Mandatarios de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) se comprometieron el miércoles a llevar adelante una nueva etapa de «cooperación» con el propósito de fortalecer y reimpulsar esa organización regional.
Nicolás Maduro encabezó la cumbre del ALBA de Caracas para discutir la Agenda 2030 del bloque regional, que, indicó, aborda siete líneas de trabajo en distintas áreas como parte de un «esfuerzo conjunto por fortalecer las áreas más importantes para el desarrollo y bienestar de los miembros».
La agenda incluye la creación de una agencia de cooperación y desarrollo, así como firmar y adoptar definitivamente el Tratado de Comercio, entre otros.
Maduro destacó que, en una sesión privada, se centraron en establecer una agenda acorde a los tiempos actuales para encaminarse «rumbo a objetivos superiores en todos los campos de la geopolítica, de la economía, de las finanzas de la salud, de la educación, de la cultura, de las telecomunicaciones, de la producción de alimento, del desarrollo industrial, con una visión unitaria”.
También se acordó estudiar y aprobar el plan de relanzamiento de Petrocaribe, un acuerdo de cooperación energética creado por el ahora fallecido presidente Hugo Chávez en 2005, mediante el cual Venezuela suministraba crudo y derivados a países de Centroamérica y el Caribe a precios y condiciones preferenciales.
En la cumbre también estuvieron presentes los mandatarios Miguel Díaz-Canel de Cuba, Daniel Ortega de Nicaragua y Luis Arce de Bolivia, además de los primeros ministros Ralph Gonsalves de San Vicente y las Granadinas, Roosevelt Skerrit de Dominica, Philip J. Pierre de Santa Lucía y Gaston Browne de Antigua y Barbuda.
Los países restantes que la integran fueron representados por funcionarios de distintos rangos. Granada y San Cristóbal y Nieves son las otras naciones que integran esta organización.
El organismo regional –creado en 2004 por Chávez y el también fallecido mandatario cubano Fidel Castro– nació como una iniciativa de integración ajena a Estados Unidos. Su objetivo de entonces era enfrentar las «intenciones de Washington» de formar un acuerdo de libre comercio continental.
La alianza ha sufrido tropiezos en sus casi dos décadas de existencia, en parte por estar fundamentada en políticas de izquierda. Su operatividad y crecimiento se han visto afectados como consecuencia de los cambios de sus gobiernos, como fue en su momento el caso de Ecuador y Honduras, que abandonaron la alianza tras la llegada al poder de gobernantes de distinto signo ideológico.