Dios te está observando.

Nadie da lo que no tiene.- Nadie puede comportarse mínimamente agradecido o particularmente espléndido si lo que tiene es un corazón miserable. Los miserables, solo regalan miseria, para eso usan también el olvido y el transcurso del tiempo, para retribuir “nada”. Los egoístas, los envidiosos, los desagradecidos, los mala paga, quienes usan y abusan de la buena fe y del buen corazón de los demás solo retribuyen miseria, maldad e infamia a cambio del bien que reciben. La gente mal agradecida o la gente avara, es incapaz de actos de nobleza recíproca para quienes han sido nobles con ellas. La mayoría de las veces no dan o no retribuyen lo que reciben, no porque no tengan, sino porque no les da la gana devolver el noble gesto, porque son acumuladores y piensan que se descapitalizarán, cuando en realidad se están des-espiritualizando. Porque son de codos duros o de brazos cortos como el tiranosaurio rex. La expresión “nadie da lo que no tiene”, no solo significa que alguien se encuentre en la incapacidad física de dar u obsequiar aun queriendo, aquello de lo que materialmente carece o de lo que no es propietario, sino que también es referido a que muchas personas se encuentran imposibilitadas espiritualmente de obsequiar a sus semejantes, a sus hermanos o a sus amigos, porque la obscuridad de sus almas y la indigencia de sus espíritus por la ruindad que los caracteriza les imposibilita ser buena gente o a ser agradecidos como actos de reciprocidad y nobleza, porque son miserables y aprovechados llenos de perversión. Cuando regalamos lo peor de nosotros, estamos demostrando cuales peores somos. Al obsequiar lo malo, lo dañado, lo que no sirve, lo vulgar, lo que ya no nos gusta o lo que no queremos, estamos demostrando que también somos malos, dañados, que no servimos, que somos vulgares, que nos encubrimos pues no nos gustamos a nosotros mismos y que no nos queremos como hijos de Dios; pues en vez de dar u obsequiar nuestra mejor imagen o nuestra mejor versión, damos la imagen más miserable y las más baja que podemos regalar.

Nuestros actos nos definen.- No importa quiénes somos por dentro, son nuestros actos los que nos definen. Cuando un ser humano se comporta cual saltimbanqui, para reflejar una imagen que no es la real; siempre la esencia muestra su rostro, independientemente de las acrobacias por esconderlo. Si eres bondadoso o estás lleno de maldad, tus actos te delatarán. Y toda acrobacia para ser mejor persona, fructificará en un mejor ser humano. Si el corazón es bueno, la bondad se manifiesta sin ningún esfuerzo; y cuando el corazón es como la hiel, continuamente dejamos un sabor amargo en las relaciones con nuestro prójimo. ¿Pero podría ser un dogma afirmar que somos humanos y por tanto personas y que la cualidad de personas nos garantiza humanidad esencial? Hay quienes definen a la gente como seres triunos; no por equipararnos con las tres divinas personas, sino porque en la complejidad de la mente humana, en la materialización de sus pensamientos y de sus acciones; cada individuo posee tres personalidades: lo que somos, lo que creemos que somos y lo que los demás piensan que somos. Algo así como remontarnos al problema del ser en la ontología aristotélica en el deslinde de las disciplinas científicas. Y cabría preguntarnos: ¿Cuál es el concepto que tenemos de nosotros como personas y cuál es nuestra finalidad para trascender como seres humanos?, ¿qué nos diferencia de las demás personas? , y ¿qué clase de personas somos? Cuando mentimos o engañamos, o nos aprovechamos de la bondad o la credulidad de otros, o nos valemos de nuestras profesiones u ocupaciones para satisfacer nuestra egolatría, o en todo caso desquitarnos con otros nuestras “carencias”; no hacemos sino buscar un pretexto para dejar aflorar el verdadero “yo” que administra nuestra vida. Y en igual sentido, cuando aprovechamos nuestras cualidades y posiciones, siendo éstas coadyuvantes para llevar la vida en armonía con todo y con todos; en vez de exacerbar las carencias de otros, sembramos el pretexto para ser felices, trascendiendo como mejores seres humanos.

Aunque la acción de dar es más noble y singular,
la acción de quitarlo después es la mayor bajeza.
Pedro Calderón de la Barca.

Dr. Crisanto Gregorio León
[email protected]

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