No hay camino para la paz; la paz es el camino y eso es lo que añoramos todos los venezolanos, con sus excepciones por supuesto pero no dudemos en el fondo deseamos vivir en paz, con armonía, unión y no bajo una incertidumbre que nos atormente y es nocivo a la salud, al desarrollo en general, aun conociendo que la felicidad no es más que buena salud y el silencio, la sonrisa son más efectivos, por eso llego el momento de hablar menos y escuchar más; lo mejor en la vida no se planea simplemente sucede y por tal un alto porcentaje cada día y como persona de buena voluntad siempre a la espera de un mejor mandato con mejores condiciones para todos y sin excepción, no debemos bajar la guardia con contribuir y aportar hasta con el poder de la mente por un país con muchas virtudes y menos defectos, hacerle un clamor a Dios para quienes nos dirigen y nos gobiernan encuentren el camino de la inteligencia, la ética, tomando como la principal virtud de lo que significa “un buen administrador de los bienes y patrimonio” que nos pertenecen a todos y deben ser manejados con la madre de las virtudes que es la ética, de ser así no hay duda de que será un éxito y tendrá la bendición del cielo y del Espíritu Santo y no la maldición del averno que no es merecedor un país de gente noble.
No permitir que el pasado ocupe el tiempo presente, estamos a pocos días de unas elecciones presidenciales, donde la gente de trabajo desea que todo sea pacífico y normal, que no sea traumático ni perjudicial para nadie; que este bendito evento sea como algo tradicional como todos los países democráticos y civilizados, que sea un ejemplo de educación, bienestar y decencia para el mundo y demostrar todo lo contrario a lo que en el planeta piensan de nuestra nación, que esto sea un acto de armonía, que prive la hermandad, la buena fe y todo sea como una fiesta apoteósica y no una riña donde marque y fracture, que esto se convierta en un solo sentir y la credibilidad mundial de la nación, las buenas relaciones a nivel internacional, que seamos el país donde todos quieran vivir y visitar o convivir, donde sea una nación abierta y con garantías a los inversionistas extranjeros y venezolanos que están aportando sus capitales en otras naciones, así como sus talentos que pertenecen a esta noble patria; no dudemos que su corazón está en Venezuela, sabemos que nuestra idiosincrasia es muy difícil destruirla y nuestras costumbres es una bendición de Dios al portarnos bien, somos como una sola familia, cuando la ética se pone en práctica todo funciona a la perfección.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
José Gerardo Mendoza Duran