Gracias al general Raúl Salazar, quien fue el primer ministro de Defensa de Hugo Chávez, y al Estado de Derecho que funcionaba a plenitud en 1995 en Venezuela, se impidió que el entonces gobernador del estado Lara, Mariano Navarro, cometiera un fraude para favorecer la candidatura del doctor Luis José Oropeza, que era apoyado por Acción Democrática y Copei.
Así lo refiere a El Impulso, evocando el recuerdo, Orlando Fernández Medina quien dice que constituyen un hecho histórico de la región los días expectantes y de tensión que se vivieron después de las elecciones regionales, ya que el director del organismo electoral de ese entonces, no quería dar los resultados porque recibía instrucciones del gobernador.
Mientras tanto, un equipo de colaboradores del mandatario de origen español, trabajaba, en las instalaciones del Domo Bolivariano, que se había convertido en el centro de totalización, pero conociendo los resultados que me daban ganador pretendía rebanar las cifras y con tal fin elaboraban nuevas actas de votación para presentarlas como originales, aunque éstas no aparecían. Una cosa parecida a lo que ha venido ocurriendo desde hace ya más de tres semanas con los resultados de las elecciones presidenciales, a pesar de que una vez celebradas las votaciones ya se conocían, entre los partidos, los números arrojados en cada mesa de votación.
¿Cómo explica que en esos días la gente no entendía la tardanza que había para conocer los resultados?
Contrario a lo que ha sucedido en las elecciones presidenciales del 28 de julio de este año, cuando los integrantes del Plan República, conscientes de hacer bien su labor, contribuyeron a que las copias de las actas originales del proceso se entregaron a los partidos políticos, tanto a los que apoyaban al candidato oficialista como al abanderado de la oposición, doctor Edmundo González Urrieta.
¿Por qué cree que en aquel entonces los uniformados militares se prestaron al engaño de Navarro?
Porque el gobernador se había confabulado con el jefe militar de Barquisimeto, ya que éste se había hecho su amigo. Y como comandante giraba instrucciones a sus subalternos que estaban en el Domo, donde impedían el paso a los testigos de mesas y también a quienes eran los representantes de mi candidatura.
Pero, antes de esas elecciones hubo trifulcas. Sí, hubo un atentado cuando se me proclamó candidato. No se puede olvidar que hubo heridos. Y el senador Juan José Caldera, quien estuvo en el Domo, presenciando mi candidatura porque era miembro de la Cámara de Senadores conmigo, formuló denuncia pública contra el gobernador Navarro, a quien responsabilizó de los hechos. Todo los sucesos fueron cubiertos por El Impulso y otros medios.
¿Por qué había ensañamiento contra usted?
El origen de lo que pasó conmigo fue porque a Macario González, Mariano Navarro le hizo dos fraudes cuando fue candidato a gobernador dos veces. En la última oportunidad, Macario apeló al máximo tribunal del país, el cual como poder autónomo tenía autoridad y, en tal virtud, ordenó repetir las elecciones no totales, sino en algunas zonas donde se había demostrado que se presentaron irregularidades como inconsistencias. Esas zonas eran decisivas para que saliera electo gobernador o que Navarro siguiera en el cargo. Yo era, para ese entonces, senador de la República y había arrasado en las elecciones de tal forma que logré para la oposición las dos senadurías de la entidad federal. Conmigo salió triunfante Yolanda León de Simancas.
El eslogan de mi campaña a senador decía: “Por ahora senador, en el 95 gobernador«. El objetivo era que si a Macario lo volvían a derrotar mediante el engaño, yo me lanzaría como aspirante a la gobernación. Y le agregué la frase: se acabó el pan de piquito.
¿Qué pasó con Macario?
Después llegamos a un acuerdo. Teodoro Petkoff se restó conmigo en el sentido de que yo estaba ganando en el estado y garantiza el triunfo. Se utilizó la propaganda de que Macario y yo éramos el binomio de oro. Macario a la alcaldía y yo a la gobernación. Pero, yo, teniendo todas las evidencias de cómo se perpetró el engaño, dije que a mí sí no me lo iban hacer. Porque el fraude lo hacían con complicidad de los militares que estaban asignados al Plan República.
¿Y cómo lo hacían?
En los baños del Domo eran donde cambiaban las actas. Pero, como yo había ganado con demasiada ventaja, creo que con el 70% de los votos, no querían dar el resultado. Retrasaban la información y, así, transcurrían los días, mientras la gente en la calle no se comía el cuento de que se estaban procesando las actas.
