La respuesta es de perogrullo, a propósito de los resultados del pasado julio 28 de 2024, cuya polarización ha sido evidente, entre los ciudadanos Edmundo González y Nicolás Maduro, en estricto orden alfabético, lo que sin duda interesa más, en la ciudadanía en general que otra cosa, pero en respeto a toda entidad federal de Venezuela, y a los fines del debido análisis, es de suponer el interés por conocerse sí el comportamiento electoral de los larense en particular, muy puntualmente, en cuanto a la votación obtenida no solo, por el resto de los candidatos presidenciales, sino del voto positivo y negativo a las diferentes organizaciones partidistas de la región que participaron, dado el desprestigio de los mismos, como estructuras clientelares, que aún, en una “falseada unidad” se negaran entre sí mismo y peor aún, manipulándose todo el engranaje electoral, negándose a consignarse las respectivas actas lo que ha sido imposible ocultar, al priorizarse una pelea a cuchillo, entre aspirantes a los venideros cargos de elección popular (Gobernaciones, alcaldías, diputados nacionales y regionales, alcaldes y concejales)
¿Por qué no darse a conocer entonces, la votación de las docenas de partidos que postularon candidatos presidenciales, con miras a la siguiente elección de ser posible? Por qué estamos pensando, con exagerado optimismo, pero convencidos, que ha sido el quiebre de esos partidos políticos, los responsables en primer lugar de la pérdida de confianza de la ciudadanía en general hacia los mismos, incluyendo a sus propios militantes, al desconocer sus derechos al constitucional principio de “participación y protagonismo” que interpretara Hugo Chávez Frías, sin pensarse, que haría lo mismo o peor en su propio PSUV, donde no existe democracia interna y un segundo aspecto ha sido, una identificada “elite clientelar” dolarizada con fondos de procedencia extraña y no verificable por el Consejo Nacional Electoral, no por el mismo, que practica la “política del gato” cuando de ellos se trata, incluyendo a los partidos que se puedan sumar a sus intereses, hacerlo — no está planteado –
¿Pude haber por tanto credibilidad, ciudadana, hacia unas organizaciones políticas que promueven una democracia de la boca para fuera? Sin duda que no, y jamás vamos a rescatar la soñada democracia, a la europea, para poner un ejemplo, sino aceptamos los objetivos partidistas en el marco de elementales derechos constitucionales que en ellos están, lo que nos permite recurrir y cuya la referencia está en los resultados invariables, de cada una de las organizaciones que participaron en la elección presidencial. Claros estamos, que algunos con sus nombres y apellidos, no pudieron contarse ¡Ah! pero otros ¡Por favor! dan pena ajena, engañarse a sí mismos, con pírricos resultados que constituye fraude a la Republica, al abuso al derecho de “elegir y ser elegidos”, ocasionando gastos, injustificados que demostrara, simplemente su presencia por aquello del gallego ¡pues hombre por joder! –
La descrita situación debe ser de conocimiento público, a los fines de un debate en el escenario de la Escuelas de Ciencias Políticas de incalculable valor, en una democracia donde predomine un Estado de derecho…
Jorge Ramos Guerra