Roseliano García Soto (Barquisimeto, 1945) forma parte de la camada de pintores formada en la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar al calor del conflicto estudiantil del año 1967. Entonces, sus participantes clamaban por una renovación en su programa de estudio anclado en el academicismo.
En ese marco asume la dirección de la institución Simón Gouverneur, con amplios estudios en el exterior, para emprender los necesarios cambios que tardaron en llegar más de treinta años.
Gouverneur tenía una alta valoración de lo popular y raíces del arte venezolano y latinoamericano. Es el referente que orienta sus enseñanzas para ir al cruce con lo nuevo en las artes plásticas larenses que imparte a sus inquietos estudiantes.
Tras lo popular
Uno de esos discípulos, que asimila al cien por ciento esas enseñanzas, es Roseliano García convertido en un oficiante de los motivos populares mediante la convergencia de las expresiones de la abstracción. Un arte que no necesariamente niega la realidad sino que la asume de otra manera.
Arte con la particularidad de ir más allá del uso del ojo humano para apreciarlo tras los cambios técnicos y científicos registrados luego de la Primera Guerra mundial, entre estos la Ley de la Relatividad de Albert Einstein y la Teoría del Psicoanálisis de Sigmund Freud.
Así García va al encuentro de lo popular desde esa perspectiva de la plástica para visualizar lo religioso, mágico, folclórico y mitológico. Parte del mundo simbólico en donde se desenvuelve el hombre. Es el artista empeñado en escudriñar y plasmar la identidad cultural propia con una variedad de motivos que labra con esmero cromático.
Por las formas del arte lo popular históricamente ha sido concebido como lo espontáneo, voluntario y empírico sin ninguna presencia de lo académico. Con García ocurre lo contrario cuando se posesiona de la paleta, lienzo y pinceles para develar el universo de lo ancestral.
En consecuencia, su lenguaje se fundamenta en lo implícito logrando suscitar la interacción en el espectador. Su narrativa plástica, escasamente figurativa, parte de la corriente del abstraccionismo que domina en el arte desde los primeros años del siglo XX con su variedad de ismos. Por consiguiente, hace que lo nuevo y universal sean útiles a la causa de lo autóctono.
Pues la búsqueda de lo popular en el arte no necesariamente significa descender a los niveles de lo inculto o la negación del conocimiento sistemático. en ningún momento está reñido con lo estético como expresión de la relación superior del hombre con su entorno.
Cromatismo más quietud
En el cuadro García se desplaza con la destreza de un colorista que lo da todo en nombre de ese principio pictórico que nos viene desde el transformador y levantador Renacimiento. Es una preliminar valoración de su excelente obra.
Es notable la recurrencia a los colores primarios como el rojo y amarillo extendiéndose por una riqueza de tonalidades. Con parte de esa coloración fuerte y estilizada apuesta artísticamente a su propósito de exaltar la cosmovisión ancestral de nuestro pueblo y consumar así lo que desea comunicar.
Conjuga el punto y línea que expresa mediante los motivos rectangulares, surcos y semicírculos con los cuales provocan una variedad de sensaciones. De esa manera conecta con las raíces en que discurrió el hombre americano como moldeador cultural de su medio ambiente, siendo notable ese despliegue seguro en el cuadro de los valores de la plástica, entre otros diferentes armonías con las cuales torna muy atractiva y tersa la obra a la vista. Esa quietud que deriva del punto sin por eso sacrificar el ritmo.
Se trata de una manera de sublimar lo popular desde las instancias del arte abstracto en que acierta como los buenos artistas plásticos. Su otra visión de esa corriente que en Venezuela tuvo sus primeros cultores en los anónimos creadores, entre estos el Pintor del Tocuyo.
En su destacada trayectoria pictórica Roseliano García ha obtenido, entre otros lauros, el Premio Héctor Rojas Meza. Por eso, reconforta la iniciativa del Ateneo de Cabudare de organizar en sus espacios la exposición de su autoría “Atemporal”, en la sala de Arte Jorge Arteaga, a partir de este domingo 14 de abril, con la curaduría de David Escobar.