Pero, como yo había apoyado la candidatura presidencial de Rafael Caldera, antes de las elecciones regionales, hablé con él y le dije: lo único que le voy a pedir es que, como contra mí van a montar un fraude, ya que lo tengo detectado, me ayude a impedir que ese delito se consuma porque en el mismo están involucrados los militares.
¿Y cómo lo sabía?
Porque a uno siempre le llegan datos muy confidenciales y, supuestamente, al jefe militar principal de la región le daban buenos contratos en la gobernación. Como una vez que hubo las elecciones y pasaban los días sin dar los resultados, la gente en la calle protestaba pero no recibía respuestas. Si no hubiera sacado la votación tan alta que saqué, sino que fuese, habría sido fácil hacer la trampa. Viendo que tardaban en dar las cifras, llamé al doctor Caldera y éste envió al general Raúl Salazar con un equipo de militares, a quienes la gente cuando los vio decían que eran unos Rambos.
Todavía hay gente que recuerda que esos militares, con las caras pintadas de negro, y fuertemente armados, tomaron el palacio de gobierno de la 25 con 19, desde donde gobernaba Mariano Navarro y llegaron hasta la azotea.
Sí. El despliegue militar en el palacio de gobierno fue impresionante y el general Salazar, una vez que tomó el control, convocó a una reunión en la Tercera Brigada, de Los Leones, en la madrugada. El arzobispo de Barquisimeto, monseñor Chirivella, me contaría después que había sido engañado, ya que lo habían llevado dizque para que me convenciera de que había perdido.
Al ser llamado, yo condiciono mi presencia y dije que aceptaba siempre que no estuviese presente Navarro porque éste me estaba montando el fraude, Asistí y cuando el general Salazar me preguntó: ¿Qué es lo que tú quieres, Orlando? Yo, inmediatamente, le dije: cambie a esos militares, general, porque no solo me están perjudicando a mi, sino a quienes votaron por mí y dañan la imagen de la institución, ya que no son probos, ni cumplen con el juramento de servir a la patria como es su obligación y se prestan a cometer un delito, porque participan en el fraude.
El general Salazar, quien era una persona muy seria, no sólo me oyó con atención sino que procedió a cambiar a los militares y, más tarde, cuando se trasladó hasta el Domo, ordenó: “Aquí hay que dar ya los resultados.” Y así fue como terminó aquel bochornoso hecho.
Debo revelar que Javier Oropeza, quien era asistente del doctor Luis José Oropeza, me contó que tanto el candidato como la señora Dori Parra de Orellana, tan pronto se enteraron del procedimiento fraudulento que se estaba cometiendo, fueron hasta el despacho de Navarro y le recriminaron fuertemente su actitud.
Aún más lo trataron de sinvergüenza, que los había engañado y dejado muy mal al partido. Le dijeron, además, que estaban avergonzados de su actitud y no le perdonarían el engaño de la tardanza en dar los resultados. Ya para entonces algunos dirigentes de los partidos que apoyaban a Oropeza se habían hecho eco de lo que decía Navarro, cuyo destino no le importa ya a nadie en Lara.
Es conveniente decir en este instante que militares como el general Raúl Salazar eran institucionalistas, que se ajustaban a la Constitución y a las leyes, eran ejemplo para sus subalternos, ya que no se toleraban delitos.
De igual forma es de destacar la función de la Corte Suprema de Justicia, el máximo tribunal de la República que respetaba el Estado de Derecho, porque aunque ocurrían hechos irregulares como el reseñado, había democracia y las protestas que se hicieron por la tardanza en presentar los resultados, que no cesaban, no fueron objeto de represión, afirma el experimentado dirigente político.
Yo le envié un mensaje muy sincero a la esposa del general Salazar tras conocer su muerte el 9 de octubre de 2020 en Miami y recordé el carácter institucionalista de este alto oficial del Ejército, quien fue el último agregado militar de Venezuela en los Estados Unidos y se opuso a Chávez cuando éste pretendió el reingreso de los militares que participaron en las intentonas golpistas del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992.
Si los oficiales de la Fuerza Armada Nacional siguieran su ejemplo, ya hoy se supieran los resultados verdaderos de las elecciones del 28 de julio y no se estuviera perdiendo tanto tiempo, como ha ocurrido hasta ahora, para que sean dados a conocer en forma desglosada la votación de las elecciones presidenciales y ya se había terminado la expectativa que se mantiene porque ahora es el Tribunal Supremo de Justicia y no el CNE el que está haciendo supuestamente el peritaje de las actas, las cuales deben decir la verdad que ya todos en el mundo entero conoce porque las copias de dichas actas no sólo lo tienen todos los partidos, sino una gran cantidad de países, la OEA y las propias Naciones Unidas, concluyó sus declaraciones Orlando Fernández Medina.