#OPINIÓN Red de Instituciones Larenses: “De cómo las acusaciones son necesarias en la república para mantener la libertad” #31Jul

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NICCOLO MACCHIAVELLI

1469-1527

Intentando vencer mi ignorancia política, del texto de “Obras Políticas de Nicolás Maquiavelo, como es conocido Niccolo Macchiavelli, Cito:

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Dice Villari en su excelente obra Nicolás Maquiavelo y su época, durante largo tiempo ha sido Maquiavelo una esfinge cuyo enigma parecía incomprensible. Monstruo de perfidia, según unos, y en concepto de otros ejemplos de nobilísimo patriotismo; para aquéllos contienen sus escritos inicuos consejos encaminados a consolidar la tiranía; éstos defienden que El Príncipe no es sino una sangrienta sátira de los déspotas, hecha con propósito de afilar los puñales contra ellos e instigar a los pueblos a la rebelión. Mientras unos ponderan el mérito literario y científico de sus obras, afirman otros que son conjunto de doctrinas erróneas y peligrosas, capaces de corromper y arruinar a la sociedad que fuese bastante necia para aceptarlas.

Hasta el nombre mismo de Maquiavelo ha llegado a ser, en el lenguaje vulgar, una injuria…

A los nombrados en una ciudad para guardianes de su libertad, no puede dárseles atribución mejor y más necesaria que la facultad de acusar ante el pueblo o ante un magistrado o consejo a los ciudadanos que de algún modo infringen las libertades públicas. Esta organización tiene dos resultados utilísimos para la república: consiste el primero en que los ciudadanos, por miedo a que los acusen, nada intentan contra el Estado; y si lo intentan, sufren inmediato e inevitable castigo; y el segundo en abrir camino para el desahogo de la animadversión que por cualquiera causa llega a inspirar algún ciudadano; porque cuando estas antipatías no tienen medios ordinarios de manifestación, se apela a los extraordinarios, arruinando la república.

Nada contribuye más a la estabilidad y firmeza de una república como el organizarla de suerte que las opiniones que agitan los ánimos tengan vías legales de manifestación.

Así lo demuestran muchos ejemplos, principalmente el de Coriolano, que aduce Tito Livio cuando dice que, irritada la nobleza contra la plebe, por creer a ésta con sobrada autoridad mediante la creación de los tribunos que la defendían, y habiendo en Roma escasez de víveres hasta el extremo de ordenar el Senado traer cereales de Sicilia

Coriolano, enemigo del bando popular, aconsejó aprovechar la ocasión para castigar al pueblo y privarle de la autoridad que había conquistado y usurpado en perjuicio de la nobleza, teniéndole hambriento y no distribuyendo trigo. Cuando esta proposición llegó a oídos del pueblo, fue tan grande su indignación contra Coriolano que, al salir éste del senado hubiera perecido en medio del tumulto, de no citarle los tributos para que compareciera a defender su causa. 

Este suceso prueba lo dicho anteriormente de cuán útiles y aun necesarios son a las repúblicas los medios legales de manifestación de la animosidad de la multitud contra cualquier ciudadano, porque si no existen estos recursos legítimos, se acude a los extralegales, los cuales ocasionan, sin duda, peores resultados aquéllos, y si un ciudadano es oprimido, aunque lo sea injustamente, pero dentro de la legalidad, escaso o ningún desorden acontece, pues la opresión no es producto de violencia privada ni de fuerza extranjera, que son las que acaban con la libertad, sino del cumplimiento de las leyes, realizado por una autoridad legítima que tiene sus límites propios y que no alcanza a cosa que pueda destruir la república.

Para corroborar esta opinión con ejemplos, bástame, de los antiguos, el citado de Coriolano, pues cualquiera considerará el daño para la república romana de haberle asesinado el pueblo en tumulto; advirtiendo que el asesinato constituye ofensa de unos ciudadanos contra otros, ofensa que engendra miedo, miedo que procura la defensa y busca partidarios, los cuales constituyen facciones en las ciudades, y las facciones destruyen los Estados. Pero si la resolución de los conflictos queda a cargo de personas constituidas en autoridad, evítese todos los males que pueden ocurrir cuando los resuelve la voluntad privada.

En nuestros tiempos hemos visto las novedades ocurridas en la república de Florencia por no poder demostrar legalmente la opinión pública su animosidad contra un ciudadano; así sucedió en la época de Francisco Valori, que era como príncipe de la ciudad. Juzgáronle muchos sobrado ambicioso y hombre capaz, por su audacia y alientos, de sobreponerse a los demás ciudadanos.

No había medio en la república de resistirle sino con un bando contrario al suyo. Valori no temía que esto sucediera, pero sí que apelaran contra él a procedimientos extraordinarios, por eso comenzó a proporcionarse partidarios que lo defendiesen. Por su parte, los que le combatían, careciendo de medios legales para vencerlo, acudieron a los ilegítimos, y unos y otros pusieron mano a las armas. Si hubiera habido medio legal de privarle del poder, su autoridad sin más daño que el suyo propio; pero siendo preciso emplear los recursos ilegítimos, su caída fue en perjuicio suyo y de otros muchos nobles ciudadanos… (F de C.)

“El Estamento Legal vigente es el camino de la paz”.

Maximiliano Pérez Apóstol

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