La profunda frustración de la inmensa mayoría de la población venezolana con la actual situación de estancamiento económico y social, sumada a un régimen arbitrario que abusa del poder sin recato alguno, lleva a muchísimos ciudadanos a aferrarse de cualquier esperanza de cambio que se les presente en el panorama político.
Pero esa misma consternación conlleva que esa misma parte de la población muy rápidamente se sienta defraudada cuando sus expectativas se malogran por el motivo que sea.
Quienes están sumidos en esa combinación de amargura con indignación con la situación actual de Venezuela vienen demostrando muy poca paciencia ante toda perspectiva de cambio gradual, y por ofertas políticas que no implican cambios radicales.
Pero quizás uno de los mayores errores de distintos voceros de la oposición venezolana ha sido generar expectativas mucho más allá de sus posibilidades reales.
El problema con los picos de popularidad en política es que tras ellos suele venir un bajón cuando los más entusiastas no ven los resultados anticipados. Por eso conviene tener mucho cuidado al crear expectativas poco viables.
Hoy es poco envidiable la situación de la ingeniero María Corina Machado, que tiene en sus manos un apoyo – en casos muy intenso – de una considerable mayoría de quienes adversan al régimen. Quizás precisamente porque se ha posicionado como el total anverso a lo que hoy sufrimos.
La pelota ahora está en sus manos. Depende de su pericia política en los próximos días que evite correr luego con el mismo rebote que en cada etapa de este vía crucis han sufrido en carne propia importantes opositores como Juan Guaidó, Henrique Capriles, Leopoldo López y otros.
El próximo 28 de julio no se producirá un cambio radical de gobierno, pero sí será una singular ocasión para expresar un masivo repudio al régimen imperante.
No se trata de una elección normal en condiciones democráticas: Quién resulte favorecido tendrá frente a sí un escarpado y azaroso camino para si acaso llegar a Miraflores: Con legislatura, judicatura, gobernaciones, alcaldías y alto mando en contra.
¿Qué el régimen tratará de ocultar y cambiar los verdaderos resultados? Sin duda lo intentará. Pero la magnitud del repudio se podrá sentir a todo nivel nacional e internacional, comenzando por los miembros del Plan República, los testigos de mesa y todos los componentes del universo chavista aún presentes en Venezuela.
El próximo 28 de julio no es para cambiar un nombre por otro, como una elección normal. Ese día 28 lo que toca es moverles la mata. Tan solo eso vale tu voto.
Antonio A. Herrera-Vaillant
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