«La personalidad psicopática tiene una elevada probabilidad de vulnerar la normativa social y, por tanto, de entrar en colisión con el sistema judicial, de ahí su interés criminológico y forense»
Vaughn, Howard y DeLisi, 2008.
El coronel, un cóctel de inmoralidad hizo del despacho su motel particular.- Hasta instaló un baño para la comodidad de los rapiditos o para los más lentecitos todo un apoltronado butacón o butacas mullidas. Es un motel-despacho a la carta (Un Chárter). Innumerables usuarias: engañadas e ingenuas unas, traviesas otras, expertas algunas, malignas en grados diversos. Al decir de Julio, ya adentro dejaban de ser tontas quienes fueran inocentonas. Aunque muchas menores o apenas cumpliendo la mayoridad quedaban impactadas con la inmovilidad tónica o la indefensión aprendida, porque eran abusadas sorpresivamente por el psicópata y eso era más que un balde de agua fría. Las conversaciones del coronel Julio están llenas de sexualidad incluso irrespetuosamente para los oídos de inocentes usuarias, que no les toca de otra por un temor reverencial, que escuchar temerosas y perplejas al abusador que les hace chistes cargados de erotismo y de atrevidas insinuaciones, como antesala para cogerlas. Pero eso sí; unas eran víctimas y otras ofrecidas; pero todas asiduas visitantes del Motel del Directorio, convidadas o extorsionadas. Julio el agresor sexual lo era en un asunto, no solo por usar el despacho para tener sexo ilícito en encuentros furtivos inmorales dando el mal ejemplo siendo quien debería ser el modelo de rectitud y contrariamente el coronel psicópata se dio a conocer como el mismo enfermo sexual en contra de las usuarias busconas por propia voluntad y otras obligadas o engañadas. incluso algunos jovencitos usuarios – disuadidos extorsivamente y se tuvo noticia de uno que se ahorcó al no soportar más que lo violaran – y algunas empleadas que fueron presas o festín de este depredador sexual y depredador social Julio Séptimo Vásquez Masquer. Sino que en otros asuntos de agresión social, también ahí en el despacho se urden los guisos por los que el coronel, sus mujeres y sus hombres se llenan de millonarias sumas de dólares, además de garantizarse los títulos que blanden fraudulentamente. ¿Pero quienes visitan el motel del directorio con pomposidad y salen caminando desbaratadas, con cansancio notorio de forma maltrecha y con las ropas desacomodadas? Lo que nos recuerda a una infraganti santafesina en el baile del perrito obligada y sancionada a entregar el cargo. Muchas fueron sorprendidas infraganti y sus identidades merecen ser objeto de otra epístola. Porque es que habida consideración de que el coronel como todo psicópata no solo es promiscuo sino que además es bisexual; entonces de todo género hallamos en el motel-despacho. Como quienes iban al mercado y salían del mercado – ¿cuál mercado? –, muchos hombres también entraban además no solo a trompetear. Y no es válido únicamente recordar a Ananás, el estilista, sino también a Jean Naté y a Henryna. ¿Acaso la oficina del despacho o del directorio se ha quedado para eso?
De sargento de tropa a coronel improvisado.- El coronel nunca más ascendió por haber acumulado sobre sí expedientes por los cuales él mismo saboteó la posibilidad de un nuevo grado. Son tan execrables sus récords disciplinarios que verdaderos militares – generales de honor – tuvieron que negarle el ascenso porque sería una ofensa a la familia castrense y a ellos en posición de jurados. Nunca nadie olvidaría ese disparatado ascenso si hubiera llegado a concretarse. Julio Séptimo Vásquez Másquer, este coronel psicópata, narcisista, licántropo y voyerista, de quien se ha venido revelando y exponiendo ante la sociedad su personalidad engañosa, tramposa, de control y manipuladora, su predisposición a la delincuencia de bajo perfil y a la criminalidad encubierta; tiene mucho de cada sucio, pues es un cóctel de síndromes diversos, es un bebistrajo de trastornos de la personalidad; es un depredador social que según su propia concepción la naturaleza le fue propicia porque se siente grande y enseñoreado (aunque nunca pudo superar la autoridad de su padre). Pero para los expertos de la mente es un depósito de cuanta anomalía psicológica/psiquiátrica resulta de su prognosis. Aunque no se trata de un loco, se trata de un idiota moral (de esos que no respetan cánones éticos porque arguyen que no están hechos para regularlos a ellos). Se trata de un delincuente con trastorno antisocial de la personalidad, con trastorno narcisista de la personalidad, con trastorno megalómano de la personalidad, con trastorno histriónico de la personalidad, con trastorno sádico de la personalidad, que es además bipolar y esquizofrénico. Una joyita psiquiátrica este coronel bebistrajo. Se caracteriza por el sesgo cognitivo Dunning Kruger y hace uso maléfico del gaslighting y del silbato de Galton. Aunado a ello es la personificación del síndrome de hubris, y del que tangencialmente también abordamos hoy “el síndrome de Procusto”.
