#OPINIÓN Un grito de dolor #10Abr

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Ascendimos estando siempre entre los primeros 10 de nuestra promoción. Y hoy estamos siendo tratados como los últimos después de los últimos. ¿Por qué?. Porque siempre expresamos que aún adolescentes entendimos que nuestra vocación era el de convertirnos en centinelas de la patria y para eso con orgullo afirmamos que al entrar a la Academia comenzábamos nuestro camino como servidores del legado de Bolívar y de Sucre y también de él de Paez, llanero como uno de nosotros.

Y ya para ese entonces, el 2004, cuando aquel 5 de julio el presidente Chavez nos entregó el sable, estábamos claros, si asi como nos definimos antes, hoy en pleno año 2024 que nada ha cambiado, que nuestra vocación como oficiales del que fue, con profundo dolor lo tenemos que reconocer, un glorioso ejército. Hoy en estos sombríos días nos seguimos considerando centinelas de la patria, porque esa era y es hoy y con orgullo lo reafirmamos: nuestra vocación.

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Nuestros objetivos en la vida no han cambiado, servir a Dios, a la patria y ser ejemplo para nuestras familias. Esto ha sido imposible de combinar bajo la concepción de eso que han llamado socialismo del siglo XXI. Socialismo ¿ Cuál socialismo ? Lo único que hemos visto en los últimos 20 años ha sido pobreza y fanatismo. Nos obligan a repetir como loros que Chavez vive. No, Chavez se murió, los que viven son unos almirantes y generales que sin ninguna vergüenza le dicen al mundo que compraron en Madrid apartamentos de 3 millones de dólares. ¿ Carajo y no les da vergüenza ?.  ¿ Traidores nunca ? y han traicionado, vejado y humillado diariamente el juramento de servir honrosamente a la patria. Si, Chavez vive pero para seguir expoliando a ese noble pueblo que creyó en el Chavez de por ahora..

Porque así como 20 años atrás y como ya lo hemos afirmado, nuestra vocación no ha cambiado: lo reafirmamos, solo y exclusivamente deseamos ser militares, no deseamos ser empresarios ni honestos ni tampoco empresarios corruptos, ni participantes de negocios de cualquier índole, ni de drogas ni de oro, ni pavonearse con las prepagos sin ningún respeto por nuestras familias ni tampoco el respeto por el uniforme de Simón Bolívar.

Pues sí señores generales y almirantes: lo gritamos fuerte y claro: solo deseamos ser militares y servirle a la patria, que fue ese el motivo por el cual nos hicimos, primero cadetes y después oficiales de los ejércitos de Bolívar y de Sucre. 

Hemos expresado con respeto a ciertos y contados oficiales superiores nuestra posición institucional. ¿La respuesta? Para la mayoría silencio total. No te oí, no te vi. Solo uno se atrevió a decirnos: “Pues si no desean poner en peligro sus integridades y las de sus familias, mueran callados o simplemente soliciten la baja”.

Esta de hoy no es la patria de Bolívar. Es un territorio al norte de suramérica que está en un proceso de desaparición, así como cuerpos de inteligencia los que antes velaban por nuestra seguridad, hoy desvergonzadamente son utilizados para secuestrar y asesinar militares o simples civiles que expresan su inconformismo con el desastre en el cual nos han sumido

Confesamos que es con gran sacrificio que resistimos la presión que los infiltrados cubanos  ejercen en contra de todos aquellos oficiales de quienes sospechen, si, basta y sobra una sospecha, de que no aplaudimos las decisiones de esta cúpula civil militar, para que extremen la vigilancia y hasta nos susurran al oido la recomendación de portarse bien. Si la recomendación, así la llaman. Porque sospechan de nuestro desacuerdo con lo que ocurre diariamente en nuestra patria, para que nuestro peligro de caer presos por acusaciones infundadas o simplemente fabricadas en los laboratorios del gobierno.

Amigo en la distancia, debemos confesar, sin poder esconder nuestra humillación que ya estamos muy cerca de renunciar a lo que una parte de lo que nosotros somos: ser militares venezolanos. Somos los mismos quienes ya no podemos salir por las calles de nuestras ciudades con el orgullo de serlo al hacerlo infundados en nuestros uniformes. Ya hoy no somos bien vistos gracias a una cúpula deshonesta que no representa los valores de los ejércitos venezolanos. No mi general, no vamos a salir a rebuscarse en las calles, no vendemos en las autopistas tortas caseras ni tampoco vamos a servir de escoltas del transporte de porquerias. No mi general, como le dijimos al inicio,  somos militares profesionales al servicio de los altos intereses de la patria.

En días pasados pudimos conversar con un general, el único que aún inspira nuestro  respeto, y le expusimos nuestras reflexiones sobre la crisis institucional y nuestros temores de que si no sucediese en tiempos breves un cambio, no solo de gobierno sino también de mentalidad, la patria caerá en el peor de los precipicios. 

Esta patria, si la de Bolívar y Sucre y la de Miranda y la del Capitan Acosta Arevalo y la de los miles de compañeros de armas que deambulan por el mundo haciendo cualquier sacrificio para que sus familias puedan medio comer, en un país que era ejemplo de libertades y de solidaridad con el mundo, no puede seguir siendo conducido por un puñado de hombres sin moral ni principios y dispuestos a todo para mantener ese mal habido poder. 

En Venezuela hay que tener clara conciencia de que no se dirimen asuntos de política, temas empresariales, estrategias militares, medios de comunicación y hasta de farándula, que no estén infiltrados en pleno por el régimen y sus artimañas para continuar en el asalto de las arcas del país. 

Cuando estos que visten de verde llaman a defender la independencia, soberanía y libertad de los Venezolanos, se refieren solo a ellos mismos y desde luego a los que forman parte del segmento de cleptómanos, políticos, militares y algunos en el ámbito empresarial quienes destruyen el país con el diario saqueo en forma ordenada y sistemática.

Esta corrompida cúpula califica de seudo líderes a dirigentes políticos que por lo que podemos observar cuentan con la aprobación de ese pueblo nuestro reducido a su mínima expresión. Como venezolanos creemos que este constante ataque a la señora Maria Corina Machado y a otros líderes políticos que se midieron con ella y que tras su victoria hoy la respaldan  la reconocen como la única persona en estos momentos que pueda iniciar la reconstrucción de una nación que languidece entre el hambre y la represión. 

La pobreza como consecuencia del robo y la represión ha generado 8 millones de desplazados, incluidos un sector de anteriores partidarios del presidente Chávez. Esperemos que las instancias judiciales supranacionales como la Corte Penal Internacional, se expresan en tiempo breve. Esta cúpula cívico militar, está acusada de serios delitos. Son delitos que no prescriben, como las violaciones de los sagrados derechos humanos, consagrados no solo en nuestra constitución, sino muchos años antes en la declaración universal de los derechos humanos de París y más recientemente en el Estatuto de Roma. 

En consecuencia, es correcto decir que son el enemigo. La cúpula o como se hacen llamar eufemísticamente Fuerza Armada Nacional Bolivariana, ya que ni por el nombre, ni mucho menos por su misión, se asemejan en nada a lo que define la FAN en su artículo 328 de la Constitución la cual recordamos diariamente: «La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. 

Menester es recordar que sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica». Ninguno de estos principios hoy se cumplen en nuestro país.

Raúl Ochoa Cuenca y tres oficiales honestos, de quienes en ellos permanece la grandeza de los ejércitos del libertador Simón Bolívar y del Gran Mariscal Antonio José de Sucre. 

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