“Se trabaja con imaginación, intuición y una verdad aparente; cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer”
Juan Rulfo
La imaginación es ese elemento que tiene más amplitud que la historia, más alas que un cóndor, más dominio que la historia. Su ventaja radica en que cualquier hecho proveniente de la realidad o de la misma historia, puede convertirse en objeto de la imaginación, mecanismo capaz de producir los materiales para hacer combinaciones infinitas, otorgando al escritor un cúmulo de medios en acción para llevar al escenario de su obra.
La novela es una narración fingida, más extensa que el cuento cuyas cualidades principales son la originalidad, la certeza y el interés. La novela nace por la ramificación del cuento. Se extiende por el arte de la escritura, aunque algunos piensan que esta es heredera de la epopeya. Un buen novelista puede sacar de la epopeya y acontecimientos de la historia narraciones maravillosas o rudas de la vida y llevarlas a la tragedia o al drama, con sus terrores, sus sarcasmos, sus aventuras y alegrías, cuentan con esa pluma fina que es capaz de transportarnos al propio sentir del deseo del personaje de salir de su incertidumbre y despertarse en otro mundo, en otro siglo.
Quien lee una novela no busca resúmenes, necesita que el autor se detenga, que lo impresione, que lo lleve, lo suba, lo sacuda, lo obligue a concentrarse y dar vuelta alrededor de los actores, única manera de sentirse impregnado del fascinante relato. Cada historia es un viaje, leer es viajar, “andar por los caminos enseña mucho” (Juan Rulfo) En estos libros novelescos encontramos eso que encontramos en otros sitios al viajar. Este tipo de libro se lee despacio, se saborea, se hacen pausas para empaparse bien del asunto, siendo precisamente el autor quien nos obliga a no perder el hilo, ponernos dentro de la trama y disfrutar a plenitud la narración.
Dentro del revoltijo de sus narraciones, el escritor nos introduce por los senderos del idilio, del cielo, del infierno etc. En una novela pueden conjugarse las edades y secuencia de los recuerdos, para eso hay que tener memoria, porque “Sin memoria no hay creación” (Juan Rulfo) El esfuerzo que requiere una novela, un cuento o un escrito es intenso, al hacerlo sobre todo cuando se trata de escribir una novela se debe tener en cuenta: la estructura, la entonación, el estilo y carácter de un personaje inclusive; el resto es el placer de escribir y lograr una obra exitosa de la trama o aventura. La secuencia es parte imprescindible, pretexto que utilizan los escritores para unir mejor las joyas de su collar.
Un buen escritor tiene la habilidad de cautivarnos, de meternos de cabeza en sus cuentos y novelas. Nos lleva de la mano a vivir la cruda realidad, condiciones de vida y circunstancias de los pueblos con esa envidiable capacidad con que lo hace Juan Rulfo y García Márquez en sus maravillosos y excelentes cuentos y novelas.
En Europa y parte del mundo Occidental se destacan como los mejores libros “Don Quijote de la Mancha” del español Miguel de Cervantes; “La isla del tesoro” del escoces Robert L. Stevenson y “Los tres mosqueteros” del francés Alejandro Dumas. Escritores estos, elegidos como los mejores grandes maestros de la Literatura Universal.
“Así como la espada necesita su piedra de afilar, la mente necesita un libro”
George R.R. Martín
Termina la próxima semana
Amanda Niño P.