El Licaón.- Por otra parte era un suceso patético presenciar al coronel Julio Vásquez en su trastorno mental en que se cree transformado en lobo e imita su comportamiento. Julio para infundir miedo a la audiencia cuando se sentía poseído por el alma de un pobre perro o firulais; con su característica tartamudez, por juzgarse además recio, arrecho, jodido y apoyado, sometía al directorio a un espectáculo circense mostrándose como un perro rabioso y mostraba los dientes y botaba saliva por la jeta. Pero Julio Vásquez sentía en verdad que se estaba luciendo y que los presentes estaban llenos de terror al ver tan grotesca transformación en pleno directorio, en lo que era un remedo garabato de perro sin pedigrí, personificado por un improvisado coronel que en realidad se trataba de un sargento de tropa lleno de ínfulas en un cargo o puesto circunstancial del cual al final salió pateado. Si a ver vamos, en realidad en sus desempeños siempre se ha portado como un perro.
¿El pretérito en el presente?- Al psicópata no le conviene tener en la institución gente proba con talento, porque ninguna inteligencia es bienvenida si no se hace parte de la corrupción interna que lidera este macabro personaje. Porque le gustan los talentos genuflexos y las mentes pequeñas, el coronel psicópata bebistrajo de insanias, recluta personal que si bien pueda tener talento, no tenga probidad. Aunque el talento no le es necesario sino la habilidad para delinquir; o prefiere gente que intelectualmente no lo opaque. Al tratarse de alguien incorruptible y con distinguidos talentos, entonces Julio Vásquez enfila sus psicopatías en despreciarlo, en atacar su autoestima, en acosarlo, en desprestigiarlo; porque no quiere gente que pueda enterarse de la corrupción interna en la empresa y los modos y formas de organización de la red de extorsión, del hurto de la comida, de los peajes internos por cualquier excusa en perjuicio de los usuarios, de las violaciones a los jóvenes y a los derechos humanos, de las trampas, de la alteración de los guarismos, y la venta ilegal de documentos y de cómo esta mafia se ha replicado territorialmente.
Soy el doctor fraude, el coronel Procusto y nadie es más que yo.- Éste coronel psicópata teme que una persona con background académico, con una visión inteligente y capacidades competitivas, que efectivamente obtuvo el título profesional a fuerza de estudios y que no lo obtuvo ilícitamente o fraudulentamente con si lo obtuvo él; o una persona que con altas habilidades cognitivas y que además tenga principios morales y éticos , que al ver claramente lo que sucede intramuros de la institución, sin la ceguera de la ignorancia acomodaticia, sino que por percibir la realidad objetivamente y en su justa medida, pueda ponerlo en evidencia al divulgar lo que otros no ven o no quieren ver y que por un mendrugo o complicidad callan en una entrega de su autoestima, en vulgar valoración propia e incluso en insulto a Dios. Para la alterada amígdala cerebral de este coronel psicópata, él es el único que posee talentos y virtudes, el único que puede sobresalir. Julio sufre un fuerte padecimiento de que nadie puede tener la gracia o la osadía de superarlo en nada. Vásquez adolece de una incapacidad maléfica y acomodaticia para aceptar las competencias y talentos de otros, y esto es parte de su peculiar envidia, la que le tiene a quienes puedan poseer capacidades e intelectos que lo dejen en evidencia de que no es tan listo como pretende hacer creer – pues es más psicópata que inteligente –, o la envidia que piensa le tienen porque se cree la estrella fulgurante, el magnífico, el mejor que todos. Fíjense que se trata de un narcisista y es un prototipo del psicópata que como el agua de letrina tiene mucho de cuanto infecta y envilece su personalidad timadora.
