El derecho a la salud en Venezuela sigue en sala de cuidados, intermedios o intensivos según el caso y la variable que se mida. A finales del mes de marzo, la Oficina para Venezuela del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas indicó en la actualización oral de su informe que por más que haya crecimiento económico en últimos dos años, «el acceso a alimentos, salud y educación sigue afrontando retos estructurales” en Venezuela.
El Día Mundial de la Salud, que se celebra cada 7 de abril, tiene justamente como lema este año 2024 «Mi salud, mi derecho», según estableció la Organización Mundial de la Salud. La idea es resaltar el mensaje de que el derecho a salud de millones de personas en el mundo cada vez está más amenazado por conflictos que «devastan vidas y causan muerte, dolor, hambre y angustia psicológica». El tema busca promover la defensa de ese derecho y a que todos los ciudadanos de todos los países tengan acceso a servicios de salud, educación e información.
El pasado 5 de abril Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana, declaró que en Venezuela la salud dejó de ser un derecho humano: «Una muestra es la crisis médico hospitalaria que afecta al país desde hace muchos años», sostuvo, tras denunciar que el país atraviesa una especie de «cierre técnico en la red hospitalaria».
Estudios indican que el acceso a la salud pública en Venezuela sigue siendo comprometido. El reporte del año 2023 de la Encuesta Nacional de Hospitales de la ONG Médicos por la Salud registró una discreta mejora en indicadores como desabastecimiento de insumos de emergencia (37% en 2023 frente a 46% en 2022) abastecimiento de agua en hospitales y fallas eléctricas.
Aún así, importantes deficiencias siguen presentes en lo que respecta a desabastecimiento de insumos, capacidad quirúrgica, tiempos de espera para cirugías electivas y atención de urgencias y baja capacidad para realización de estudios de diagnóstico, por lo que la ONG concluye que los hospitales del país «siguen estando muy lejos de los estándares de calidad de otros sistemas públicos de salud de la región».
Atención con respiración asistida
Desde 2018, la Encuesta Nacional de Hospitales ha monitoreado semanalmente una serie de indicadores relacionados a la situación hospitalaria que incluyen abastecimiento, oferta de servicios, personal disponible y aspectos de seguridad e infraestructura.
El reporte del año 2023, presentado el pasado 3 de abril, constató que en Venezuela «no hay ningún hospital que tenga garantías de tener todos sus servicios operativos». Los siguientes datos lo confirman.
- El índice de desabastecimiento de insumos de quirófanos fue de 74% en 2023 y empeoró respecto al 70% de 2022. «El único rango aceptable en términos de capacidad y calidad de atención hospitalaria es que los índices de desabastecimientos sean 0%», precisa el documento.
- Los pacientes deban gastar un promedio de 81 dólares para poder operarse, lo que representa una inversión aproximada de 22,5 sueldos mínimos (monto que no se aumenta desde marzo de 2022).
- Venezuela es el país con mayor gasto bolsillo para la salud en toda la región de América Latina
- Aunque los hospitales monitoreados por esta encuesta son todos tipo III o IV, – de alta complejidad y con frecuencia, referencias regionales e incluso nacionales, el promedio de quirófanos disponibles es de apenas 10, lo que significa que un 60% de la capacidad operativa real para operar a pacientes está disminuida.
- Los servicios de resonancia magnética y tomografía están cerrados en 83% de los hospitales monitoreados y la mitad de los laboratorios funcionan de forma intermitente.
- En los hospitales venezolanos, el tiempo de espera para ser atendido tras un infarto llegó a una hora, cuarenta y cinco minutos en 2023. Según los estándares internacionales, un paciente infartado debería ser atendido entre los 30 y 45 minutos posteriores a su llegada al centro de salud para evitar muertes.
- El promedio de tiempo para esperar una cirugía electiva es hasta de un año, en el caso de cáncer de mama, y de más de un año al tratarse de histerectomías. Médicos por la Salud advierte que esto pudiera indicar que existe un sesgo, donde las cirugías asociadas a mujeres tienen mayores tiempo de espera que las asociadas a patologías masculinas. Advierten además que retrasar una cirugía oncológica «puede influir negativamente en el paciente, ya que esto conlleva a retrasos en el diagnóstico y tratamiento de los mismos.
- 63% de los centros monitoreados reportaron no ofrecer las tres comidas diarias a sus pacientes. En 33% de ellos el servicio de nutrición funciona de forma intermitente. Y cuatro de cada 10 hospitales no tienen como alimentar a pacientes pediátricos menores de dos años que ameriten fórmulas lácteas.
