¡Esperanza, esperanza! Esa es la palabra clave para enfrentar las grandes dificultades, según el criterio expuesto y razonado por el Cardenal Baltazar Porras, quien sostuvo un encuentro con un nutrido grupo de venezolanos desterrados en España.
Claro, preciso, sin esquivar preguntas ni sazonar respuestas con retórica inexpresiva, el distinguido prelado de la iglesia católica, nos insufló optimismo y sobre todo, nos aconsejó, a no poner “cara de velorio”, en este trance en el que nos estamos jugando el destino de Venezuela.
¡Hay que poner cara de victoria siempre! “Aun en las mayores adversidades, cuando se transitan caminos empedrados, no hay mejor bastón para apoyarse en ese recorrido, que la fe, la esperanza y la seguridad en nosotros mismos”, así reflexionaba en alta voz, la primera autoridad eclesiástica de nuestro país, quien no se guardó nada, a la hora de revelar las calamidades que escarmientan en cabeza propia los sacerdotes y monjas que cumplen labores en sus respectivas parroquias. “Hay curas que me llaman y me piden auxilio, porque no tienen como comer”, contó, con el lógico tono dramático, el ilustre visitante. Puso el ejemplo personal de la pensión que recibe, cuyo monto no sobrepasa los 3 dólares. Comparó esa crítica situación con los raquíticos ingresos que devengan los educadores, razón por la cual miles de nuestros maestros se ven forzados a desertar del sistema educativo venezolano.
Para nuestro calificado Cardenal Porras, lo que más conviene en esta coyuntura, es que nuestro pueblo se sienta acompañado, por eso, confiesa, que no anda en plan de estar aconsejando, más bien lo que se impone es asistir con la solidaridad que corresponde, a un pueblo al que hay que hablarle directamente, tal cual como lo recomendó en su momento el Papa Juan Pablo II.
Para todos los venezolanos, es una verdad inocultable la presencia del espíritu esperanzador que entraña el evangelio que se predica. En medio de esta tragedia que sacude a Venezuela, la iglesia y sus peregrinos, han estado al lado de la gente que requiere de ese acompañamiento para poder mantenerse firme, muy a pesar de la catástrofe humanitaria que se padece en el país. Ahora estamos viendo en el derrotero, no una titilante lucecita, sino un faro luminoso de esperanza que nos anima a mirar con inquebrantable fe, ese porvenir que venimos labrando con el sufrimiento de centenares de presos políticos y la sangre derramada de miles de ciudadanos liquidados en medio de semejante situación.
Los templos que existen en todos los pueblos de Venezuela son aleros bajo los cuales nos hemos protegido. Los púlpitos han sido estrados desde donde escuchamos la palabra orientadora que deja de lado los sermones tradicionales, para dar paso a unos mensajes contagiosos de esperanza, que en circunstancias como estas, son el pan indispensable para no perder la fuerza imprescindible para mantenernos en pie de lucha por la libertad de Venezuela!
Mitzy Capriles de Ledezma