Esta araña se caracteriza por su cuerpo alargado y peludo, de color blanco cremoso con marcas negras en el abdomen. Sus ocho patas largas y robustas le permiten moverse con agilidad sobre la arena, mientras que sus grandes y afilados quelíceros (apéndices en forma de pinza a los lados de la boca) sirven para capturar y matar a sus presas.
Su tamaño relativamente grande, con hembras que alcanzan hasta 14 centímetros de longitud, la convierte en una de las arañas más impresionantes del desierto.
Habita en las áridas y calurosas condiciones del desierto de Namib, donde las temperaturas pueden alcanzar hasta 60 grados Celsius durante el día. Para sobrevivir en este ambiente hostil, la araña ha desarrollado una serie de adaptaciones únicas. Una de las más notables es su capacidad para excavar madrigueras profundas en la arena, donde se refugia del calor y la deshidratación.
Otra adaptación clave es su comportamiento nocturno. Esta araña emerge de su madriguera al anochecer para buscar alimento, utilizando su excelente visión nocturna para detectar a sus presas en la oscuridad. Además, la araña posee un pelaje grueso y denso que le ayuda a aislarse del frío nocturno del desierto.
Uno de sus aspectos más intrigantes es su ritual de cortejo, conocido como la «danza de la dama blanca». Durante este ritual, el macho levanta sus patas delanteras y las agita en el aire, mientras que vibra su cuerpo y produce sonidos rítmicos. Esta danza elaborada sirve para atraer a las hembras y competir con otros machos.
También se comunica mediante vibraciones sísmicas. Al golpear sus patas contra el suelo, la araña puede transmitir señales a otras arañas a distancias considerables. Estas vibraciones pueden servir para advertir a los rivales territoriales, e incluso transmitir información sobre la ubicación de presas.