Edgar Morón: «El teatro debe ser el antipoder» #1Abr

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Hacia 1958, Barquisimeto es una ciudad donde la expresión del arte teatral apenas tenía cabida en una parte de la llamada élite que no llega al 10 por ciento de la población. Actividad artística cuyo epicentro es el Teatro Juares. 

El 30 de abril de ese año, en plena efervescencia de la democracia liberal, el gobernador del estado Lara Froilán Álvarez Yépez, mediante decreto Número 48, funda el Grupo Teatral Lara (GTL). Es la primera institución formadora de personal para las artes escénicas en la ciudad crepuscular. Inmediatamente se llama a la inscripción de los alumnos interesados en cursar dichos estudios.

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 No se sabe con precisión la cifra de inscritos, pero Leonardo Azparren Jiménez calcula que eran unos sesenta. Su debut se registra en agosto de ese año con las obras “Manuelote” y “El Árbol que anda”. La dirección de actores la ejercen entonces Carlos Denis y Jaime Niño.

Es el germen de una creciente actividad teatral en la capital larense con el surgimiento de numerosos grupos, entre estos  en 1969, en los sectores populares, de la  Unión Cultural de Teatro de los Barrios (UCTB).

El novel y talentoso actor 

Entre los inscritos en el GTL estaba el joven Edgar Baruj Morón Salazar procedente de una familia de clase media conformada por comerciantes, entre estos su madre de nacionalidad árabe.

Sus primeras armas como actor las hace en la obra “El canto de Cisne” del dramaturgo ruso Antón Chéjov presentada el 21-11-58. Con posterioridad participa en otras siete obras, a saber:

  • Adán 27-6-59
  • El Médico simple 27-6-59
  • Esperando al Zurdo 2-12-59
  • Montserrat 1-5-60
  • El Mulato 18-3-64
  • La Tía de Carlos 28-7-64
  • Los Mangos de Caín 11-3-69

Además figura entre los alumnos más destacados del GTL junto a Ricardo Torrealba, Rodrigo Rodríguez  y Luis Pineda, uno de los mejores titiriteros de la ciudad.  Ello le vale reconocimiento para asumir funciones escénicas en el grupo. Una evidencia de su talento para este arte. 

No obstante, son manifiestas las deficiencias en material actoral, dirección y dramaturgia  en el teatro larense de ese período. Se requiere de una mayor y mejor capacitación. Lo apunta acertadamente Ricardo Torrealba Gil,  quien luego ocuparía en 1970 la dirección de la nueva Escuela de Teatro que sustituye al GTL.

Superación por el estudio 

De esa adversa situación es consciente Morón. Pues se trata de alguien que mira lejos en el horizonte. Entonces decide marcharse a París, la ciudad luz en la segunda mitad de la década de 1960, donde prosigue estudios teatrales, al tiempo que asiste a la puesta en escena de numerosas obras.

En esos tiempos también marchan a Francia los pintores larenses Esteban Castillo, Servideo López y César Andrade.

Paris es una ciudad con una arraigada tradición de las artes escénicas. En la ciudad luz  diariamente  son puestas en escenas hasta  una docena de obras teatrales.

En la capital gala se inscribe en la Universidad Internacional del Teatro para cursar talleres con los grandes maestros del género de esos tiempos, a saber: Víctor García, Kepa Mutosenni y Peter Brook.

Se empapa de las más avanzadas corrientes del teatro contemporáneo, entre estas la del absurdo francés desarrollado en las décadas del 60, 50 y 60 del siglo XX. También al ruso Stanilavski, mal asimilado en Venezuela. Se capacita en principalmente en actuación, dirección y dramaturgia. 

Los  estudios  cursados esquemáticamente, incluyendo la docencia, los podemos registrar así:

  • Grupo Teatral Lara, Barquisimeto
  • Teatro Universitario de la UCV, Caracas
  • Universidad Internacional del Teatro, París, Francia.
  • UPEL (Ciencias Sociales), Barquisimeto.

Ante la crítica

La crítica por los periódicos en las postrimerías de la década de 1950 y lo largo de 1960 se refiere a su labor actoral en términos positivos y negativos. E las mismas se deslizan apreciaciones sobre un novel actor con escasos estudios. 

Las relacionadas con lo positivo resaltan sus naturales dotes histriónicos y excelente dicción de su voz. Agregamos la atrayente mímica que lo hacía muy expresivo al comunicarse.

Tenemos que con motivo de su actuación en el montaje de La tía de Carlos el periodista Hermann Garmendia percibe en Morón “gran sentido histriónico”. Igualmente su compañero de las tablas Humberto García reconoce la calidad de su trabajo. También el veterano actor Luis Alfonso Linares valora muy positivamente su actuación en El canto del cisne. 

Además el periodista de El Carabobeño Francisco Nieves resalta su excelente voz que usa con acierto. Su actuación en Esperando al Zurdo es la obra que suscita los más elogiosos comentarios.

El mayor reto

Su máxima proeza teatral  es la obra El Negro Miguel que escribe y dirige  en 1972. Se trata  de un montaje muy exigente en todos los aspectos desde lo social, técnico y artístico pues se lleva a las tablas un trozo de la historia regional a partir de la rebelión del esclavo Miguel contra los conquistadores españoles.  

Así evidencia su interés y por los temas locales. Un hecho que en los años de la década de 1960 le recriminan a Carlos Denis en una entrevista por el diario El Nacional. A nuestro entender se trata de un hito artístico en las artes escénicas regionales

Rafael Montes de Oca Martínez en su columna El Duende del Juares, en el suplemento Dominical de El Impulso, la reseña favorablemente con elogiosas palabras.

Es un éxito de público y crítica. Morón cuida el más mínimo detalle en cuanto a: guión, escenografía, luces, vestuario, producción, maquillaje, sonido y dirección. 

En ese montaje demostró sus dotes para la dirección teatral y la dramaturgia con un guión de primera sustentado en una investigación histórica. Un trabajo comprometedor, serio y nada fácil dado que se trataba de un pasaje  de la historia regional con sus inevitables riesgos al teatralizarlo

Creía en el teatro histórico pero alejado  de lo anecdótico y frívolo. Así mismo, en la representación de personajes marginados similar al cine venezolano de los años 60 y 70 cuando los mismos proliferaron en sus películas. Pero  se aparta de lo vulgar para inspirarse en la fina literatura como la novela Desnuda.   

Luego vendría, en la primera mitad de la década de 1990, un montaje con estudiantes  de la Escuela de Veterinaria de la UCLA bajo la producción de Guillermo “Charli” Mendoza. Y, a finales de los noventa, la obra “Dime cómo te llamas” sobre el serio tema  de la guerra.

Su concepción contestaría de las artes escénicas la expresa así: “el teatro debe ser el antipoder”. 

También el entregado artista de las artes escénicas que supo establecer los límites entre  un actor talentoso y un gerente cultural.

Además la práctica de la bohemia con sus amigos y colegas, entre estos el historiador y político de izquierda Pompilio Santeliz, como una manera de contradecir el establecimiento. 

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