Tras las elecciones del pasado 28 de julio Venezuela se ha sumergido en una crisis política más profunda que amenaza con golpear a una economía frágil que podría ingresar nuevamente en el túnel de la recesión o, a lo sumo, continuar con un crecimiento a ras de piso que excluye a la mayoría de la población.
Lejos de la normalización comienza a vislumbrarse un mayor aislamiento internacional y la posibilidad de un endurecimiento de las sanciones. A esto se añade que el país continuará sin acceso al crédito internacional, sin ayuda de los multilaterales y con un entorno que aleja la inversión extranjera.
En una elección cuestionada por el Panel de Expertos de la ONU y señalada como no democrática por el Centro Carter, el Consejo Nacional Electoral (CNE), declaró vencedor a Nicolás Maduro y le otorgó un nuevo mandato sin desglosar el resultado por centro de votación. La oposición afirma que las actas en su poder demuestran el triunfo de su candidato, Edmundo González.
A tres semanas de haberse realizado las elecciones la Unión Europea, Estados Unidos y países latinoamericanos como Chile, Brasil, Colombia y México no reconocen el resultado anunciado por el CNE y piden la publicación de las actas auditadas por observadores independientes.
La turbulencia política no es nueva para Nicolás Maduro. En 2018, se reeligió a través de unas elecciones cuestionadas por una larga lista de países incluyendo a Estados Unidos, que aplicó un conjunto de sanciones con las que la administración de Donald Trump intentó desplazarlo del poder.
La incertidumbre
Para salir de la letal combinación de recesión e hiperinflación que trituró la calidad de vida entre 2014-2020, Maduro permitió la circulación del dólar e hizo una eliminación de facto de los controles de cambio y precios. Al mismo tiempo, aplicó un severo ajuste.
El ajuste se fundamenta en el anclaje del tipo de cambio para calmar las expectativas y restarle velocidad al aumento de los precios, para ello el Banco Central vende divisas y el gobierno dosifica la inyección de dinero para que haya menos bolívares disponibles para comprar dólares.
El resultado es un entorno donde la cotización del dólar prácticamente no ha variado en lo que va de año, los precios aumentan a menor velocidad y el crecimiento es bajo y encapsulado en pocas áreas. Esta “normalidad” de los últimos dos años luce comprometida.
El giro en las expectativas, por la mayor conflictividad y la disminución de la posibilidad de una transición política, amenaza con aumentar la demanda de dólares, algo que impactaría la estabilidad del tipo de cambio que en lo que va de año se ha mantenido en 36 bolívares por dólar.
La oferta de divisas también se vería afectada si se endurecen las sanciones de Estados Unidos o no se otorgan nuevas licencias para que empresas extranjeras operen en el sector petrolero, que produce ocho de cada diez dólares que ingresan al país.
En noviembre de 2022 Washington otorgó una licencia a Chevron permitiéndole que opere en Venezuela y recientemente aprobó licencias similares a Repsol y Maurel & Prom. Gracias a Chevron la producción de petróleo, de acuerdo a las fuentes secundarias de la OPEP, aumentó 14% en los primeros siete meses de este año para ubicarse en 852 mil barriles diarios, una cantidad que si bien es una mejora es similar a la de 1945.
Francisco Monaldi, director del Programa Latinoamericano de Energía del Instituto Baker de la Universidad Rice, explica que la crisis poselectoral “es el peor escenario que pudo haber ocurrido, desde el punto de vista de la industria petrolera, porque impide que se puedan seguir flexibilizando las sanciones y más bien genera el riesgo de que alguna de estas sanciones se modifique para restringirlas más”.
Añade que si solo se mantienen las licencias a Chevron, Repsol y Maurel & Prom “el techo para la producción es bajo porque a lo sumo estamos hablando de que podríamos esperar alrededor de cien mil barriles más de Chevron y sesenta mil de los europeos. No estaríamos viendo mucho más”.
En 1999, al llegar el chavismo al poder, Venezuela extraía diariamente 3,1 millones de barriles de petróleo. Analistas estiman que Venezuela requiere inversiones por el orden de 80 mil millones de dólares en los próximos ocho años para regresar a este nivel, algo que hoy luce remoto.
