El primer medio de que dispone un pintor para expresar su pensamiento es la ordenación, concretar los elementos del cuadro, ordenarlos y combinarlos; en esta hay dos cosas que deben conciliarse: la belleza óptica que responde al placer de los ojos y la belleza poética que responde al sentimiento. La belleza óptica bastaría si se tratara de una obra puramente decorativa, la belleza poética es la imprescindible.
El talento no se compra, es el pintor quien hace su recorrido por el cielo, da movimiento a la llegada de las nubes, hace que se retuerzan, avancen y se esfumen estimuladas por el viento que las lleva y las empuja. Cualquiera pinta, solo que manos de aire, manos de sueño, de colores delirantes, de voluntad, de lucha y de amor es privilegio de pintores. La emoción que siente el artista al seguir los pasos de su corazón, deja en su alma y corazón el encanto personal y visual que lo elevan. Quien echa raíces, más pronto que tarde recogerá sus dulcísimos frutos. “Para lo que se tiene gusto, se tiene genio” (Schlegel)
La sensibilidad del pintor y su estilo personal son prodigiosos. Es necesario reconocer que muchos pintores eligen su estilo gracias a la influencia de sus maestros. Mientras los ojos del artista buscan el cuerpo de las cosas, los objetos que habitan el área pintada, anhelan una atención y un punto de vista exclusivo. A pesar de la variedad de objetos sobre el lienzo, hay uno que se destaca tanto que puede posesionarse del todo del cuadro sin que se quiten los otros, es la magia de la luz. Expresión es el modo determinado por el dibujo de la actitud, el movimiento y el gesto de una figura. En la vocación de un artista influyen sin lugar a dudas entre otras situaciones, sus estados psicológicos. Se pinta o se escribe por incontenible impulso vital. La pintura es el sueño que inspira al artista que ama lo que hace, que lo vive e invita a vivirlo y a contemplar en cada cuadro la expresión del rostro, del paisaje y todo lo que le inspire dentro de su circunstancia.
Como el arte
Vivir es una oportunidad. Hay artistas cuyas obras coinciden con su vida; hay maestros que logran convertir su mirada sobre el mundo en trabajos conmovedores y bellos, hay creadores que conectan mano y corazón para entregar al mundo una obra sólida y profunda. Hay personas que influyen mucho en nuestras decisiones. Si su hijo lo ve leer igualmente él leerá, si le enseña a detenerse en las obras de arte, terminará analizando cada obra y de acuerdo a esta terminará analizando y adivinando la personalidad del autor y hasta su alma. Observar y pensar termina siendo una elección de vida y el encuentro de un oficio. Todo lo que vemos, sentimos y analizamos, son lecciones que nos llevan por donde decidamos ir. Nunca es tarde cuando se quiere hacer algo y si es lo que nos gusta superaremos las coordenadas del tiempo para proyectarnos hacia el futuro con lo que hacemos en el momento donde confluyen todos los tiempos, idos y por venir…
La cuenta final
Cuando el gran marcador aparezca para poner la puntuación a tu nombre- anota muy claro: No anotará si perdiste o ganaste, sino como jugaste el partido. Grantland Rice.
En este mundo de aprendizaje el dolor y el placer se entretejen como la espina a la flor de enredadera, la fe vacila, el corazón solloza, pero algo surge al final que conduce al descanso, porque el hombre es sepultura de sus propias emociones.
Del torcedor remordimiento nadie se libra, tampoco el poderoso rey ni aquel que enloquecido por el poder y la codicia a su pueblo oprime. Cada uno es causa y efecto de su mala o buena ley…
Amanda Niño P.
Foto: Erika Jurado