#OPINIÓN Existe vida inteligente en el planeta Marte #8Jul

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El día que en Carora, Venezuela, se funda el Colegio particular La Esperanza, un primero de mayo de 1890, existía entre los docentes y los alumnos de aquel plantel de enseñanza secundaria, miembros del selecto y excluyente patriciado caroreño, la firme creencia de que Marte, el Planeta Rojo, estaba habitado por una agónica civilización alienígena. 

En efecto, 13 años antes, en 1877, el ingeniero y astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli (1845-1910) había mostrado evidencias inobjetables basadas en la observación con los potentes telescopios de entonces, de la existencia de canales en la superficie marciana construidos por una vida inteligente para conducir agua desde los casquetes polares hasta las áridas regiones ecuatoriales de Marte. 

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La imaginación, eterna compañera de la humanidad se dispara entonces, dando lugar a un “imaginario marciano” que nos alcanza hogaño. Poco pudo hacer la filosofía positiva de Comte y Spencer de entonces, radicalmente anti metafísica y firmemente anclada a los hechos objetivos y al método científico, para erradicar tales fantásticas creencias, las que atraparon a la humanidad sin remedio desde entonces.  

Aparece Percival Lowell

Las especulaciones del astrónomo italiano pronto atravesaron raudos y veloces el océano Atlántico y se instalan en los Estados Unidos, allí son leídas con enorme avidez por un consagrado astrónomo llamado Percival Lowell quien se encarga de extremar las ideas de Schiaparelli.

 El error se agiganta por un asunto de traducción, pues el astrónomo italiano emplea la palabra canali, un cauce natural, por la palabra anglosajona channel, la que se puede traducir como un cauce construido por la intervención humana. La mala traducción disparó las especulaciones y se creyó estar ante un grupo de ingenieros agrónomos marcianos que se dedicaban a diseñar sistemas de riego. Vaya lío que se forma entonces. 

Percival Lowell (1855-1915), estadounidense, quien dedicó años a observar el planeta hermano para llegar a la conclusión de que esa inmensa estructura era artificial, la colosal obra de unos ingenieros marcianos que redistribuyen el agua desde los casquetes polares a las latitudes medias más secas, y seguramente más pobladas, del planeta. La razón era que esta civilización estaba agotando sus recursos hídricos. Lo escribió en un libro muy popular que bautiza como Marte (1895), luego, a principios del siglo pasado ve la luz Marte como morada de la vida, publicado en 1909, cuando recién estaba instalado en el poder en Venezuela el general Juan Vicente Gómez y quien de seguro se entera la vida marciana inteligente gracias a los eminentes intelectuales positivistas de los que se hizo rodear.

Los errores perceptivos de Percival Lowell

El bueno de Lowell, destacado y respetado científico entonces, fue víctima de las inevitables ilusiones ópticas derivadas de las imperfecciones de su instrumental óptico del que disponía a principios del siglo XX, a lo que debemos agregar la pareidolia que experimentó. Pareidolia es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio, fundamentalmente visual, es percibido como una forma reconocible debido a un sesgo perceptivo, fenómeno estudiado por el estadounidense Jeff Hawkins, inventor de los teléfonos inteligentes. 

 Según Hawkins expresa en su libro Sobre la inteligencia, el cerebro funciona sobre la base de la memorización y el reconocimiento de patrones, de forma que la tarea que realiza el cerebro (o al menos la parte del cerebro denominada córtex) es la predicción, es lo que el autor llama «marco de memoria-predicción (memory-prediction framework). Según Hawkins, «el papel de cualquier región del córtex es averiguar qué relación hay entre sus entradas (inputs), memorizar y usar esa memoria para predecir cómo se comportan las entradas (inputs) en el futuro”. La teoría de Hawkins de una memoria que completa patrones es una variante de la memoria autoasociativa, es decir, la creencia de que la memoria se impulsa a sí misma.

Los canales marcianos en la cultura popular

Las especulaciones cientificistas de Lowell dieron origen a toda una literatura marciana que nos llega al tercer milenio. Edgar Rice Burroughs (creador de Tarzán) se hace eco de ellas en 1912, lo que sucede con igual fuerza con H. Wells y su Guerra de los mundos, novela de ciencia ficción publicada en las postrimerías del siglo XIX en 1898 que narra una invasión de extraterrestres provenientes del Planeta Rojo, una guerra que dura tres semanas. 

Será el enfant terrible Orson Welles quien hace una adaptación radiofónica que causa espanto terrorífico en los Estados Unidos en 1938, plena Gran Depresión. Provocó escenas de pánico entre ciudadanos de Nueva Jersey y Nueva York, que creyeron que se estaba produciendo una verdadera invasión alienígena de la Tierra. La ingenuidad de un público que aún no conocía la televisión contribuyó al éxito de la propuesta de Welles, que, sin embargo, debió ofrecer disculpas públicamente a los radioyentes.

La última adaptación en el cine de la novela de H. Wells fue estrenada en 2005, dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Cruise, Dakota Fanning y Justin Chatwin, lo que ha contribuido a que la popularidad de la novela permanece casi inalterable desde su publicación. 

Marte en la era espacial contemporánea 

La exploración del Planeta Rojo se produce en el contexto de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la extinta Unión Soviética. Los primeros vuelos a Marte ocurrieron en 1960 como misiones soviéticas. 

La sonda Mariner fue lanzada por los estadounidenses en 1964 proporcionando información muy importante del planeta rojo. Mars1 lanzada el 1 de noviembre de 1962, sería una sonda automática interplanetaria, la primera de sondas soviéticas al planeta Marte.

Hogaño existen sólidas evidencias que indican la existencia de enormes reservas subterráneas de agua en Marte. El hallazgo refuerza la idea de que el Planeta Rojo puede, o pudo en algún momento, albergar vida. Y aumenta las probabilidades de establecer colonias humanas en un futuro próximo.

La NASA, agencia espacial estadounidense y la Agencia Espacial Europea (ESA) son las principales agencias espaciales que, actualmente, tienen en marcha investigaciones y misiones sobre la colonización de Marte. Está proyectado un viaje sin retorno de seres humanos antes del año 2050. Será un gigantesco y ambicioso proyecto de la humanidad llamado Terraformación de Marte, modificación humana del clima, atmósfera y suelos marcianos, del cual hablaremos en otra oportunidad.

Luis Eduardo Cortés Riera

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