En la triste majestad de la tumba donde reina el silencio y se impone el dolor, reposan los restos mortales de Luis Pineda quien rindió el último tributo a la vida marchándose de este mundo terrenal y comenzar su peregrinar por los brillantes caminos del cielo para encontrarse con Dios Nuestro Señor.
La muerte de Luis Pineda ha dejado un profundo vacío muy difícil de llenar porque su partida ha dejado la ausencia de un compartir en donde entregaba todas las vivencias y anécdotas que transmiten sentimientos y afinidades de lazos que motivaban la unión para luchar por un futuro mejor.
Con su partida germinará el legado de que la vida es efímera o algo pasajero donde sabemos cuando comienza pero jamás sabremos cuando termina. Luis Pineda ha dejado un recuerdo imborrable porque fué un amigo fiel, leal y sincero, un verdadero maestro de la cordialidad.
Hoy sus huellas florecen nacidas de las semillas que un día sembró y que regaba con el agua de su bondad, su humildad y su generosidad para que germinaran, nacieran y dieran los frutos anhelados que hoy nos hacen recordarlo para siempre. Con la partida de Luis Pineda la tristeza cercenará las alegrías y las sonrisas que todos los días regalaba a sus amigos.
El dolor será sutil porque en sus palabras siempre nos daba un mensaje donde demostraba sus mejores deseos para que lo recordaremos eternamente con alegría porque la tristeza y la nostalgia eran solamente para las personas que no tienen fé en Dios.
En su partida nos dejó como herencia un maravilloso libro de conocimientos con lecciones de vivencias, añoranzas y reseñas de experiencias y relatos sublimes de amor para sus seres queridos. Con su partida nos hemos dado cuenta que la presencia física es una corta pasantía por esta vida terrenal y la verdadera compañía es llevar siempre en el corazón el recuerdo de los seres que amamos y valoramos.
Para nosotros olvidar a un amigo como Luis Pineda será una misión imposible, pero recordarlo será para toda la eternidad.. Estoy seguro que Luis Pineda continuará desde el cielo la misión que Dios le dió de luchar por el bienestar de sus semejantes.
Como columnista del Diario EL IMPULSO he considerado conveniente escribir este homenaje póstumo a Luis Pineda deseando que las palabras aquí expresadas se conviertan en una oración que se eleve al cielo como volutas de incienso para pedirle a Dios, Nuestro Señor, que como recompensa le conceda la gracia divina de la paz y el descanso eterno. AMEN.
José Luis Mogollón