- La distribución de agua a los hospitales es bastante irregular y la mayoría de los centros monitoreados reportan que es a través de cisternas. «Es decir, se están dedicando recursos adicionales para poder tener agua en el hospital, ya que la distribución por tubería no es suficientemente regular para poder abastecer los centros de salud», concluyen.
- La violencia hospitalaria también preocupa en este reporte. Para el año 2023 Médicos por la Salud registró un «aumento importante en la cantidad de centros que reportaron eventos de violencia por parte de los familiares de los pacientes hacia el personal de salud, con relación al año 2022».
Sistema con enfermedad crónica
«En los últimos 20 a 25 años el sistema de salud en Venezuela ha atravesado una situación compleja, en donde no se le garantiza al ciudadano la atención más idónea en enfermedades más frecuentes, como las respiratorias o los cardiovasculares», declaró a Runrun.es Julio Castro, coordinador de la Encuesta Nacional de Hospitales, el pasado 3 de abril tras la presentación del estudio.
Al interpretar los resultados destacó que aunque algunos parámetros «están menos mal que antes», «aún los hospitales están muy lejos de tener indicadores aceptables para un país de América Latina».
«Entre 2015 y 2019 así como no había comida, no había medicinas para nadie. Ahorita la situación no es esa, pero sigue siendo muy compleja en los hospitales y los venezolanos no lo merecemos», lamentó.
El médico también destacó el hecho de que la cantidad de ayuda humanitaria a Venezuela viene descendiendo, porque ya el país no está en el «spot mundial» como otras naciones en conflicto. Sin embargo enfatizó que la ayuda humanitaria no puede ser permanente, porque lo ideal es que los países restituyan su capacidad de abastecimiento.
«En Venezuela no está pasando eso y la situación de salud sigue siendo precaria. Hospitales sin agua constante, cortes de luz, insumos irregulares (…) Y siempre podemos estar peor, ojalá se produzcan cambios importantes en la forma cómo maneja la salud el Estado para que los ciudadanos tengan mejor acceso al sistema de salud», concluyó Castro.
Sin posibilidad de alta en el año electoral
Jaime Lorenzo, médico cirujano especialista en cirugía general, salud pública y administración de hospitales y director de Médicos Unidos por Venezuela, no espera una mejora sensible en el corto plazo en lo que a materia de salud pública se refiere.
«Estamos de cara a un proceso electoral y las elecciones en Venezuela ponen en un segundo y tercer plano todo lo que tenga que ver con los ciudadanos (…) No hay una política de prevención en materia de salud pública. No somos muy optimistas en cuanto a la mejora los próximos meses, porque está privando la sociopolítico y en lo económico aumentan los precios y no hay mejoría en la capacidad adquisitiva de los venezolanos.», alertó.
Insistió justamente en este punto que se suma a la precaria situación hospitalaria: los venezolanos que necesitan un tratamiento para enfermedades crónicas o agudas viven en una encrucijada, pues «los medicamentos aumentan y los sueldos se mantienen».
«El paciente pone en una balanza comer o comprar medicamentos, y en consulta vuelven a aparecer las complicaciones de dejar los medicamentos para enfermedades crónicas, que habían disminuido. En el caso de diabéticos, por ejemplo, mayor cantidad de pacientes con problemas cardiovasculares a nivel de miembros inferiores y superiores por mala circulación y procesos infecciosos que generan daños importantes que derivan en amputación o fallecimiento», lamentó.
Recalcó que el gasto de bolsillo de un paciente venezolano es «altísimo»: «Cuando subimos el nivel de complejidad el gasto es mayor. El porcentaje de medicamentos o material que consigues en un momento dado en una hospital no se mantiene constante durante un día o semana. 85% de laboratorios no funcionan de manera adecuada y la gente tiene que acudir al sector privado, donde incurre en importantes gastos».
Por otra parte, advirtió que es posible esperar también en 2024 un repunte en enfermedades prevenibles por vacunas como sarampión, difteria, lechina, tosferina e influenza, «porque son enfermedades que habíamos logrado erradicar o controlar, pero si no haces la cobertura vacuna ideal de 90 a 95%, el porcentaje de niños o personas no vacunados serán el foco ideal para una epidemia».
Igual situación podría presentarse por falta de prevención y atención oportuna para evitar brotes o epidemias de enfermedades como el dengue, que en el continente americano y según alertó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el pasado 28 de marzo, enfrentaría su peor temporada en 2024.
«Vamos a tener repuntes en ciertos momentos del año y podríamos esperar focos de fiebre tifoidea o hepatitis por contaminación de alimentos», pronosticó Lorenzo.
Por otra parte, recordó que Venezuela es uno de los pocos países que no tiene una política de vacunación definida para luchar contra los serotipos cancerígenos del VPH, aunque el cáncer de cuello uterino tiene una gran incidencia en el país.