#OPINIÓN El Badwill y el aura gris de la institución #5Jun

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dale un consejo a un necio y se hará tu enemigo.

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Proverbios 9:7-12

La institución no es reconocida como marca de calidad.- Por lo menos no es reconocida como buena marca. No es reconocida como marca ni de calidad ni de buena reputación. Más detestable aún: la empresa está desprestigiada y su marca es sinónimo de delito y criminalidad. Dicho de otro modo, su nombre no denota honor ni mucho menos “clase”; sino desvergüenza y prácticas nada encomiables. El significado que se transmite a través de su nombre, de su eslogan, de su rotulación, de sus signos distintivos, trae de inmediato a la mente de la conciencia colectiva y del consumidor: la idea de mafia, vicios, extorsión, corrupción, coimas, fraude, documentos ilegítimos, productos sin calidad, productos alterados, gente de conciencias pérfidas, de psicópatas, de narcisistas, de personas con síndromes diversos entre ellos el de hubris y patologías mixturadas en personalidades trastornadas. Peor aún, “los usuarios pilluelos” la toman como una escuela para formar delincuentes con distintivos, o como una cueva de ladrones donde se juntan “Alí ladrón y los 40 Babases”. Sí, ya sé que es «Alí Babá y los 40 ladrones». Y desde luego, un recinto de isométricos deformados psicológicamente, toda vez que los burros del mismo pelo cuando se ven se saludan. Al hablar de esta institución, la gente la relaciona de inmediato con un grupo de delincuencia organizada (Gedo). Cuando se ve o se escucha su nombre, de ipso facto la gente evoca a la institución de la corrupción, de las vagabunderías, de las inmoralidades, de las faltas a la ética y de las extorsiones sexuales y dinerarias. Donde sus gerentes están más hinchados de vanagloria y pomposidad que el mismo Hindenburg cuando explotó. Cuando se menciona a la institución, la sociedad y el consumidor visualizan y hacen sus flashbacks a la brevedad, y evocan la imagen de gente que da tan pésimo servicio que incluso se da el tupé de no contestar sus teléfonos ni atender de frente ni a los clientes internos ni a los clientes externos, salvo que haya de por medio una coima en dólares. Los funcionarios enfermos de vanagloria, se esconden por vanidad porque se creen superiores a los demás, ellos asumen que no caminan sino que levitan y también se escabullen por temor porque están conscientes de que andan haciendo algo nada santo y prefieren hacerse los sordos, y los ciegos. A los funcionarios deformados al sentirse en la salsa de hubris, les gusta practicar el ghosting porque se enferman de poder. La institución es vista y tomada por funcionarios corruptos como fuente de riqueza ilícita, donde los usuarios son las víctimas que se convertirán también en victimarios, por el efecto revancha. Se trata de una institución llena de gerentes y directivos antipáticos como regla general, que están convencidos que cagan más arriba del culo. Todos creen ser Highlander – El inmortal y nadie piensa en el memento mori ni cuando tengan que dar cuentas ante el tribunal de Dios.

La circunstancialidad pasajera de un cargo.- Para quienes transitan en calidad de directivos, gerentes o funcionarios circunstanciales de la institución, ellos están convencidos de que sus puestos de trabajo serán vitalicios y se yerguen déspotas y violan todas las normas de convivencia, de cortesía y de la ética o de la moralidad y se limpian el culo con las leyes, como lo afirma Pierina de Bayer. Así dice La Carcelera: “Yo me limpio el culo con las leyes”. La existencia y continuidad de la institución, están subordinadas a unos parámetros que no son precisamente de marketing para captar a un usuario sano éticamente. Es una institución en la que se colean los burros y camaleones. Cambiada la estructura mental que le dio origen a la institución, seguramente desaparecerá. Su tiempo de existencia es finito, si no evoluciona, ni sale ni se desprende de la perversión e insania, de la ejecución ilegal e ilícita, que la inspira a comportarse como lo ha estado haciendo; pues no se sustenta en principios de altura y mucho menos de calidad.

Por haberse desfasado de su filosofía y de sus fueros de origen, la institución en su conjunto “right now” no vale una mierda.- Se trata de una institución insana. De un tumor en una sociedad y un mercado que esperaban otra cosa de ella. Y el gran problema es que se niega a la profilaxis institucional. Su creación obedeció a un asunto prístino de buenos propósitos e ideales, por lo menos esa fue la pretensión de quien la proyectó y estamos seguros que nunca llegó a imaginarse en su concepción, que se convertiría en lo detestable que la han desfigurado sus palafreneros posteriores. Ciertamente quienes se han turnado en la institución, han traicionado los ideales y sanos propósitos de su creador. La institución por tanto no tiene Goodwill, porque en conjunto no tiene mayor valor en comparación con el que tienen los distintos elementos de su organización por separado, por ser en conjunto un fiasco moral. Si entendemos el Goodwill como ese plusvalor en virtud del cual una empresa o institución es superior a la suma de sus partes. Entonces esta institución está pulverizada patéticamente por su mala reputación que no le permite la cohesión con su filosofía de origen; por el efecto de la corrupción que encierra y alberga (que a la postre es el germen de su destrucción) y que la ha sostenido devaluada “in crescendo”, cayendo en picada moral – por lo que se le mira con desconfianza – ; por la indolencia y el quemeimportismo de los hombres que pasan por ella con otros ánimos distintos a querer hacer las cosas correcta, decente y honestamente. Todos quienes la gerencian a nivel central y en las regiones, las directivas de las franquicias de turno, tienen su propio plan “disfuncional” contrapuesto a la visión y misión recogidas en su acta de creación, incongruentes al deber ser, a la ética y a la moralidad institucional.

¿En qué radica el Badwill de la institución?- Eso lo observamos a través de la práctica experiencial, y en la ejecución inaudita de “las políticas secretas criminales” de las personas de carne, sangre y hueso que llevan las riendas de institución al despeñadero; las cuales le restan confianza social. Por cuanto se trata de una institución «anormalizada», desnaturalizada protervamente en sus objetivos y fines. Una institución incongruente en su hacer, con lo que dice el papel debiera acometer. Son otros los planes de quienes se turnan las riendas de la institución, y lo que ella misma dice y pregona representar. De modo que en vez de Goodwill, lo que la caracteriza es un Badwill. La imagen total de la institución no proyecta luz moral sino opacidad ética. Las partes de la institución, todas sus franquicias y oficinas internas y el recurso humano que la pone en movimiento, salvo minúsculas excepciones; no posee idoneidad ni deficiencias éticas, como para que puede percibírsele y argumentarse a su favor, que su sumatoria y en conjunto desprendan un buen humo empresarial (un fumus bonis empresarial), como para que pueda cualificársele de tener un Goodwill. Por el contrario la institución en manos de sus palafreneros o gerentes de conductas desadaptativas e inmorales; lo que hace es proyectar desconfianza social y desconfianza al consumidor selecto. Por tanto a los fines de un Goodwill, la institución por la minusvalía moral y antiética propias de la decadencia de sus partes, no tiene un aura dorada, sino un aura gris que solo le permite que a ella se acerquen consumidores o usuarios grises y quienes no están descompuestos, por efecto de la mimetización del comportamiento todos se pudren en la misma mierda de la corrupción. Al respecto pueden leer: https://www.elimpulso.com/2024/01/24/opinion-opinion-cuidado-a-quien-te-unes-24ene/

El inexistente goodwill de la institución.- Los elementos que forman la institución tienen una valoración individual. La suma de todos ellos podría darnos un valor que se correspondería con el del conjunto. Por lo que, la integración de todos ellos y su capacidad para producir en función de su Know-how, aporta un valor añadido. Ese valor, en conjunto, es superior al de la suma de las partes. Precisamente, esa diferencia entre el valor de la empresa como una unidad y el del total de los elementos que la componen es lo que equivale al fondo de comercio o goodwill. Que en el caso de la institución es Badwill, por sus altos niveles de corrupción, de la insania corporativa y la baja o muy baja o mala calidad del producto al ser testeado. ¿Y cuándo se testea el producto de la institución? Una vez que está funcionando en el mercado o en la sociedad o cuando se compara con productos de ciclos anteriores a la creación de la institución. Por otra parte, la evidencia empírica nos demuestra que los productos institucionales no sirven para lo que se presume deben servir. En una empresa, el goodwill es un activo inmaterial que se añade al valor material que tiene su patrimonio. Ese valor inmaterial lo aporta la clientela, el sistema de organización y las expectativas futuras de negocio. Y por donde se le mire, la institución queda muy mal parada a la hora de corroborar que la clientela siempre está insatisfecha porque sus productos no son idóneos para solucionar los requerimientos a que se contrae su función y cada vez las expectativas de que mejore se vienen abajo por el alto nivel de corrupción y por la carencia del know how.

Quien no te conozca que te compre.- La institución trata de venderse como buena y no lo es. Las estadísticas, los medios de comunicación y las redes sociales, prueban y demuestran la podredumbre de los productos de la institución. Dicho más claro, la evidencia empírica revela de cual material están hechos los productos que ofrece la institución. Hay muchos elementos que influyen en el valor del goodwill. El prestigio de la empresa en el mercado es uno de los más importantes. Y en el mercado la institución está desprestigiada por sus propios productos y la conducta y proceder de su propia gente. Una insania moral alojada en la mente de usuarios insanos. En condiciones normales de moralidad y eticidad, la institución no debería mantener los altos volúmenes de productos que salen de ella. Lo que acontece es que está hecha y sostenida para usuarios aberrados. Por carambola algunos usuarios pueden estar centrados y sabrán cómo no untarse de barro como hace el armiño, que prefiere y escoge estar muerto antes que ensuciarse. Pero con la institución ocurre algo así como la industria porno que se aprovecha de la perversión instalada en la mente del usuario para hacerse de exorbitantes sumas de dinero. Es que los funcionarios corruptos de la institución se enriquecen de las coimas, de las extorsiones y otros cócteles de corrupción. Del mismo modo que una empresa pirata, se abastece de malos insumos como materia prima defectuosa o dañada, para inyectarla o que forme parte integrante del producto final y son los consumidores inadvertidos o inocentes los que caen en las trampas de comprarlo. El goodwill está muy relacionado con el know-how y como la institución no tiene know how, en consecuencia no tiene Goodwill. Un buen know-how (un buen hacer empresarial) derivará en un buen goodwill, pero como el hacer de la institución es un quehacer podrido de un sistema corrompido, entonces no tiene sino Badwill en vez de Goodwill.
evidencia-empirica-de-que-la-institucion-carece-de-know-how-29may/ https://www.elimpulso.com/2024/05/29/opinion-la-evidencia-empirica-de-que-la-institucion-carece-de-know-how-29may/

El que sabe hacer lo bueno y no lo hace,

se le tendrá como pecado.

Santiago 4:17

Dr. Crisanto Gregorio León

[email protected]

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