Me encanta el fútbol. Y en estos días me he dado banquete viendo los partidos de la Copa América y la Eurocopa. Y justamente, a través de esos juegos, he podido constatar una vez más cómo la actuación de los árbitros puede hasta cambiar el resultado final de un partido.
Los árbitros son una parte fundamental en cualquier deporte porque son los encargados de velar por el cumplimiento de las reglas y garantizar que el juego se desarrolle de manera justa y equitativa. Sin embargo, cuando un árbitro no cumple con su función de forma adecuada, puede resultar extremadamente perjudicial para los equipos y los jugadores. Hasta para el público. Por ejemplo, el mexicano César Ramos, árbitro principal del juego entre Colombia y Uruguay. Por fortuna para los colombianos -que merecían ganar pues fueron muy superiores en todo momento a los uruguayos, a pesar de tener un jugador menos- el deplorable arbitraje de Ramos pudo haber tenido un impacto negativo en el resultado del partido. Sus decisiones erróneas en ocasiones se vieron como falta de imparcialidad. Porque un árbitro de su categoría es imposible que desconozca las reglas. En X hubo algunas palabras de reconocimiento a su arbitraje “no se dejó”, “se impuso”. Pero la mayoría de las reacciones coincidieron con mi opinión: su arbitraje en este juego fue pésimo.
Estas situaciones generan frustración, enojo e incluso descontento entre los jugadores, entrenadores y aficionados, básicamente porque afectan la integridad del deporte. Los malos árbitros, además, también pueden poner en riesgo la seguridad de los jugadores, al no sancionar de manera adecuada faltas graves o peligrosas. Esto hasta podría derivar en lesiones graves que se evitarían si se aplicaran las reglas de manera correcta y justa. El colombiano Richard Ríos fue lesionado duramente. Ramos ni se dio por enterado. James Rodríguez, como capitán, le reclamó con toda razón ¡y Ramos le sacó la tarjeta amarilla a James y encima, reanudó el partido con Ríos todavía en el piso! Para colmo de males, no consultó el VAR antes de expulsar a Muñoz.
Los escándalos de corrupción arbitral han sido un problema recurrente en el mundo del deporte, y han dejado en entredicho la honestidad y la transparencia de las competiciones y organizadores. Todos los actores involucrados en el deporte tienen la responsabilidad de trabajar juntos para garantizar que los árbitros cumplan con su función de manera justa e imparcial.
Pero… peeeeeero, los árbitros no solo están presentes en el ámbito deportivo: también desempeñan un papel crucial en otros contextos, como en la política, en el ámbito laboral y en la vida cotidiana. En estos casos, los malos árbitros pueden tener consecuencias igualmente perniciosas, generando injusticias, desigualdades y conflictos. En el ámbito político, los árbitros pueden referirse a instituciones como tribunales, comités electorales o entidades reguladoras que deben garantizar el respeto a la legalidad y la imparcialidad en la toma de decisiones. Cuando estos árbitros actúan de manera corrupta, parcial o negligente, se pone en riesgo la democracia, la justicia y el estado de derecho.
En Venezuela faltan menos de dos semanas para que se lleve a cabo el proceso electoral más importante que tendremos en lo que va del milenio. Ya hemos perdido casi nueve millones de compatriotas, que conforman la mayor diáspora en la Historia de un país que no está en situación de guerra. El actual CNE ha dejado mucho que desear en sus actuaciones y su imparcialidad, cada vez más en entredicho, puede causar daños gravísimos al país.
Es fundamental que los árbitros cumplan con su función de manera imparcial, justa y ética. La transparencia, la imparcialidad y la integridad son valores fundamentales que deben regir la actuación de cualquier árbitro, independientemente del contexto en el que se encuentren. Ojalá se den cuenta de la responsabilidad moral que tienen. No sé si Dios, pero la Patria sí se los reclamará…
Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb