Estoy convencida de que las personas deben tener referentes en la vida. Modelos que los inspiren. Ejemplos a seguir. Siento que cada vez eso se aleja más y más de la juventud, tal vez porque piensan que el tío Google o la Inteligencia Artificial son capaces de responder cualquier duda… y no es así.
Pertenezco a la llamada generación de “Baby Boomers”, esa que nació entre 1945 y 1964, después de la Segunda Guerra Mundial. La población mundial crecía, en particular en occidente. Tuvimos una educación convencional, muy parecida a la de nuestros padres, abuelos y bisabuelos. En Venezuela recibimos inmigrantes venidos de muchas partes del mundo. A unos los llamábamos “musiús”, a otros “turcos”, aunque no vinieran de Turquía.
Entre aquellos inmigrantes se encontraban Naum (o Nahum) Ímber y Ana Baru, quienes llegaron entre 1928 y 1930. Venían con sus dos hijas, Lya y Sofía. Lya, nacida en Odessa (Ucrania) el 18 de octubre de 1914, se convirtió en la primera mujer en graduarse de médico -la mejor de su clase- en Venezuela. Sofía había nacido el 8 de mayo de 1924 en Soroca, en la actual Moldavia. Como su hermana mayor, quiso estudiar Medicina y para ello se trasladó a la Universidad de Los Andes, pero en la mitad del camino cambió de opinión y se regresó a Caracas, a estudiar arte y periodismo, áreas en las que descolló, como lo hizo su hermana Lya en Medicina. Ambas fueron modelos para su generación y para la mía. Espero que también lo sean para todas las que vienen detrás.
Cuando apenas cumplía 20 años, Sofía se casó con Guillermo Meneses, un destacado escritor, periodista y diplomático venezolano, nacido en Caracas en 1911 y fallecido en 1978. Meneses está considerado como uno de los exponentes más importantes de la literatura venezolana del siglo XX. Durante cinco años, Sofía trabajó en el Diario Ahora, donde su marido era el jefe de redacción. En 1945 se fue para Colombia, en una suerte de autoexilio, donde trabajó para la revista colombiana Sábado y para el periódico venezolano Últimas Noticias.
Al final de la década de los cuarenta y casi hasta principios de los cincuenta, vivió en Francia y Bélgica, donde Guillermo Meneses ejerció funciones diplomáticas. Allá conoció a varios exponentes de los movimientos de vanguardia, e hizo amistad con artistas como Léger, Vasarely y Herbin. También estuvo en contacto con el arquitecto de la Universidad Central de Venezuela, Carlos Raúl Villanueva. Con renovados ímpetus, los Meneses Ímber regresaron a Venezuela, dispuestos a difundir la obra de los artistas venezolanos que pertenecían a los movimientos de Vanguardia. En 1962 se unieron al empresario Hans Neumann y al diseñador Nedo y fundan la Revista CAL, (Crítica, Arte y Literatura). Por su diseño, calidad de los textos y relevancia de los participantes, CAL se convirtió en uno de los proyectos editoriales más importantes de Venezuela. Ese mismo año, Sofía comenzó a trabajar en la Televisora Nacional, Canal 5 y en la Radio Nacional de Venezuela.
En 1965, su vida dio un vuelco: se separó de Guillermo Meneses y se casó con Carlos Rangel, un reconocido intelectual, escritor y sociólogo venezolano nacido en 1929 y fallecido en 1988. Rangel se destacó por su agudeza analítica, su visión crítica de la realidad latinoamericana y su defensa de los valores democráticos. Al momento de su matrimonio, él era director de la Revista Momento.
En febrero de 1968, junto a Rangel y Reinaldo Herrera Guevara, Sofía arrancó el primer programa de entrevistas de la televisión venezolana, Buenos Días. En 1971, se convirtió en la primera mujer venezolana en ser galardonada con el Premio Nacional de Periodismo. Ese mismo año publicó su libro, “Yo, la intransigente”, que reunió buena parte de sus crónicas periodísticas.
Después vivió dos años en Londres, donde, junto a Carlos Rangel, organizó el primer Salón de Pintura Venezolana. Al regresar a Caracas, en 1973, reanudaron su programa Buenos Días, que se convirtió en un éxito rotundo por su estilo ameno y cercano, que atrajo a políticos, artistas y personalidades de diversos ámbitos. Por ese espacio pasaron los venezolanos más importantes de su tiempo. Todos encontraron un espacio para dialogar y debatir. Sofía Ímber y Carlos Rangel crearon el ambiente propicio para conversaciones interesantes y análisis profundos. El programa fue el punto de encuentro para la discusión de temas relevantes.
En 1974 se inauguró en Parque Central, Caracas, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, MACC, del que Sofía fue nombrada directora. Un hito importantísimo en la historia cultural de Venezuela. Este museo se convirtió en un espacio vital para la promoción y exhibición del arte contemporáneo nacional e internacional. A lo largo de los años, el MACC albergó exposiciones de artistas de renombre y contribuyó significativamente al desarrollo del arte en el país.
En 1986 recibió el Lazo de Dama de la Orden Isabel La Católica, de manos del Rey Juan Carlos I de España y en 1988, el Premio Nacional de Artes Plásticas.
A pesar de las dificultades personales, como el suicidio de Carlos Rangel en 1988, Sofía Ímber continuó al frente del Museo y animando el programa con la misma dedicación y naturalidad de siempre, con un nuevo nombre, Sólo con Sofía. Siempre fue una defensora a ultranza de la cultura y el arte en Venezuela, promoviendo la educación artística y la difusión de artistas nacionales e internacionales. La trayectoria profesional de Sofía estuvo marcada por su compromiso con el arte, la cultura y la libertad de expresión, dejando un legado importante en la historia cultural de Venezuela. Bajo su égida, el MACC se convirtió en uno de los más importantes de América Latina.
En 1990, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas pasó a llamarse Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Ímber, por decreto de la Gobernación del Distrito Federal. Entre ese año y los siguientes, Sofía recibió las más importantes distinciones en distintas partes del mundo, como la Medalla Picasso otorgada por la Unesco y la Orden de la Legión de Honor, del gobierno de Francia.
En 2001, Hugo Chávez la despidió del Museo. En 2006, le quitó su nombre. En el entorno mundial de las artes, aquellos exabruptos fueron un escándalo y Sofía recibió apoyo de los mejores en el ámbito artístico e intelectual.
En 2002, ambas fuimos condecoradas por el gobierno de Italia, ella como Grande Ufficiale dell’Ordine Al Merito della Repubblica Italiana, y yo como Cavaliere. En aquel momento comenzó nuestra amistad. Fui testigo de cuando donó sus archivos a la UCAB, y posteriormente, en 2014, cuando donó su magnífica biblioteca. En 2016 se publicó el libro de sus conversaciones con el joven escritor Diego Arroyo Gil, La Señora Ímber: genio y figura.
Y eso fue Sofía: genio y figura. Una mujer como pocas, valiente, aguerrida, audaz, fuerte. Brillante, brillantísima. Encantadora con quienes le caían bien. Divertida, en ocasiones cáustica. Todo un personaje, que hace siete años se convirtió en parte importante de la Historia de Venezuela y del mundo. Conózcanla. Qué honor que sea nuestra.
Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb