Trabajo de www.radiofeyalegrianoticias.com
Miles de devotos de distintos rincones del Táchira que se dieron cita este 15 agosto para postrase ante la imagen de la Virgen María y conmemorar los 424 años de la advocación de la Virgen de la Consolación de Táriba, patrona de los tachirenses.
“Hoy saludamos a la flor más bella de los andes venezolanos, la Virgen de la Consolación”, dijo monseñor Mario Moronta, obispo de la Diócesis de San Cristóbal, al iniciar la misa pontifical en la avenida 1 de Táriba.
Durante la homilía, comparó a la Virgen María con Venezuela, al señalar que “María es la consoladora que da las fuerzas al hijo para que sea libre”.
Y es que, consiente con su papel de consoladora, no abandonó a Jesús, estuvo al pie de la cruz como cual madre que no abandona a sus hijos en sus peores momentos.
“María ha sido la mujer libre por excelencia, para ello nos liberó, para ser libres de verdad”, señaló.
“Venezuela también es madre y maestra, ha sabido acoger a sus hijos en alegrías y tristezas. A lo largo de su historia ha habido oscuridad, pero los venezolanos somos siempre gente de paz y de luz y salimos adelante”, sentenció monseñor.
“Podrán engañarnos, pero no nos podrán quitar la libertad”, dijo.
Por ello, pidió a los presentes orar por la conversión de aquellos que no hacen las cosas correctamente.
La Iglesia como madre
Monseñor Mario Moronta también dijo que la iglesia se presenta como la madre que va engendrando y pariendo al hijo, educándolo y formándolo a lo largo del tiempo. Como madre, contagia la buena nueva anunciando el evangelio de la liberación.
“Como madre, la iglesia se preocupa por cada uno de sus hijos: buenos y pecadores”, dijo.
Recordó también que la Iglesia es “maestra, es la experta en humanidad, se coloca al lado de cada uno de los seres humanos cualquiera que sea su condición, porque la verdad hace libre al ser humano”
Finalmente, señaló que la iglesia ha recibido el don de la consolación como cualquier madre y particularmente María, que actúa con su característica de ese pueblo Dios.
“En Venezuela no es tiempo para la resignación; es tiempo para consolar, ser actuantes en el amor y decididos en la esperanza. Todos estamos llamados a darnos consuelo y en la Iglesia tenemos esa obligación, es algo irrenunciable”, concluyó.
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