La vileza del coronel Procusto.- Por la tan maléfica personalidad de este militar que nunca llegará a general, la gente talentosa es la principal víctima o presa de este depredador social, de este dañino coronel traicionero, que trafica con la hipocresía excusándose de no ser un felón mientras urde planes junto a sus monos voladores, la tropa de los necios, o monos jalabolas, para colocar celadas infames a quienes quiere destruir y se encabrita cuando queda burlado y se descubre su mentira y mala intención, porque sus presas escapan de sus trampas, porque por encima de todo Julio Vásquez quiere demostrar que no se equivoca, que sus juicios son infalibles, que sus pareceres son los acertados y que es muy perspicaz, que él es un hombre listísimo. Julio se cree tan listo que arruinó su propio ascenso y no pudo llegar a general, porque se auto saboteó. Este psicópata Julio Séptimo Vásquez Másquer se maneja en todas sus relaciones depredadoras con la convicción de que todo el mundo tiene un precio y se equivocó con algunos generales decentes que le dijeron que no lo ascenderían y que no eran chantajeables ni sobornables.
Utilidad en la cátedra.- Con este análisis en la cátedra de psicología forense se pretende hacer del conocimiento de quienes están afectados por este desalmado y caen en las estratagemas diabólicas de este que nunca llegará a general, que se pavonea como un dechado de virtudes cometiendo delitos y criminalidades de bajo perfil burlándose de la sociedad; para que cuando llegue el momento de ponerle los ganchos, todos estén contestes de que no es loco , sino un psicópata y por tanto merecedor de las penas restrictivas de la libertad que le impongan. El tipejo sabe lo que hace, pero se hace el subnormal. Porque tiene conciencia cognitiva pero no tiene conciencia moral. He reiterado en mis artículos, la circunstancia por la cual todo psicópata es narcisista y todo narcisista tiene perfiles procustianos. Pues bien, la envidia y el miedo de Julio Vásquez el doctor fraude, a ser superado personal y profesionalmente, por las ideas y el talento de aquellos que lo pueden y en efecto lo dejan en evidencia; hacen que el coronel psicópata, narcisista, licántropo y voyerista, rechace las virtudes de otros porque no le son convenientes en esa madeja de ilicitudes y corrupciones donde un observador honesto y talentoso es un fuga en la seguridad de la red de delincuencia. El narcisista como este coronel es el propio huésped para el síndrome de Procusto, pues son personas con autoestima muy baja que aparentan lo contrario para resguardar su fragilidad en una falsa autoestima y en ello se inventan que son unos dioses. Presentan una continua sensación de frustración y baja tolerancia a esta. Están constantemente evaluándose o comparándose con los demás, porque quieren ser mejores que todos.
El coronel envidioso.- Este coronel, no admite la divergencia, ni ideas contrarias a las que él expone en tanto las suyas son las únicas valederas y correctas y en ello tiende a mandar a callar o hace señales indicativas que no expongan nada que pueda oírse mejor que lo que él expone o que por su desatinada exposición otros lo superen y no es porque sea un militar, sino porque es psicópata. Julio no quiere gente que piense mejor que él, porque su pensamiento además de estar sucio por la corrupción no llega a tener la altura intelectual de quienes aportan de forma meridiana y diáfana para bien de la institución. Nada que no le deje ganancias criminales no es bueno ni intelectualmente correcto. De este modo el Coronel psicópata establece actitudes de discriminación e incluso acoso hacia la persona que sobresale, a la que le tiene temor al considerar que puede amenazarle su propia posición, reconocimiento o estima. Así este retorcido criminal, en contra del que resalta, en perjuicio del que es más preparado, en ofensa al más destacado; sino es su súbdito, su mascota o su mono volador jalabolas, entonces le aplica ignominia, lo desprecia, le hace una campaña de desprestigio o le tergiversa sus ideas para hacerlas ver como erradas, equivocadas o inconvenientes; además le hace críticas malsanas a su pro-actividad y creatividad. Si en la relación laboral con dicha persona no puede callarla, entonces actúa vil y cobardemente, aprovechándose de su posición de poder circunstancial y de jerarquía artificial. El Síndrome de Procusto es una patología psicológica, que define a aquellas personas que – como este coronel psicópata – , al verse superadas por el talento de otras, deciden menospreciarlas, incluso deshacerse de ellas por miedo a quedar en evidencia.
“No hay espectáculo, en verdad más odioso,
que el de los talentos serviles.”
José Martí
Dr. Crisanto Gregorio León