A finales de la semana pasada declaró el Ministro de la Defensa que las elecciones del 27 de julio se realizarán sin falta. Bueno, no es la primera vez que los hechos contradicen sus declaraciones, sin embargo, nos invade una brisita de esperanza y nos decimos que el oprobioso régimen tiene sus días contados ¡¡¡Las elecciones van!!!
A pesar de ello, voces se alzan advirtiendo que por una u otra causa las elecciones serán suspendidas en forma definitiva o que serán prorrogadas. Que si la guerra por el Esequibo, que Maduro y su séquito no tolerarán la suerte que les espera fuera del poder, que dictadura no sale con votos y así infinidad de rumores, algunos de ellos con visos de realidad, por lo cual por nuestra mente pasan veloz, pero con terrible contundencia ese desasosiego electoral.
Nosotros, los que escribimos esto, tenemos plena confianza en que habrá elecciones a finales de julio, pero los cantos de sirena se deslizan a veces hacia nuestra conciencia, sin embargo, en donde se enroscan permanentemente es en nuestro subconsciente, con base en la desconfianza que este régimen ha sabido acrecentar en la población debido a sus continuos abusos y es por eso esa sensación que nos agobia.
Más que la confianza en la rectitud del gobierno por sus desaguisados electorales, confiamos en que sí habrá elecciones debido al temor de la tiranía de defraudar a un pueblo conquistado por el clamor de libertad, que la dirigencia de la oposición ha sabido crear y mantener a través del liderazgo de María Corina Machado y ahora aupado con mayor ímpetu, por un candidato decente, sereno, con un apacible verbo de paz y con un moderado trato ante las injuriosas palabras del oficialismo, ese es Edmundo González Urriuta. Es una llave perfecta la que componen la líder dirigente y el candidato presidencial, llave que ha arrebatado para un solo lado la intención de votos en una proporción de 80 a 20.
Recordemos que la marcha multitudinaria que sacó a Chávez del poder era de unos cientos de miles de personas en Caracas y en esa oportunidad el factor militar desobedeció la orden de reprimir al pueblo manifestante. Es posible que esa Fuerza Armada del pasado sea diferente a la de ahora que está visiblemente comprometida con los “negocios” del gobierno, pero también han de pensar que un pueblo enfurecido, hambreado, humillado y dispuesto a jugarse la última carta es indetenible. Y no serán miles en Caracas nada más, sino millones de personas en todo el territorio nacional. Eso, más que el deseo de cumplir por parte del gobierno sus compromisos electorales, es lo que renueva nuestras esperanzas en la realización de las elecciones de julio.
Evidencia suficiente para determinar con certeza el arrojo ciudadano que mueve al cambio político es el comportamiento del electorado venezolano en las elecciones primarias del año pasado, cuando casi tres millones de electores salieron de manera absolutamente voluntaria a expresar su decisión respecto al nuevo rumbo que debe tomar nuestro país. Esta multitud silenciosa, corajuda e indetenible no puede ser ignorada por los mandos civiles y militares del régimen y representa una espada de Damocles que pende sobre la cabeza de quienes pretendan desafiar el sentimiento mayoritario de un pueblo que busca con desespero y ahincó tener una vida normal donde los servicios públicos funcionen, donde los hospitales presten un servicio médico adecuado y que los trabajadores pueden vivir de su salario. Retar esta determinación popular sería un suicidio,
Pensamos que las elecciones van, llevados por la candorosa esperanza de libertad y prosperidad en la recuperación de la Venezuela ida. Estamos seguros de que no hay brujas que puedan arrebatarnos nuestras esperanzas electorales … pero de que vuelan, vuelan.
Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez