El próximo 28 de julio, los venezolanos tenemos una cita histórica. En estas elecciones presidenciales, no solo estamos decidiendo el futuro de nuestro país, sino también reafirmando nuestro papel como ciudadanos comprometidos y responsables. Votar es mucho más que un simple acto político; es un acto de amor y esperanza hacia nuestra patria y hacia cada uno de sus habitantes. Participar en estas elecciones es un testimonio de que nos importa lo que ocurre en Venezuela. Es asumir nuestro rol de actores directos y principales en la construcción de un país mejor. Cada voto cuenta, cada voto es una voz que se alza contra la injusticia y la opresión, cada voto es un paso hacia la democracia, la libertad y la dignidad.
Cuando los regímenes autoritarios actúan, la fuerza de los ciudadanos que aman a sus naciones se hace más poderosa. En cada rincón de Venezuela, desde las montañas andinas hasta las costas caribeñas, desde las selvas del sur hasta las llanuras, se siente el latido de un pueblo que anhela cambio, que sueña con un futuro lleno de oportunidades y bienestar. Participar en estas elecciones es una manera de decir que no nos rendimos, que seguimos trabajando incansablemente por la Venezuela que merecemos.
Votar no es solo buscar un mejor país para uno mismo. Es pensar en nuestros seres queridos, en nuestros hijos y nietos, en nuestros padres y abuelos. Es querer un futuro donde las generaciones venideras puedan crecer en un entorno de paz y prosperidad. Es desear que nuestros vecinos, los ancianos, los trabajadores puedan vivir con calidad de vida y quienes se han ido a otros países puedan regresar. Votar es querer lo mejor para cada uno de los 30 millones de venezolanos.
En el corazón de cada venezolano residen sueños y esperanzas. Soñamos con hospitales y escuelas que funcionen, con empleos dignos que permitan vivir con decoro y servicios básicos eficientes. Soñamos con un país donde la justicia sea imparcial y las oportunidades sean para todos. Soñamos con un hogar donde la libertad sea un derecho y no un privilegio. Estos sueños solo pueden hacerse realidad si nos unimos y participamos activamente en las elecciones.
El 28 de julio no es solo una fecha en el calendario, es un símbolo de nuestra capacidad para cambiar el rumbo de nuestra historia. Es un momento para recordar a aquellos que han dado todo por nuestra libertad y democracia, y para honrar su memoria con nuestro compromiso y nuestra acción. Al votar, estamos enviando un mensaje claro: queremos una Venezuela mejor, una Venezuela justa, una Venezuela libre. Recordemos siempre que el poder de cambiar las cosas está en nuestras manos. No dejemos que la indiferencia o el miedo nos detengan. Cada voto es una declaración de amor por Venezuela, un acto de fe en nuestro potencial y una promesa de luchar por un futuro mejor.
El 28 de julio, salgamos todos a votar. Hagámoslo por nosotros, por nuestros seres queridos, por nuestros vecinos y por todos los venezolanos. Hagámoslo por la Venezuela que soñamos, por la Venezuela que merecemos. Que nuestro voto sea un grito de esperanza y un paso firme hacia el cambio que tanto anhelamos. Unidos, podemos lograrlo. Unidos, podemos transformar nuestra patria.
Stalin González