Si tomamos como guía las enseñanzas del, inmerecidamente, poco conocido, Dr. Juan Carlos Sánchez, venezolano, galardonado con el “Premio Nobel de la Paz, 2007”; el cual fue compartido con el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore y el Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en idioma inglés) podríamos decir qué:
“Todos y cada uno de nosotros tenemos la obligación de parar el cambio climático causado por los seres humanos, especialmente, por la producción de dióxido de Carbono (CO2) principal gas de efecto invernadero”.
Son múltiples las consecuencias, entre ellas podemos resaltar la mayor frecuencia de los cambios climáticos extremos, principalmente, lluvias torrenciales que ocasionan inundaciones, crecidas y deslizamientos de terrenos con daños a viviendas, carreteras y otras infraestructuras, pérdidas de vidas humanas, cultivos y un número significativo de damnificados. En este caso, lo que se observa es una correlación o coincidencia entre el aumento de la temperatura y el aumento de eventos negativos; aún no se dispone de la suficiente información para establecer la relación causa-efecto.
Luego, la proliferación de los vectores transmisores de enfermedades infecciosas como Dengue, Malaria o Mal de Chagas, observándose un repunte de estas enfermedades en años recientes. El aumento de la temperatura incide en la actividad reproductiva de los vectores (Mosquitos, chipos y otros).
Hacia mediados de siglo, si no se frenan las emisiones de gases, se estima que la temperatura del país aumente 2º C y la precipitación total anual disminuya un 5% con respecto a los valores actuales; eso repercutirá en graves consecuencias sobre el bienestar económico y social de buena parte de los venezolanos; porque la salud humana, así como el agua, la producción de alimentos, los ecosistemas costeros, y numerosos asentamientos humanos de viviendas son muy sensibles a las variaciones del clima y se van a ver muy afectados. Asimismo, veremos la extinción de especies (Principalmente batracios y especies marinas) cuyos hábitats sean degradados. El cambio climático representa una carga adicional sobre todos estos elementos que, actualmente, ya se ven intervenidos, adversamente, tanto por la demanda creciente de recursos naturales extraídos de los ecosistemas, como por el uso de prácticas inadecuadas de manejo y por la contaminación ambiental.
Sobre los riesgos a que puede estar expuesta la gente, deben pedir orientación y capacitación para identificar y adoptar medidas preventivas necesarias para reducir su exposición y vulnerabilidad a tales riesgos como lluvias abundantes, incendios por sequias y la proliferación de plagas por aumento de la temperatura. Deben saber que las zonas montañosas son proclives a deslaves, derrumbe y deslizamientos de tierra; con la particularidad de que, en general, son los más pobres, los más afectados, porque viven en frágiles construcciones improvisadas. Desafortunadamente teniendo un país tan vulnerable al cambio climático, aún es notorio su desconocimiento en casi todos los sectores de la sociedad venezolana.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, también conocidos como Objetivos del Milenio (ODM), son ocho propósitos de desarrollo humano fijados en el año 2000, que los 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015. Estos objetivos tratan problemas de la vida cotidiana que se consideran graves y/o radicales. El objetivo número 7, expresa:
“Garantizar el sustento del medio ambiente. Incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales y reducir la pérdida de recursos del medio ambiente. Haber reducido y haber ralentizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica en 2010. Reducir a la mitad, para 2015, la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento. Haber mejorado considerablemente, en 2020, la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales”.
¿SE CUMPLIÓ?
Cuando se ve lo que ocurre en el “Valle del Turbio” se puede pronosticar, sin temor a errar, el incumplimiento de Venezuela, del logro de los “Objetivos del Milenio”; aun cuando nuestro “ESTAMENTO LEGAL”, en materia ambiental, está expreso en la Constitución Nacional y en no menos de siete (7) leyes que, actualmente, parten de la “Ley Penal del Ambiente y de la Ley de Aguas”. Debemos establecer la conexión entre la seguridad jurídica, la seguridad hídrica y la seguridad alimentaria y nutricional en el contexto de un gobierno y una economía verde.
Dejamos lo expuesto a vuestra conciencia para que sea explicado a las generaciones venideras por qué:
“El agua contribuirá decisivamente a crear el futuro que queremos”.
Maximiliano Pérez Apóstol