La debilidad
Luis Zambrano Sequín, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, indica que “si se produce un endurecimiento de las sanciones y al mismo tiempo aumenta la demanda de dólares por el quiebre en las expectativas difícilmente el Banco Central va a poder seguir defendiendo la estabilidad del tipo de cambio”.
Para el Banco Central ya es costoso mantener la estabilidad del dólar. La consultora Síntesis Financiera precisa que en el primer semestre de este año se vio obligado a vender 1.900 millones de dólares, un monto que superó en 29% a la oferta del mismo lapso de 2023.
La combinación de un dólar que se mantiene fijo y es visto como muy barato con la inyección de un poco más de bolívares por parte del gobierno durante la campaña electoral, impulsó la demanda de divisas.
Si el anclaje del tipo de cambio cede, la inflación, que se ha desacelerado y en los primeros siete meses del año acumula 9,7%, comenzará a ganar potencia.
Además, Luis Zambrano Sequín indica que “si se consolida el choque político vamos a tener un resultado de crecimiento más desfavorable y podría estar entre 2% y 3% en el mejor de los casos”.
A comienzos de año el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello, del que forma parte Luis Zambra Sequín, previó un crecimiento de 4,5%.
A esto se añadiría que en un nuevo sexenio de Maduro a través de una elección no reconocida el país seguiría sin acceso al financiamiento de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Además, sería muy poco probable una reestructuración de la pesada deuda externa que la administración de Maduro no paga desde 2017 y que solo por bonos de Pdvsa y la República, suma 90 mil millones de dólares.
Sin reestructurar la deuda y sin poder acudir a los multilaterales el país no tendrá acceso al financiamiento que necesita para acabar con las deficiencias en el suministro eléctrico y mejorar la situación de servicios públicos esenciales como salud y educación.
Los BRICS
Consciente de las limitaciones Maduro señaló el pasado tres de agosto que Venezuela está en condiciones de recibir inversión en el sector petrolero por parte del grupo de países que forman parte de los BRICS.
La adición, a partir del primero de enero de 2024, de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y Argentina a los cinco miembros originales del BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- creó un grupo que representa 37% de la economía global.
Si bien puede lucir impactante lo cierto es que los países petroleros son competidores de Venezuela y no tienen mayor interés en que ingrese nuevo petróleo al mercado.
Francisco Monaldi explica que en el caso de Rusia son “un mal socio porque son competidores de Venezuela y tienen necesidades muy grandes en su propio país para evitar la declinación en la producción”.
Según la Base de Datos de Financiación China-América Latina del Diálogo Interamericano entre 2007-2015 Venezuela recibió créditos por 59 mil millones de dólares. El financiamiento se dilapidó y no fue utilizado para aumentar la producción petrolera, diversificar las exportaciones o mejorar la infraestructura. Venezuela paga la deuda con envíos de petróleo y se estima que el resta por pagar unos 15 mil millones de dólares.
En septiembre de 2023, durante la visita de Maduro a China, no hubo anuncios de nuevos créditos o inversiones en petróleo y el presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Zheng Shanjie, mencionó la deuda destacando que “en los últimos años se ha reajustado el reembolso aliviando la carga de pago”.
Francisco Monaldi señala que su estimación es que si bien China va a seguir siendo un aliado geopolítico de la administración de Maduro “no va a invertir mientras no haya una flexibilización de sanciones y una normalización de las relaciones con Occidente”.
Agrega que empresas privadas de India difícilmente invertirán “sin una flexibilización de las sanciones y un nuevo panorama político para el país porque no es solo que te den una licencia es que sientas que hay estabilidad y puedes invertir a largo plazo”.
“Mientras esto no ocurra lo que va a suceder son operaciones como las que realiza Chevron que está cobrando el dinero que le debe Pdvsa y usan parte del flujo de caja que generan las operaciones, pero no están poniendo un dólar nuevo”, dice Francisco Monaldi.