Alrededor de 300 pacientes renales que reciben tratamiento en la Unidad de Diálisis Barquisimeto se encuentran en una situación crítica debido al deterioro progresivo de los riñones artificiales y la escasez de insumos y medicamentos.
Carmen Padilla, paciente renal con 10 años de experiencia en la unidad, describe el panorama desolador, señalando que «las máquinas llevan años en funcionamiento y presentan fallas constantes. Reducir el tiempo de diálisis a dos horas y media por paciente, como se está haciendo en algunos casos, es acortar nuestras vidas».
La falta de cupos en otras unidades de diálisis agrava la situación. «Pacientes que requieren tratamiento de emergencia en hospitales como el Pastor Oropeza o el Central Antonio María Pineda no pueden ser atendidos por la falta de disponibilidad«, denuncia Padilla.
En cuanto a los insumos y medicamentos, la situación no es mejor. «Recibimos algunos medicamentos básicos del Seguro Social, pero no son suficientes. Las vitaminas B12 solo alcanzan para medio mes y el Paricalcitol, fundamental para controlar la parathormona, está escaseando», explica la paciente.
Los exámenes de laboratorio y las consultas médicas también corren por cuenta de los pacientes, quienes, en muchos casos, no cuentan con los recursos para costearlos. «La alimentación especial que requerimos tampoco está al alcance de todos», señala.
Las consecuencias de esta situación son devastadoras. «Muchos pacientes fallecerán si no reciben la atención adecuada. Ser paciente crónico en Venezuela es una sentencia de muerte», sentencia Padilla con amargura.