Desde hace dos semanas, los venezolanos exigimos al Consejo Nacional Electoral (CNE) que presente las actas de cada centro de votación correspondientes a las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. La demora en la entrega de estos documentos ha sumido al país en una incertidumbre paralizante, especialmente en un momento tan crucial para el futuro de la nación. El caos que atraviesa Venezuela no puede seguir agravándose debido a un retraso que carece de una explicación sólida y respaldada.
Este proceso electoral representó una oportunidad histórica para que los venezolanos expresáramos nuestra voluntad a través del voto, un acto cívico y democrático que es la esencia misma de cualquier sociedad que aspire a vivir en prosperidad. Sin embargo, la falta de respuestas por parte del CNE, un órgano que debería ser garante del correcto proceso, ha generado una desconfianza generalizada en millones de nosotros. Cada día que pasa sin que se publiquen los resultados detallados por mesa y centro electoral, aumenta la frustración de un pueblo que salió a votar con la esperanza de un cambio.
La importancia de resolver las diferencias sociales mediante el diálogo cívico y democrático es incuestionable. Llegar a consensos es clave para solventar disputas en una república. Las elecciones son el mecanismo más legítimo y efectivo que tiene el pueblo para escoger a sus líderes y determinar el futuro del país. Cuando este proceso se ve empañado, se pone en riesgo no solo la confianza en las instituciones, sino también la estabilidad misma de la sociedad.
Los venezolanos que participamos con gran ilusión en las elecciones del 28 de julio, lo hicimos con la convicción de que nuestras voces serían escuchadas y respetadas. Cada voto emitido es una manifestación de la voluntad popular, y es fundamental que esta voluntad sea reflejada de manera clara y transparente. La demora en la presentación de las actas solo sirve para alimentar la incertidumbre que poco a poco carcome a Venezuela.
En un país que ha sufrido tanto y durante tantos años, es vital que las instituciones respondan a las demandas legítimas de su pueblo. El CNE tiene la responsabilidad de garantizar que los resultados de las elecciones sean comprobables por toda la sociedad y que se respete la decisión del pueblo venezolano. Ante todo, debe prevalecer lo que expresa la Constitución y las leyes. La soberanía nacional residente intransferiblemente en el pueblo, quien el pasado 28 de julio decidió el rumbo del país. Y esa decisión debe ser respetada.
La paz y la estabilidad de Venezuela dependen de la transparencia y la honestidad en el proceso electoral. El retraso en la entrega de las actas es un obstáculo para la reconstrucción del país, un proceso que solo puede comenzar si se respeta la voluntad del pueblo. El tiempo apremia, y los venezolanos no pueden esperar más. Es hora de que el CNE cumpla con su deber y publique las actas para que la verdad prevalezca y el país pueda avanzar hacia un futuro mejor.
Stalin González