#OPINIÓN Soliloquios de Café: ¿Producción o demagogia? (Parte I) #9Jun

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“La ignorancia es la madre de todos los crímenes.”

Honoré de Balzac…

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Si de caficultura se trata, es mi criterio que cualquier plan de recuperación, fomento y protección, debe comenzar por emplear la objetividad, la lógica, la razón y la sensatez arraigada en el proceder de personas que actúen con integridad. Bien lo dijo Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, Bolívar, Palacios, Ponte y Blanco… “El Libertador:”

“El talento sin probidad es un azote.”

A principios de los años 1990, estando en una reunión en la “Asamblea Legislativa del estado Lara”, me enteré que estaba a punto de aprobarse una ley sobre la protección de la producción de cocuy, que hasta esos días era perseguida como una actividad delictiva. Entonces, en ese organismo legislativo, propuse la creación de una ley de “Fomento, Protección y Rescate de la Producción Cafetera.” Pero, luego me di cuenta que:

Los caficultores venezolanos habíamos logrado el reconocimiento de producir el mejor café descerezado del mundo, en un evento tan importante como lo fue la celebración de los 100 años desde que se realizó “La Revolución Francesa” … “La exposición Universal de Paris de 1889.” Época en la cual éramos el segundo país exportador y pocos años después el mal llamado Benemérito, el sátrapa Juan Vicente Gómez, se jactaba de haber pagado la deuda externa venezolana con las divisas provenientes de la exportación de café.

Este éxito fue logrado a pulso por los caficultores en años en los cuales no existía financiamiento bancario, apoyo técnico, fertilizantes, agroquímicos, sin electricidad, vías de comunicación o transporte automotor, sin seguridad social, sistemas de salud, internet o teléfonos celulares, sin crear leyes refrito de las ya existentes que violatoriamente no se cumplen, ni siquiera había ocurrido la “Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.”

Ah, pero había libre comercio, imperaba la ley de la oferta y de la demanda, el productor trabajaba en libertad y no tuvo necesidad de crear organismos que controlaran su trabajo, esfuerzo, tesón, perseverancia, inversión y valentía.

Los caficultores eran miembros de una clase social próspera. Comían y vestían lo que querían, compraban las viviendas que le gustaban y sus hijos estudiaban lo que querían y donde querían. Muchos hijos de caficultores estudiaron en las mejores universidades del mundo trayendo al país conocimientos y tecnología. Muchos hijos de caficultores sobresalieron en diferentes profesiones como la medicina, el arte, las letras, el derecho; algunos llegaron a ser presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Para el año 1998, el estado Lara producía 410.000 quintales de café/año y se comercializaban principalmente en Guarico, población que debería ser nombrada “Capital Cafetera Nacional”, por ser la mayor comercializadora de café en el país.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando no había llegado el primer automóvil a Quibor, lejanas fincas ubicadas en zonas todavía inhóspitas de la parroquia Hilario Luna Luna, del municipio Morán… “Tenían teléfono.” 

Éramos pilar fundamental de la Venezuela que se proyectaba como un país del mal llamado primer mundo; por ser autosuficientes y autosustentables deslastrábamos al erario público de cargas financieras.

¿Qué pasó entonces?

Para mí, la caída de la producción cafetera nacional comenzó con el Zumaque I, la aparición del petróleo, el nuevo riquísimo emanado de los hidrocarburos absorbió mucha mano de obra necesaria e imprescindible para el cultivo del café en Venezuela, después vino la caída de los precios a nivel internacional como consecuencia de la depresión económica de 1929-1930.

Después, los caficultores venezolanos, como dice Andrés Eloy Blanco en su recordado poema “La Loca Luz Carabaño,” vivimos en una constante y continua “Subida, Bajada y Brinco” en una interminable lucha por los precios del café a nivel de productor. En un principio precios viles, que no cubren los costos de producción, fueron impuestos por los sistemas político-económicos de los gobiernos imperantes…

CONTINUARÁ…

Maximiliano Pérez A.

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