Con la misma fe y el optimismo de siempre mis oraciones para que nuestra nación sea más feliz y baje el tormento de vivir en una incertidumbre visceral que nos corta las ilusiones y deseos de hacer, producir y compartir la gente de bien; donde estábamos los que nos deseábamos el bien unos a los otros, donde estábamos los que trabajamos más y a tiempo completo, generábamos empleos, compartíamos, pagábamos las imposiciones religiosamente y porque tantas dificultades si ya todo estaba hecho, una nación con todas las bondades, en donde todos querían vivir o quienes la visitaban no se quería ir y si se iban la recordaban con nostalgia y deseos en regresar.
Con verdadero dolor escribo estas reflexiones y encuentro a mi aliado que es el optimismo y el trabajo que lo amo y lo asumo como una bendición de Dios y el mejor compañero de vida y siento orgulloso de que nada se nos ha hecho fácil y saber frenar las tentaciones de hacerse rico y poderoso con la ley del menor esfuerzo, esa no es el camino al empresario decente, hacedor de buenos principios que hacen y no deshacen, cumplen sus compromisos con ética, buenos para la paciencia y convivencia, esto es en buena parte los empresarios del campo, agricultores y ganaderos que su tarea no tiene horario, ni vacaciones, esto hay que sentirlo para vivirlo y sortean los obstáculos y reclamar sus derechos y cumplen con sus deberes.
Nuestra querida nación hoy en la piqueta del mundo con un cúmulo de malas referencias que no ayudan ni dan confianza a la inversión extranjera; como puede ser posible que estamos en el número tres de los pobres, que el sueldo básico sea el más bajo, que en Nigeria y en la República Democrática del Congo, que la inflación de lo que va de año sea el 89%, dicen las estadísticas y los conocedores de la materia que según centros de análisis Venezuela es el país del mundo para hacer negocio, que la producción petrolera tubo un bajo muy importante pero como no practicamos el flautismo deseamos el bien los unos a otros unidos para combatir todas estas anomalías, consciente de que somos indiscutiblemente el país más rico del mundo.
Con el ruego de que el Espíritu Santo ilumine el camino de quienes toman las decisiones, en nombre de toda la gente que desea el desarrollo, el crecimiento con ética, paz y en armonía sean bienvenidas las sanas ideas que a todos nos beneficie y volvamos a ser la nación que todo el mundo veía con respeto y admiración, es tan fácil, si ya todo está hecho, lo que hay es que reencontrar, hacer y no deshacer en todo los ámbitos; para el momento no hay un hueso sano pero si reconstruirlo con voluntad y el noble aporte de la unión.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
José Gerardo Mendoza Durán