#OPINIÓN La democracia genuina no se encuentra en los extremos #22Jun

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La realidad política en Venezuela ha trascendido el tradicional debate de derecha contra izquierda. En el presente, el país se enfrenta a un autoritarismo cada vez más extremista que se aferra al poder, a pesar del sufrimiento provocado durante estos largos 25 años. La verdadera división política en Venezuela no es entre ideologías, sino entre quienes creemos en la democracia como un sistema político justo y aquellos que, mediante prácticas autoritarias, violentan la Constitución y los derechos humanos para mantenerse en el poder y enriquecerse.

La democracia es más que un sistema de gobierno, es una herramienta capaz de brindar derechos, oportunidades y dignidad humana a todos los ciudadanos. En una democracia, el pueblo tiene voz y voto en la toma de decisiones, lo que permite un progreso social inclusivo. La democracia fomenta un ambiente donde se respetan las opiniones, se promueve el debate constructivo y se construyen soluciones conjuntas para el bienestar de la nación.

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En contraste, el autoritarismo en Venezuela ha mostrado ser un sistema que se basa en la represión, corrupción y violación de DDHH. Bajo el régimen actual, se ha visto un constante atropello a las libertades individuales y colectivas, una manipulación de las instituciones y un enriquecimiento ilícito de unos pocos a costa de la mayoría. Este modelo ha llevado al país a una crisis humanitaria sin precedentes, donde la falta de acceso a servicios básicos, la inseguridad alimentaria y la pobreza extrema son la norma. Cada niño que se acuesta por las noches sin poder dormir, cada venezolano que debe tener dos o más trabajos para poder sobrevivir y cada abuelo que no tiene para comprar sus medicamentos es el verdadero legado del régimen y su autoritarismo. 

En este sentido, es crucial rechazar todo tipo de extremismos, independientemente de su origen. Existen sectores políticos en Venezuela que, aunque se autodenominan opositores al régimen, también practican formas de autoritarismo al rechazar el debate de ideas y la construcción de soluciones conjuntas. Se hace lo que ellos exigen o sino patean la mesa en protesta. Estos sectores, al igual que el régimen, representan una amenaza para el retorno de la democracia y el progreso del país. La verdadera democracia implica llegar a consensos, comprender que las diferencias de opinión no nos convierten en enemigos y que el pensamiento diverso es esencial para la reconstrucción nacional.

Para reconstruir a Venezuela, necesitamos un cambio político auténtico que no se limite solo a la salida del régimen actual, sino que establezca una democracia sólida. Este cambio debe garantizar oportunidades para todos los venezolanos, proporcionando empleos con salarios dignos y mejorando la calidad de vida de todos. La unidad y la colaboración son vitales para alcanzar estos objetivos. Debemos trabajar juntos para restaurar el Estado de derecho, fortalecer las instituciones y promover un desarrollo económico y social sostenible.

El verdadero cambio político en Venezuela se logrará con el retorno de la democracia. Solo a través de un sistema democrático podremos ofrecer a nuestros ciudadanos los derechos y las oportunidades que merecen, permitiendo que cada venezolano viva con dignidad y contribuya al progreso del país. Venezuela nos llama a dejar atrás el autoritarismo y los extremismos, y a unirnos en la construcción de una nación justa y próspera para todos.

Stalin González

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