El Teatro Juares, el alumbramiento del progreso artístico en una ciudad sin tradición teatral #6May

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Entonces el país era pasto de las intestinas e inútiles guerras civiles entre incultos caudillos ajenos a la moral y luces que emanan del arte y la educación las cuales lo habían sumido en un desastre. El estado Lara no escapaba a esos incivilizados procesos. 

Por lo que pasaba el tiempo sin que se registrará  en la apacible urbe algún suceso de trascendencia en lo artístico, económico y político. Es aquella una urbe sin la tradición de la cultura teatral. Eventos de este tipo se registraban de tiempo en tiempo. 

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Con todo, el 15 de febrero de 1890 la Asamblea Legislativa del estado Lara decreta la construcción del Teatro Juares, acontecimiento del cual se están cumpliendo 134 años.

Tras ese decreto devienen una diversidad de avatares  para que el inmueble sea concluido y estrenado artísticamente. Debieron transcurrir quince años para su definitiva apertura en 1905 para convertirse en la principal sala artística del estado Lara.

El naciente teatro se une a los establecimientos en torno a los cuales históricamente siempre ha girado la vida de las ciudades, a saber: mercado, iglesia, plaza, hospital, alcaldía y gobernación.

El Juares surge en momentos cuando el país se incorporaba al sistema capitalista mundial mediante el Primer Plan de Desarrollo Nacional lanzado en 1876 durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco. Éste pese a lo autoritarios se manifiesta sensible a los asuntos del arte.

Es el tiempo de apogeo de la modernidad que en el arte tiene su mayor expresión en Francia principalmente con el manierismo en la plástica y literatura. En esas lejanas latitudes eran acaeceres diarios de sus habitantes.  

De suyo la actividad teatral en la urbe era exigua por no decir nula dado lo ocasional. Éramos entonces una ciudad sin tradición teatral alguna. Las funciones de títeres eran una rareza en las cercanías  de la laguna de La Mora.

Pero un gobernante progresista como Aquilino Juares percibe que la misma carece de un centro para el desarrollo de las artes escénicas. Así decide su creación en signo visionario que miraba  al presente y futuro cultural y educativo de la capital larense.

Su irrupción ocurre en el período comprendido entre 1890 y 1905 de relativo progreso y luces en Barquisimeto. Lo confirman los siguientes hechos: la llegada de la línea del Ferrocarril Bolívar, fundación de la Cámara de Comercio del Estado Lara, creación de la Orquesta Mavare, realización de la Primera Feria de Barquisimeto, fundación en Carora del histórico diario El Impulso, y el surgimiento de los cines Bolívar y Arenas. 

Su significación consiste en que expresa un paso de avance en las artes y cultura. Pues pasa a constituir  un referente en lo arquitectónico y artístico en una ciudad de menos de 30 mil habitantes con índices de analfabetismo de un 90%. Apenas existía   un liceo para la formación de bachilleres como el Colegio Federal existente desde 1834 al cual accedían los jóvenes  de los estratos sociales pudientes.

El surgimiento del Teatro Juares marcha en paralelo con la llegada del Ferrocarril Bolívar en enero de 1891 que incorpora al estado Lara al resto del país y el progreso económico y cultural.  El principio del rompimiento del aislamiento del país que eclosiona en forma luego de la muerte del tirano Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935.

El proceso primario de su conformación discurre por el lapso aproximado de quince años desde el decreto de su creación hasta la inauguración. Al mismo están ligadas diversas personalidades públicas de la cultura y la política, entre otras: 

  • General Aquilino Juares Presidente Constitucional del estado Lara decretó su construcción
  • Reimundo Andueza Palacios, Presidente de Venezuela, quien decretó su construcción en 1891
  • General Rafael  González Pacheco termina su construcción y Rafael Garmendia Rodríguez, durante su gobierno se le da el nombre de Aquilino Juares en 1812. 

La compañía constructora del recinto de las artes escénicas la constituyeron los maestros de la especialidad: Teófilo A. Pérez, Cipriano Espinoza y Francisco Ladera, albañiles y carpinteros.

Una vez construido, de inmediato se convierte en el epicentro de actividades artísticas y culturales. En sus espacios tienen cabido el teatro, cine, recitales de música y poesía, exposición pictóricas, conferencias, magos, payasos, ventrílocuos, cómicos, danzas, actos de fin de curso escolar y trasmisiones radiales de la Voz de Lara y Radio Barquisimeto, entre otros quehaceres. Es también el emporio de las actividades políticas que luego cesa para dedicarse estrictamente a lo artístico.

Su fachada y estructura han sido objeto a lo largo de su historia de varias remodelaciones para totalizar 12. La de 1972 derivó en una polémica cuando al frente fue colocado un muro que finalmente fue reconstruido tal como luce actualmente. Pero se trata de una edificación pública surgida en la Barquisimeto tradicional de estampas rurales. 

A partir del 15 de febrero de 1890 una variedad de historias menudas hacen su rica trayectoria. El mundo de lo escatológico con sus fantasmas ha estado presente desde el principio. 

Por lo que su mágica estructura llega a inspirar la columna cultural El Duende del Juares en el Suplemento Dominical del diario El Impulso, cuyo autor es el periodista Rafael Montes de Oca Martínez, experto conocedor del ámbito artístico. 

El tema motiva a mediados de la década de 1990, durante la gobernación de Orlando Fernández Medina,  la realización de unas visitas guiadas de carácter didáctico e histórico estando muy cerca los espantos.  

Ésta es  la expresión del espíritu de un tiempo del Barquisimeto que se fue que el escritor Alberto Catillo Arráez recoge en sus libros y columnas de prensa, entre estos “El Barquisimeto que se va y deviene”. Un testimonio tangible de la orgullosa barquisimetaneidad que nos acompaña en esta época de la globalización. Porque en 1905 “El mundo es ancho y ajeno” para los barquisimetanos, tal como lo afirma el peruano Ciro Alegría. Ahora  no es así.

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