“El alma que se cura a sí misma puede curar a otros”
Pitágoras
Los trastornos mentales.- Para la Organización Mundial de la Salud una de cada cuatro personas sufre un trastorno mental o neurológico en algún momento de su vida. La esquizofrenia es una psicosis severa y debilitadora que suele estar caracterizada por episodios agudos de desilusiones (falsas creencias que no se relacionan con la razón), alucinaciones (normalmente en la forma de voces no existentes) y enfermedades a largo plazo, como la disminución de la emoción, pérdida de interés y signos y síntomas depresivos. Normalmente se la asocia a la interrupción de las relaciones sociales y familiares.
La esquizofrenia es la enfermedad metal más severa. Existen más de 50 millones de personas en el mundo que padecen esquizofrenia, y más de 33 millones de estas personas están en los países en vías de desarrollo. Los síntomas de la esquizofrenia suelen manifestarse por primera vez en la adolescencia o a principio de los 20 años y cuyo curso suele ser variable. El prefijo “esquizo” en griego significa “hendidura o división”. Así podemos decir que el trastorno asemeja a una “división, separación o escisión de la personalidad”.
«Para las personas que padecen esquizofrenia, las conductas sociales corrientes, como puede ser el mantenimiento de una relación o de un trabajo se pueden convertir en objetivos ambiciosos», afirmó el doctor José M. Olivares, del Departamento de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario Xeral-Cíes de Vigo (España).
Los síntomas negativos, como la apatía, bajos niveles de iniciación y ausencia de expresión emocional, son la primera causa de la baja función social causada por la esquizofrenia. Los pacientes que están poco motivados no pueden funcionar de la forma adecuada en el colegio o en el trabajo, y las relaciones sociales se ven alteradas debido a la poca respuesta y la desatención de las entradas. Tandon, R., M. Jibson. Negative Symptoms of Schizophrenia: How to Treat Them Most Effectively. Current Psychiatry, vol. 1, issue 9. September 2002.
Respecto de la Esquizofrenia y el Sida, “Ya se ha demostrado con hechos que el Sida puede llegar a manifestarse con síntomas de esquizofrenia o de psicosis maníaco depresiva, debido al efecto del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en el cerebro” Dr. Edwin Fuller Torrey. Superar la Esquizofrenia. Editorial Planeta .Madrid. 2006. Pág. 123.
Esquizofrenia e inimputabilidad penal.– De acuerdo al documento CIE10 Trastornos mentales y del comportamiento, publicado por la Organización Mundial de la Salud, las ideas delirantes en una persona, constituyen un trastorno clasificado bajo la nomenclatura universal F06.2. En tal sentido explica el referido documento: «Se trata de un trastorno en cuyo cuadro clínico predominan ideas delirantes persistentes o recurrentes. Las ideas delirantes pueden acompañarse de alucinaciones pero éstas no se limitan a su contenido. Pueden presentarse rasgos sugerentes de esquizofrenia, tales como alucinaciones bizarras o trastornos del pensamiento (1992, p. 87)»
Por su parte, si un informe médico psiquiátrico diagnostica «Trastorno de ideas delirantes esquizofreniforme orgánico (f 06.2)». Se deduce directamente que el referido trastorno tiene un fondo esquizofreniforme orgánico. Sin lugar a dudas, la esquizofrenia constituye una patología siquiátrica que afecta severamente al sujeto que la padece. Tal como lo afirma la OMS en la mencionada publicación: «los trastornos esquizofrénicos se caracterizan por distorsiones fundamentales y típicas de la percepción, del pensamiento y de las emociones, estas últimas en forma de embotamiento o falta de adecuación de las mismas.
En general se conservan tanto la claridad de la conciencia como la capacidad intelectual, aunque con el paso del tiempo pueden presentarse déficit cognitivos. El trastorno compromete las funciones esenciales que dan a la persona normal la vivencia de su individualidad, singularidad y dominio de sí misma. El enfermo cree que sus pensamientos, sentimientos y actos más íntimos son conocidos o compartidos por otros y pueden presentarse ideas delirantes en torno a la existencia de fuerzas naturales o sobrenaturales capaces de influir, de forma a menudo bizarra, en los actos y pensamientos del individuo afectado»
A la par la experticia psiquiátrica puede determinar un padecimiento mental capaz de privar a una persona de la conciencia o libertad de sus actos. Ahora bien, la enfermedad mental hace inimputable a un sujeto cuando le afecta en forma importante, su grado de conciencia y voluntad, y por vía de consecuencia su capacidad de autorregulación.
En tal sentido, la imputabilidad de un sujeto en sede penal, requiere un conjunto de condiciones físico-psicológicas que lo hagan apto para responder culpablemente. Así adscribimos a las teorías subjetivas de la imputabilidad y por ende afirmamos junto a Luis Jiménez de Asúa que «la imputabilidad, como presupuesto de la culpabilidad, es la capacidad para conocer y valorar el deber de respetar la norma y determinarse espontáneamente». Lo primero indica madurez y salud mentales; lo segundo, libre determinación o sea la posibilidad de inhibir los impulsos delictivos.
Es patente que la imputabilidad del sujeto está seriamente comprometida como consecuencia de su estado de salud mental, quien no puede siquiera distinguir entre el bien y el mal, y por ende afecta gravemente su conciencia (estado del organismo gracias al cual tenemos conocimiento de lo que nos rodea y de lo que pasa en nosotros). Esto hace irreprochable penalmente la conducta atribuida al mismo.
En tal sentido, dispone el artículo 62 del Código penal que: «No es punible el que ejecuta la acción… en estado de enfermedad mental suficiente para privarlo de la conciencia o de la libertad de sus actos. Sin embargo cuando el loco o demente hubiere ejecutado un hecho que equivalga en un cuerdo a delito grave, el tribunal decretará la reclusión en uno de los hospitales o establecimientos destinados a esta clase de enfermos, del cual no podrá salir sin previa autorización del mismo Tribunal. Si el delito no fuere grave o si no es el establecimiento adecuado, será entregado a su familia, bajo fianza de custodia, a menos que ella no quiera recibirlo.»
Los psicópatas, sociópatas y narcisistas.- Importante es dejar por sentado, que los psicópatas, sociópatas y los narcisistas, no son enfermos mentales, ellos aunque carecen de conciencia moral, tienen plena conciencia cognitiva y saben lo que hacen, solo que no les importa porque no tienen remordimientos ni experimentan culpa. En el caso de ellos, es un tipo de personalidad, o un trastorno de la personalidad, pero no son locos. De modo que son perfectamente imputables por la comisión de delitos.
Una sociedad sin ética.- Una sociedad sin ética es una fábrica de enfermedades mentales. Las enfermedades mentales afectan a todos, pero seguimos usando estigmas en lugar de empatía. Hablamos de bienestar mientras marginamos a los que más sufren. Es hora de reconocer que la salud mental es un derecho y no un privilegio. La lucha es real, ni es locura ni debilidad. Alcemos la voz sin miedo al juicio. Exijamos conexiones genuinas. Y rechacemos romantizar el dolor. El hombre es más fuerte que sus demonios. Construyamos juntos una sociedad que sane y no que enferme.
“La salud es la mayor posesión.
La alegría es el mayor tesoro.
La confianza es el mayor amigo”.
Lao Tse
Dr. Crisanto Gregorio León
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