En febrero de 1989 el dirigente de Acción Democrática, Carlos Andrés Pérez asume por segunda vez la presidencia de la República en medio de inmensas expectativas generadas por la abundancia de recursos fiscales registrados en su primera gestión entre los años 1973 y 1979. Eran los tiempos de disfrute de cuantiosos ingresos petroleros por el orden de los 200 mil millones de dólares.
Una riqueza no vista antes en la historia fiscal del país que ameritaba un buen uso en función del desarrollo con el impulso a la diversificación económica. Es lo que hizo famosos a los venezolanos en el exterior, sobre todo en Miami, con el “está barato”.
Lamentablemente, la dirigencia democrática del país no estuvo, antes y después, a la altura de aquella situación lo que abrió el camino a los militares golpistas del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992.
Con todo, en el primer gobierno de CAP hubo expresiones de una rectificación y apertura al cambio positivo, entre éstos la nacionalización del petróleo y el impulso a los sectores de la educación y cultura. Nos referimos al plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho en las mejores universidades del exterior y por primera vez los estudios culturales con la creación del Consejo Nacional de la Cultura, Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo Cultural y el Centro de Estudios Literarios Rómulo Gallegos.
Son los signos constructivos del necesario cambio democrático en el país. Se trataba de estudios de primera y calidad sin las peligrosas veleidades de la falsa masificación de la educación propia del oportunista y dañino populismo.
A Pérez le corresponde desarrollar el Octavo Plan de la Nación con objetivos y metas definidas en el lapso de cinco años como estilaban los gobiernos democráticos desde 1958 en el país.
Es lo que se conoce como el Gran Viraje descalificado por la izquierda estalinista por considerarlo neoliberal. El mismo pone énfasis en la economía para alcanzar la inclusión de la población marginada y sumida en la pobreza. Es uno de sus mayores aciertos de lo cual era consciente Pérez, quien, más que un líder, es un hombre dotado de dimensiones de estadista que no nacen todos los días.
Entonces, se registran los prometedores vestigios de la diversificación económica mediante la inversión pública y privada, desarrollo regional y cambio cultural. El crecimiento de la economía pasa del 5 % al 9,6%. Así en 1992 es notoria la exitosa expansión del Producto interno Bruto en el país con el sostenimiento de una poderosa industria petrolera más los valiosos aportes de la empresa privada. A ello se añade un significativo descenso del desempleo en la batalla contra la pobreza. Esas variables son, en parte, el despegue hacia una nueva y superior etapa en el progreso del país.
Recordemos que en lo política CAP estimula la Reforma del Estado que permite, por primera vez, la descentralización del poder, pese a la resistencia de algunos retrógrados dirigentes en el seno de su partido AD, entre algunos Paulina Gamus, una dogmática en las filas de la social democracia quien lo consideró una locura.
En febrero de 1989 se produce la poblada de El Caracazo la cual creemos fue provocada desde el exterior de las masas y nada de espontáneo. Luego en 1992 los dos intentos de golpe militar instigados por el aventurero y demagogo de Hugo Chávez Frías. Hechos que hunden aquellos halagadores avances económicos y sumen al país en la inestabilidad política que lleva a la salida de la Presidencia de la República de CAP.
Pérez tiene el valor, por los riesgos de la impopularidad, de sincerar la economía mediante el desmontaje del control de cambio y de precios que mantenían de manera ficticia la misma para así dar un salto estratégico adelante. Es lo que explica el aumento pírrico del precio de la gasolina en diez céntimos que explotan hábilmente los golpistas. Son los mismos que a partir de 1999 destruyeron la industria petrolera provocando escases de gasolina, aunado a las colas y han aumentado, a cada momento, su precio a niveles internacionales. Los irresponsables que han llevado a la nación al desastre y pretenden perpetuarse con métodos totalitarios en el poder.
En las ciencias sociales lo nuevo siempre afronta problemas en su desarrollo, entre éstos la incomprensión de la gente. Lo que CAP se plantea, en aquel momento, es el exigente desafío de emprender la diversificación de la economía del país para paulatinamente romper con la subordinación del ingreso petrolero. Lo hace con una visión global y aperturista de la economía. Eso es justo reconocerlo sin complejos y sectarismos políticos.
A nuestro parecer, si aquel programa era de corte neoliberal, como lo pregona la izquierda atrasada, entonces cómo se explica que posteriormente lo haya aplicado en Brasil el socialista Luiz Inacio Lula da Silva. Fue así como más de veinte millones de brasileños salieron de la pobreza.
Sobre el tema la estudiante del séptimo semestre de Contaduría Pública de la UCLA, Karen Escandela, realizó en 2003 un excelente estudio sobre el Gran Viraje.
Freddy Torrealba Z.
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