#OPINIÓN Por la puerta del sol (198): Esa bendición llamada esperanza #1Jun

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“Debemos aceptar la desilusión finita, pero nunca perder la esperanza infinita”

Martín Luther King

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Difícilmente podremos lograr hacer o construir algo que nos haga felices y nos saque de la emergencia a flote, para no ahogarnos ni perder la esperanza. Si predomina en nosotros la frustración, la amargura, la falta de ánimo y de fe, no habrá milagro que nos salve. Las decepciones no están excluidas de la vida, hay que saberlas manejar, liberarse de ese sentimiento es liberarse de la esclavitud. 

La fe es el cimiento fuerte en que construye su esperanza el hombre. Entre las virtudes teologales la esperanza es una de ellas. El ser humano espera de Dios confiadamente los auxilios de su gracia en esta vida y la eterna bienaventuranza en la otra.  Aunque diga el hombre que no cree en un Dios ni en nada que se le parezca, eso hay que dudarlo, todos creemos siempre en algo, creemos en la madre que nos guía y nos ama, en el milagro de recibir el hijo al nacer, creemos en el maestro que nos enseña, creemos en nosotros mismos, en nuestras capacidades, en el triunfo que logramos cuando vencemos las barreras que pretendían cerrarnos el paso. Lo último que se pierde ante la muerte es la esperanza, lo último que se pierde en la batalla es la esperanza. El peor de los sentimientos es permitir que se nos muera la ilusión.

Para la esperanza se requiere cierta devoción del alma, cierto conato o intención con que se intentan vencer las dificultades que se oponen a la consecución de lo que se espera lograr. Habrá quien diga que no necesita tener esperanzas porque cuenta con sus propias fuerzas para conseguir lo que quiera él solo, sin la ayuda de Dios. -Torres más altas se han caído- El hombre eterno inconforme siempre está deseando más y más. Cuando anhela algo se acuerda de Dios, aunque Dios suele darle algo mejor de lo que le pide. Podemos ver un ejemplo en el curioso poema de Julio Flórez que dice: 

Le pedí a Dios un sublime canto que endulzara mi rudo, monótono y áspero vivir. Él me dio una alondra de rima encantadora… ¡Yo quería mil!

Le pedí una hoguera de amor nunca extinto, para que a mis sueños prestase calor. Me dio una luciérnaga de menguado brillo… ¡Yo quería un sol!” 

Según el concepto de la psicóloga Bárbara Fred Erikson la esperanza surge cuando se avecina una crisis, dando paso a nuevas posibilidades creativas. Creo que puedo- es el pensamiento que da sus frutos cuando se basa en un anhelo optimista, no en una falsa esperanza ingenua.  

El autor del libro “El tercer hombre”, John Geiger comenta que el tercer hombre representa algo extraordinario. Su aparición ha marcado siempre un momento transcendental en las peores situaciones a las que se han tenido que enfrentar en algún momento exploradores, aventureros o supervivientes. El tercer hombre es un instrumento de esperanza, una esperanza alcanzada por el reconocimiento de algo fundamental en la naturaleza humana: la fe y comprensión de que en momento crucial sale en nuestra defensa esa figura celestial que llamamos Ángel de la guarda o esperanza… 

Seguimos en este mundo, seguimos siendo el teorema, la demostración de que estamos y seguimos en la lucha, ave fénix o ceniza, lo que queramos ser en momento de fe y esperanza…  

“Los grandes cambios siempre vienen acompañados  de una fuerte sacudida, no es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo” Gananci.com

Amanda Niño  P.

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