“Cuando se presiona cualquier parte del sistema climático, se producen efectos dominó que se dejan sentir en todo el mundo, no necesariamente de forma inmediata, sino a lo largo de muchos años”.
Ella Gilbert – Climatóloga Polar.
Se ha anunciado que las nieves eternas venezolanas están desapareciendo de manera irreversible mientras personas indolentes ocasionan la depredación de los ecosistemas en zonas de alta fragilidad ecológica, ante la inacción de las autoridades a quienes compete ejecutar lo expreso en la Constitución Nacional, las leyes y reglamentos de la República, plasmadas sobre el inerte papel por el espíritu, propósito y razón de legisladores probos, con la altruista intención de proteger al ambiente; la irresponsabilidad e indolencia ante la devastación incontrolada presumo que es una actitud violatoria del Estamento Legal venezolano que forja la impunidad ante lo ecocidios cometidos.
Se habrá preguntado usted ¿Cuál será el futuro de su descendencia?
El hielo de la Antártida se está comportando de una manera que nunca se ha visto antes y ha cambiado de régimen
El régimen climático ha cambiado y los climatólogos están investigando qué lo está produciendo y cómo se comportará en el futuro.
El hielo marino antártico se ha vuelo más débil o ha desaparecido en algunos sectores, abriendo la puerta al cambio de régimen.
En algunos sectores, el hielo marino antártico, que contiene a la gran masa helada que permanece sobre el continente, se ha debilitado, o en algunos casos desaparecido en los últimos años. Durante el verano antártico, el Sol no baja del horizonte, pero el comportamiento de la temperatura debe ser tal como para que la masa de hielo costero mantenga un volumen aceptable.
Lo que se ha observado en estas últimas décadas, es que en algunas zonas ese soporte ha desaparecido totalmente, o está disminuido de tal manera como para que su contención será mucho menos eficaz. Los glaciares se están derritiendo más rápido de lo imaginado.
Ella Gilbert, climatóloga polar, ha explicado que…
“El hielo antártico es una parte vital de nuestro sistema climático”.
Aunque la Antártida nos parezca algo lejano, de su estabilidad depende no solo el sistema climático global, sino el comportamiento de los mares.
Tras el mínimo de 2016 siguieron dos mínimos récord, incluido el mínimo más pequeño de la historia en febrero de 2023, con solo 1,91 millones de kilómetros cuadrados. En marzo del año pasado los científicos esperaban que la capa de hielo se recuperara. Pero eso estuvo lejos de ocurrir, ya que el hielo antártico experimentó seis meses de mínimos históricos. Esto ocurrió en un año donde las temperaturas superficiales del mar a nivel global escalaron a niveles impensados.
En el punto álgido del invierno, en julio de 2023, a la Antártida le faltaba un trozo de hielo mayor que el tamaño de Europa Occidental. “Todos pensábamos que el mínimo era lo peor que iba a pasar; era 2023, no 2070”, explicó Ariaan Purich, investigador del clima antártico en la Universidad Monash de Australia.
El 20 de febrero de 2024, la extensión del hielo marino antártico alcanzó otro mínimo casi récord con sólo 1,985 millones de kilómetros cuadrados. Los investigadores observan que se ha producido un profundo “cambio de régimen” en la Antártida, y ahora tratan de comprender qué ocurrirá. Cuando el verano se convierte en invierno en la Antártida, el hielo marino se expande desde su mínimo de alrededor de 3 millones de kilómetros cuadrados hasta 18 millones de kilómetros cuadrados, cubriendo el 4 % de la superficie de la Tierra.
El mosaico de hielo costero tiene varias finalidades. En primer lugar, este foso de hielo marino mantiene el agua de mar caliente alejada del cada vez más precario hielo terrestre del continente, protegiendo sus glaciares colgantes. La superficie de hielo marino también refleja parte de la energía solar hacia el espacio en un proceso conocido como efecto albedo.
Estas plataformas flotantes también desempeñan un papel clave en el ecosistema antártico, ya que proporcionan un hábitat para criaturas como los pingüinos y el krill. El krill se alimenta de algas fotosintéticas que crecen alrededor de las plataformas, y sus excretas retienen el dióxido de carbono que luego cae al fondo del océano.
www.tiempo.com
Maximiliano Pérez Apóstol